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Oráculo político



PEDRO CASTILLO VALDEZ

Herencias malditas


Jueves 11 de Octubre de 2018 7:34 am


ESTE próximo 15 de octubre estarán tomando posesión los 10 alcaldes de nuestro estado, quienes recibirán una herencia maldita que los condena a 3 años de sufrimiento para poder solventar la crisis financiera que agobia a los 10 municipios, la cual es resultado de malas prácticas de gobierno, nula disciplina administrativa y, en algunos casos, excesivos actos de corrupción.

Los pocos alcaldes electos que ya han ido avanzando en las reuniones de transición, que apenas ven por encimita el iceberg de la situación administraba y económica que enfrentan los Ayuntamientos, se encuentran totalmente abrumados y preocupados, primero, en ver cómo afrontar los compromisos financieros de lo que significan los gastos de fin de año; y segundo, por su imposibilidad de cumplir los compromisos asumidos en campaña, ante la insuficiencia presupuestaria.

Por lo que los nuevos alcaldes entrarán mermados al ejercicio de sus funciones, con una losa muy grande de responsabilidad en su dorso, por la gran expectativa que generaron ante la ciudadanía para cumplir y resolver la problemática que aqueja en sus demarcaciones territoriales.

En el caso de Coquimatlán, el alcalde saliente, Orlando Lino, literalmente como un delincuente, saldrá por la puerta de atrás, dejando las arcas municipales en quiebra, obras públicas a medias y un conflicto con los trabajadores sindicalizados, a quienes no les cumplió en sus pagos; pero por si eso no fuera suficiente, deja una severa deuda económica, resultado de laudos laborales perdidos, que simplemente pudieron haber sido evitados, pero que por su omisión, provocó un perjuicio para las finanzas municipales. Pero el colmo de los cinismos radica en que a pesar del rechazo hacia su persona, reflejado en las urnas, tenga todavía la intención de dirigir al PAN en el estado; allá los panistas que lo permitan.

Otro caso similar es en Villa de Álvarez, donde la alcaldesa saliente, Yulenny Cortés, pasará a ser como la más corrupta de la historia de ese municipio, ya que no sólo se hizo de una “Casa Blanca” y se ensanchó los bolsillos con los moches de las obras de pésima calidad que realizó, sino que además cometió peculado con el dinero de los trabajadores sindicalizados, a quienes les hizo retenciones de sus sueldos y prestaciones, sin saber hasta el día de hoy, a dónde fue a parar ese dinero.

El alcalde saliente de Tecomán, Lupillo García, es otro que saldrá por la puerta de atrás, dejando al municipio como el más violento del país, y al igual que su homóloga de Villa de Álvarez, malversó los recursos públicos de los trabajadores sindicalizados. No bastándole eso, su administración fue un robo descarado, por la forma en que operó con los ingresos municipales, ya que falsificaba recibos de cobro de impuestos y derechos con montos muy por debajo de lo que realmente recibía como pago por parte de los ciudadanos en agua y predial. De ahí el por qué la disminución de la recaudación municipal.

Con estos indicios, gran labor tendrá tanto el Congreso del Estado, el Osafig y el recién creado Tribunal de Justicia Administrativo, para dejar un precedente de sanción para aquellos alcaldes salientes que hayan incurrido en irregularidades, como los ejemplos que antecedimos, con el propósito de estrenar su labor positivamente, ante el clamor ciudadano de castigar los actos de corrupción por parte de sus autoridades y servidores públicos. Pero sobre todo, con la finalidad de reivindicar la labor que realizan estos organismos en el combate de la corrupción. ¡Despierta, Colima!

 

CLARABOYAS

 

1.- Daño Es lo que ha venido provocando el director de Seguridad Pública de Coquimatlán, Marco Espíritu, quien ha mantenido una consigna con elementos policiales que no respaldaron la campaña del alcalde Orlando Lino como diputado, corriéndolos injustificadamente, provocando con ello un perjuicio al Ayuntamiento por más de un millón 300 mil pesos, que de no solventarlo tanto el director como el alcalde, están en riesgo de ser encarcelados entre 5 y 10 años, por incidente de inejecución. ¡Hasta la próxima!

 

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