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La ciudad de las parotas



ALEJANDRO MORALES

El cordonazo de San Francisco


Sábado 06 de Octubre de 2018 8:55 am


“AUNQUE haya vivido hace más de 800 años, él es nuevo; nosotros somos viejos, pues él consiguió lo que nosotros difícilmente alcanzamos: relacionarnos con todas las cosas, incluso con las más adversas como la muerte, llamándolas con el dulce nombre de hermanos y hermanas”.

Estas palabras son de Leonardo Boff, sacerdote y franciscano, teólogo y ecologista católico nacido en Brasil, acallado por la iglesia “a un año de silencio” en 1985, tras la publicación de su libro Iglesia: Carisma y Poder, en el que habla de la llamada teología de la liberación, de la cual él es considerado uno de sus fundadores. En 1992 dejó el ministerio sacerdotal y la orden franciscana, para seguir con su trabajo académico y religioso desde el laicismo.

Boff es uno de los más fervorosos conocedores de San Francisco en nuestro tiempo. Por motivo de los 800 años del considerado santo patrono de los ecologistas, el teólogo brasileño publicó San Francisco de Asis: ternura y vigor. Incluso anticipó que un nuevo papa llegaría a llamarse como el santo de Asís. Y acertó.

Es una lástima que en nuestro medio, a San Francisco se le recuerde más por un fenómeno meteorológico que por su vida, testimonio y frutos. Se le llama cordonazo de San Francisco al evento meteorológico que casi todos los años se presenta alrededor de estos días (precisamente próximos a la festividad de San Francisco, del 4 de octubre), de fuertes tormentas que anticipan el fin de la temporada de lluvias.

Se supone que San Francisco en el cielo se desamarra y se sacude el manto, agitando su cordón, provocando con ello los rayos y las tormentas que azotan al mundo. Según algunas versiones, nada franciscanas, “para castigar a los que se portan mal”.

San Francisco, quien llegó a hermanarse incluso con el lobo más feroz, nunca castigaría a “los que se portan mal”. Ni utilizaría el agua, a la que también llamó hermana, para fustigar a la tierra, con la que también se sintió uno.

Lo que es verdad es que los cordonazos parecen estar azotándonos más fuerte que antes, y la razón puede ser un comportamiento, este sí nada franciscano, de distanciamiento humano con la naturaleza. Y regresamos a las palabras de Leonardo Boff (entrevista con Joao Vitor Santos y Patricia Fachin, publicada en una página web de los jesuitas):

“San Francisco nos hace descubrir nuestro distanciamiento de la naturaleza, como si no fuésemos parte de ella, sino sus dueños y señores. Esa actitud está en la raíz de la crisis ecológica actual, pues se funda en la falta de pertenencia, en la ausencia de cuidado y de amor para con todas las cosas, pues ellas tienen un valor intrínseco en sí mismas.

“San Francisco dio centralidad al corazón. El corazón le hace sentir al Sol, a la Luna, al agua, al lobo y hasta a la muerte como hermanos y hermanas. Es la actitud que nos exige hoy la crisis ecológica.

“Considero fundamental, para que salgamos de la crisis actual, que recuperemos los derechos del corazón. Es decir, que no seamos sólo portadores de inteligencia racional, que junto con ella y de forma más profunda, seamos también portadores de inteligencia cordial o sensible. Sentir, como dice el Papa en su encíclica sobre ‘el cuidado de la Casa Común’, como propios las dolores de la Tierra y los padecimientos de los demás hermanos y hermanas”.

San Francisco “sacaba a las babosas de los caminos para que no las pisasen y pedía que hasta las hierbas silvestres tuviesen un rincón reservado en las huertas, porque ellas también merecen vivir y alaban a Dios a su manera. Si en la humanidad tuviésemos estos sentimientos, no necesitaríamos hablar de ecología ni de derechos de las personas y de la naturaleza, pues todo eso sería vivido con total espontaneidad”.

Boff también es autor de El amor entre Clara y San Fransico de Asís, sobre la relación entre estos dos santos, “una de las más bellas y puras de la historia del cristianismo”, “un verdadero amor entre un hombre y una mujer”, en el que eros floreció en ágape, “sin perder su fascinación y belleza”.