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Tópicos DXXI



GERMÁN RUEDA


Sábado 06 de Octubre de 2018 8:51 am


ESCRIBO este 5 de octubre después de haber estado en mi querido Chilangotitlán solamente de visita a los amigos de siempre, con el deseo de asistir a la celebración del 2 de octubre en el Zócalo, como uno más de los ex alumnos de la UNAM, afectados por los sucesos y sus consecuencias.

Frustrado regreso del viaje por haberme dejado convencer de los peligros al asistir a tan memorable concentración. No son los mismos arrestos, los jóvenes de hoy actúan con furia en una marcha donde nada tiene de conmemoración. Si vas, es por necio, puedes ser ofendido y, peor aún, asaltado, serás quizá el hazmerreír, un viejo canoso y panzón no cabe en la protesta juvenil, tu aspecto y tu vestimenta, por más esfuerzo hagas te “delatara” como un fifí y el bullying se tornará en algo peor. No asistí, aproveché para visitar a mi convaleciente tocayo y hacerla de chofer con mi compadre César.

Todo esto a nadie le interesa, son visiones de quien desea expresar algunos frustrados sentimientos, reprimidos desde hace más de 50 años, pues a Díaz Ordaz le tenemos odio no desde el 68, sino desde el movimiento médico del 64, cuando trató a los médicos con su habitual despotismo, haciendo crecer un problema de justicia laboral, tornándose en un paro nacional de médicos conformados, gracias a las negativas de GDO en una aglutinación de médicos desde los internos y residentes, hasta los más renombrados cirujanos.

La semilla de la protesta masiva había nacido en el Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE, contagiando a todo el instituto, al IMSS, Cruz Roja y la Secretaría de Salubridad.

También en esa fecha se tildó a los protestantes de comunistas. Algo así como parientes de Luzbel en la tierra. Se conformó con ese grupo de peligrosos antigobiernistas, la Asamblea de Médicos y Residentes con marchas diarias, paros en los hospitales, dejando sólo atendidas las urgencias. Nada prosperó hasta la llegada de la represión, enviando a prisión a los doctores Cruz y Meiners, entre otros. Cuando la huelga terminó, los residentes habían conseguido aumentos en sus magras entregas por sus servicios. El gobierno argumentó no poder darles salario y prestaciones, por ser considerados estudiantes. 

Actualmente, una petición de ese tipo es tomada como normal y atendida en la medida de las posibilidades; Díaz Ordaz lo calificaba como el rompimiento del orden establecido y como antecedente estaba la cárcel a Demetrio Vallejo y Valentín Campa, líderes obreros a quienes la ley consideraba como delincuentes.

Conservé y enmarqué un sobre de cobro de mi hermano como médico especialista, con algo así como 350 pesos a la quincena; obra en su biblioteca. Mi familia se vio mermada por la persecución a mi cuñado. Hubieron de emigrar a Inglaterra; no había trabajo para esos dos médicos revoltosos.

Día Ordaz no comprendió el alcance de ese aglutinar de grupos disímbolos, como los pilotos aviadores, quienes se acercaban a los médicos, resistan, nosotros estamos con ustedes y pronto nos uniremos al paro.

El doctor Norberto Treviño Zapata la hizo de esquirol, tratando de bajarle el tono a la protesta. Una vez otorgados algunos de los puntos del pliego petitorio, se presentó ante el auditorio de médicos, tomó la palabra con claro nerviosismo y espetó su recordado gazapo: “Esta histérica, perdón, histórica respuesta del Ejecutivo…”, con lo cual el auditorio se convirtió, toda proporción guardada, en copia de la pasada asamblea de la ONU y Donald Trump.

Le he dado vuelta al calendario con el propósito de hacer memoria y valorar los motivos del movimiento del 68 como paradigma de caldo de cultivo para una revuelta aparentemente sin razón. Algún amigo despistado aún no se explica cómo, si el país progresaba a tasas de más del 7 por ciento, la gente no estaba contenta. Una secretaria ganaba lo suficiente para comprar un Volkswagen en abonos o hasta un viaje a Europa. La discordia subsistía por debajo, las decisiones arbitrarias eran nacionales y cotidianas, la prensa estaba comprada o amenazada.

De eso hace más de 50 años, el producto es una incipiente democracia, pero democracia al fin. Nunca más otro 2 de octubre.


gruedaf@yahoo.com.mx