¿Somos víctimas de nuestras herramientas?
ARNOLDO KRAUS
Domingo 07 de Octubre de 2018 8:31 am
ESTE año no ha sido ni el año de Facebook ni
el de Mark Zuckerberg. Los escándalos suscitados por el mal uso de Facebook
obligaron a su creador a ofrecer disculpas por el uso inadecuado de sus
herramientas, que ahora no sólo son suyas; mil millones de personas utilizan
los servicios de WhatsApp, Instagram y Facebook, todos propiedad de MZ. En
2018, la población mundial es de 7 mil 450 millones de personas; 4 mil millones
tienen acceso a internet y a redes sociales, y de éstos la cuarta parte utiliza
Facebook: mil millones de facebookianos son muchos millones. Facebook y sucedáneos se han convertido en
herramientas indispensables para sobrevivir. Para los usuarios compulsivos,
¿qué sería peor?, ¿un día sin agua en casa o un día sin Facebook? Un día sin
Facebook podría generar una epidemia no descrita: ansiedad, enojo,
imposibilidad para decidir cuestiones cotidianas y angustia serían algunos
síntomas de la epidemia. El escándalo de Cambridge Analytics debido a
la filtración masiva y al uso no autorizado de datos personales de Facebook fue
una de las razones por las cuales Mark acudió, en mayo de 2018, no motu
proprio, al Parlamento Europeo para solicitar perdón. Como se recordará,
Cambridge Analytics mandó información sesgada a 87 millones de estadounidenses
para influir en su voto en las últimas elecciones a la Presidencia. Ante el Parlamento Europeo, MZ dijo, “En los
últimos años no hemos hecho lo suficiente para evitar que las herramientas que
hemos creado se utilicen también para causar daño”. Zuckerberg tiene razón: su
“monstruo digital” ha crecido desmesuradamente y no sabemos, a pesar de los
ofrecimientos de su dueño, si sus males serán controlados y no causarán más
daños o evolucionarán a un nuevo Frankenstein. La herramienta creada por MZ debe corregir,
al menos, tres aspectos: evitar la publicación de noticias falsas, impedir la
interferencia extranjera en elecciones y evitar el uso indebido de datos
personales. Veremos qué sucede. Por lo pronto el monstruo sigue suelto. El affaire Facebook no es nuevo. La
tecnología enamora e incomoda. Enamora a sus creadores e incomoda a quienes
cuestionan sus límites. Los primeros cuentan con suficientes artilugios para
convencer a los posibles usuarios de sus bondades y de su imprescindible
necesidad. Quien se inicia en alguno de los mundos de la tecnología, i.e., teléfonos
celulares, biotecnología médica, automóviles inteligentes, amén de no
abandonarlos, se esclaviza y multiplica sus necesidades: las filas durante
horas y horas para adquirir los nuevos teléfonos celulares son un ejemplo. La afirmación de Zuckerberg es bienvenida,
pero tardía: sus herramientas causaron daño. Es una pena que los creadores de
los “monstruos digitales” no hayan leído a Henry David Thoreau o a otros
pensadores que han reflexionado sobre el mal uso y los peligros de la
tecnología. Al presenciar cómo el caballo empezaba a ser sustituido por el
tren, y que éste prescindía de los animales, es decir, de la naturaleza,
Thoreau (1817-1862) advirtió acerca de los peligros del progreso: “Los hombres
se han convertido en las herramientas de sus herramientas”. Thoreau, grande en muchos aspectos –entre
otras aportaciones, nunca estuvo de acuerdo con el trato que Estados Unidos
dispensaba a México–, siempre cuestionó el valor y la distribución del
progreso. Amante de la naturaleza, se construyó una pequeña cabaña vecina al
lago Walden con los elementos que proveía el bosque. ¿Qué diría hoy ese gran
personaje, anti establishment, de las bonanzas tecnológicas?, ¿qué diría de
Zuckerberg y de sus herramientas? Intento interpretarlo. Quizás diría que hay
una relación directamente proporcional entre el uso de herramientas y el
amansamiento del ser humano. Las herramientas creadas por el ser humano
incrementan cada vez más las distancias entre quienes las generan y
usufructúan, y quienes, o no pueden acceder a ellas o lo hacen en forma
limitada. Además, el control sobre los segundos se incrementa conforme aumenta
el poder de quienes “saben usar” Facebook, ya sea para hacer negocios o para
modificar las opiniones de los usuarios. Thoreau por convicción y Zuckerberg por
necesidad expusieron su visión sobre la tecnología. Entre una y otra opinión ha
transcurrido siglo y medio. Thoreau se anticipó a nuestra era, el antropoceno.
MZ no se anticipó a nada: se vio obligado a pedir disculpas. La realidad es
cruda: las herramientas tecnológicas seguirán moldeando al ser humano. En pocas
décadas nuestra especie será distinta, y, nuestra casa, la Tierra, enfermará
cada vez más.
*Médico