Razones
JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
AMLO y el inútil muro
Lunes 24 de Septiembre de 2018 8:10 am
“ESPERO que se mantenga buena relación con el
gobierno de Estados Unidos”, dijo Andrés Manuel López Obrador en Hermosillo,
Sonora. “Vamos a convencerlos de que el problema migratorio no se resuelve
construyendo muros o con el uso de la fuerza”, contestó a las preguntas
reiteradas sobre qué haría ante el muro que este fin de semana comenzó a tomar
forma, en la frontera entre El Paso, Texas y Ciudad Juárez (aunque en realidad
no se trata allí de un muro, sino de una simple alambrada). Insistió en que no
va a enfrentarse con Trump por ese tema. “Vamos a convencerlos de que el problema
migratorio no se resuelve construyendo muros o con el uso de la fuerza”, afirmó
el Presidente electo. Y tiene toda la razón, como la tenía el gobierno todavía
en funciones cuando sostenía lo mismo sobre el mismo tema y personaje. La
diferencia son las perspectivas de futuro y la legitimidad que da un voto muy
amplio, acompañado de una mayoría legislativa propia. En realidad, lo que está planteando López
Obrador sobre la migración y la frontera, es lo que han querido hacer, sin
éxito, en los 2 últimos sexenios, sobre todo en los 2 últimos años con Trump:
mover la estrategia de control de la frontera norte a la sur, frenar el flujo
de migrantes, sobre todo centroamericanos, antes de que comiencen su travesía
por México y lleguen a la frontera. Ese camino que siguen miles de hombres,
mujeres, y en muchas ocasiones niños, sin acompañante, es peligroso, dispara la
inseguridad, la violencia y termina siendo el corazón del conflicto migratorio
con Estados Unidos. Tiene razón López Obrador, aunque sea
políticamente incorrecto decirlo: el muro no es el problema; si el gobierno de
Trump quiere gastar miles de millones de dólares construyendo un muro es su
problema, aunque sea un grave error político y diplomático. Pelear por el muro
(un tema que en realidad se debe pelear, como está ocurriendo, dentro de la
agenda interna de la Unión Americana) resulta inútil sin una estrategia clara
de este lado de la frontera. Según lo que ha trascendido, el próximo
canciller, Marcelo Ebrard, está trabajando una estrategia con las Naciones
centroamericanas para atender el flujo migratorio proveniente de esos países y
tratar de regularizarlo, pero para eso se requiere simultáneamente un programa de
desarrollo y estabilización en toda esa región azotada por la pobreza, la
violencia, el narcotráfico y también los malos gobiernos. México poco puede
hace respecto a estos últimos, pero sí puede ayudar, y mucho, en los demás
capítulos. Y para poder comenzar a influir en esa región
del mundo se debe empezar por casa. Es la base de la estrategia regional que se
quiere implementar en Chiapas y en Oaxaca, a partir de zonas económicas
especiales y de la construcción del corredor transístmico entre Salina Cruz y
Coatzacoalcos, que se constituiría, además, en una suerte de frontera física en
el sur del país. El secreto de todo ello pasa por generar un
verdadero desarrollo en esa zona del país, que es además la principal expulsora
de mano de obra hacia la Unión Americana. Se necesitan planes muy concretos,
recursos, infraestructura (en forma prioritaria, la llegada de los gasoductos,
porque sin gas no se puede instalar en la zona ninguna gran empresa) y
gobiernos locales eficientes, junto con una administración federal realmente
enfocada en esa estrategia. Respecto a los sismos de septiembre del año
pasado, decíamos e insistíamos en que se debía no sólo reconstruir, sino
implementar una suerte de Plan Marshall de desarrollo regional, mucho más
ambicioso que lo que se hizo en Oaxaca, Chiapas y Guerrero. Esa oportunidad se
perdió, pero está nuevamente presente con la próxima administración. Ni siquiera se tienen que hacer nuevos
estudios, porque los planes y programas ya existen, en ocasiones desde hace
años, pero no se han implementado por diversas razones, sobre todo por falta de
voluntad o de fuerza política y legislativa. Ahora, López Obrador tiene fuerza
política y su propio Congreso. Ahí está el secreto para ignorar y hacer cada
día más inútil el muro de Trump. LOS PORROS BUENOS
Y LOS PORROS MALOS Luego del ataque en la UNAM, van ya ocho
porros imputados, dos detenidos, uno acusado de homicidio en grado de tentativa
y una veintena de jóvenes expulsados de la universidad. Así debe ser, ningún
acto de violencia de esas características debe ser tolerado.
El jueves, un grupo de jóvenes estudiantes de
Ayotzinapa tomó casetas en las carreteras de Guerrero, robó autobuses, se
dirigió al cuartel militar en Iguala, lo atacó con bombas molotov, incendió la
sucursal de Banjercito y causó innumerables destrozos. No es un hecho aislado,
como el de los porros de la UNAM: llevan secuestrados, sólo en lo que va del
año, más de 200 tráileres, todos ellos con sus mercancías saqueadas, otros
incendiados. Pero allí no hay castigo alguno, sino una absoluta impunidad.
Parece que el nivel de indignación es selectivo: hay porros buenos y porros
malos, a unos se les exige, como debe ser, que cumplan con la ley; y a los
otros se les garantiza impunidad, independientemente del delito cometido.