Indicador Político
CARLOS RAMÍREZ
AMLO y el Ejército
Jueves 11 de Octubre de 2018 6:58 am
A Pablo Marentes y a la memoria de su hijo, asesinado de manera vil. A pesar de que a partir del 1 de diciembre
será formalmente el comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente
electo, Andrés Manuel López Obrador, aún no ha entendido lo obvio: el mando
civil siempre ha estado por encima del militar, sin necesidad de regaños,
humillaciones y menosprecios. El anuncio de López Obrador en redes, en el
sentido de que va a reinstalar a un mando de la Fuerza Aérea, que supuestamente
fue castigado por entregarle información militar al equipo del Presidente
electo, encargado del nuevo aeropuerto, ha causado estragos al interior de las
Fuerzas Armadas. Y no porque se sientan intocables, sino porque el próximo
Mandatario violentó la Ley de Disciplina Militar. La nueva fricción innecesaria entre López
Obrador y los mandos militares ocurrió en el contexto de una ofensiva de los
aliados antimilitares de la coalición lopezobradorista y de los grupos de
Morena que usaron los 50 años del 68 estudiantil para golpear al Ejército y no
a los mandos civiles que dieron las órdenes de participación castrense. En un mensaje en redes, López Obrador reveló
que un mando de la Fuerza Aérea había compartido información sobre la Base
Aérea militar de Santa Lucía con el civil Javier Jiménez Espriú, sin cargo oficial
en el gobierno y apenas secretario designado del próximo Gabinete de gobierno.
En su mensaje, el Presidente electo le “ofreció” al general “cesado
injustamente” que lo reinstalaría en su cargo. El asunto puede enredarse,
porque fuentes militares dicen que el general Manuel Enrique Vallín estaba en
situación de retiro por edad. Lo grave del asunto tiene dos aristas: de una
parte, los mandos en las Fuerzas Armadas se rigen por la Ley de Disciplina
Militar y por el Código de Justicia Militar. Las reglas son estrictas, porque
las Fuerzas Armadas son las responsables de la soberanía exterior e interior de
México y por el manejo de información delicada que tiene que ver con la
capacidad de fuerza castrense. Y en ambos reglamentos se establece el delito militar
de filtrar información fuera de los espacios estrictos militares. De otra parte, el gobierno civil y menos aún
políticos que carecen de intervención formal regulada en asuntos militares
puede reinstalar por orden directa a ningún mando castrense, si no pasa antes
por los procedimientos de juicios establecidos en las leyes militares. López Obrador aceptó que un militar en
funciones le había entregado información militar a un civil sin representación
legal formal, para tener ventajas en el debate sobre la instalación del nuevo
aeropuerto. La información tenía que ver con la Base Militar de Santa Lucía,
una instalación que se rige bajo estrictas medidas de seguridad militar. En un
juicio militar hubiera podido hablarse inclusive de traición a las normas militares,
porque de la misma manera el señalado hubiera podido entregar información
militar a otras instancias no autorizadas, nacionales y extranjeras. Al airear el asunto en redes sociales, López
Obrador socializó un incidente que debió de haber sido dirimido por los
estrictos cauces de la justicia militar; en consecuencia, López Obrador volvió
a meter a las Fuerzas Armadas en litigios judiciales en tribunales civiles
mediáticos. El asunto tendrá un efecto mayor, porque López Obrador será el 1 de
diciembre el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y, por tanto, habrá de
regirse en función de las leyes militares vigentes, con todo el derecho de
cambiarlas con la mayoría absoluta de Morena en el Congreso. La moral de las Fuerzas Armadas depende del
apoyo ciudadano hasta ahora latente y sólido y del respeto institucional de los
mandos civiles. A lo largo de la campaña, López Obrador hizo graves acusaciones
a las fuerzas militares, cuestionó su eficacia en la lucha contra la
inseguridad interior, las acusó de violentar los Derechos Humanos y llegó al
punto de decir que “no sirven”. Ya como Presidente electo y luego de una charla
privada con el secretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos
Zepeda, López Obrador anunció que las Fuerzas Armadas continuarían en seguridad
interior, por el fracaso policíaco. Los comportamientos de López Obrador hacia
las Fuerzas Armadas aún no se aclaran: ¿resentimiento civil, ignorancia de su
importante papel en la estabilidad nacional o presión del ala anarquista de
Morena? Lo único cierto es que López Obrador será el comandante Supremo de las
Fuerzas Armadas que hoy ofende en su credibilidad. Política para dummies: La política radica en
la certeza del rumbo. indicadorpoliticomx@gmail.com
@carlosramirezh