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¿Cuál pecado?



SERGIO JIMÉNEZ BOJADO


Miércoles 17 de Octubre de 2018 7:49 am


LA inmisericorde embestida mediática dirigida a César Yáñez Centeno, uno de los personajes más cercanos al Presidente electo, sin duda obedece a la oportunidad de aprovechar, cuando no hay más, cualquier resquicio, sobredimensionándolo en estricto sentido, para manchar o por lo menos salpicar la naturaleza y esencia del gobierno electo, en su mayor fortaleza, la honestidad.

Y dando a entender, mañosamente, que este evento de carácter social-familiar, vulnera los principios de austeridad que promueve el proyecto de la cuarta transformación, como si hubiese sido subvencionado con dinero público, endilgando un caudal de supuestas faltas a la moral y la sensatez, por haber cometido el pecado de condescender a las tradiciones familiares de su cónyuge, en las cuales fueron ellos quienes se hicieron cargo de organizar todo lo relacionado con el evento y la ceremonia nupcial.

Es claro y se conoce como una tradición en Puebla, que los padres de la futura esposa son quienes asumen la organización y el costo que genera un evento de esta naturaleza; eso es claro. Y no solamente eso, sino la propia declaración de los propios padres de Dulce María Silva así lo afirman, con el ejemplo de que quién no desea que sus hijas, en este caso, tengan un evento que sea recordado en los anales de la historia familiar.

Al evento, muchos medios le dieron difusión, tergiversando el contexto de fondo, como si se tratara de un acto de corrupción o desvío del dinero del presupuesto público, cuando el novio ni siquiera asume su encargo en el nuevo gobierno, es decir, no maneja ni un cinco del dinero del presupuesto, que en estas fechas es dilapidado por el actual régimen, bajo la consigna del “año de Hidalgo”.

Es oportuno también aclarar que una cosa es la austeridad republicana, esa que garantiza ahorros que se materializan en más y mejores acciones para el beneficio del pueblo, y otra cuestión es limitar a una familia, que tiene la capacidad financiera para hacerlo, en festejar el inicio de una nueva etapa en la vida de su ser querido. No crucifiquemos a quien no lo merece, estos embates son parte de la aún latente campaña de desprestigio hacia el Presidente electo. A pesar de que Andrés Manuel ha mostrado el mejor ánimo de conciliar y trabajar en unidad por el bien del país, sin distingo de colores y partidos, hay quienes no superan la derrota y se aferran al odio, lanzando ataques a diestra y siniestra; los detractores de este gran proyecto no descansarán en estos 6 años, pues no están dispuestos a dejar las mieles del poder y los beneficios que la corrupción en todas esferas les ha dejado, contrario a la noble misión de gobernar con rectitud.

Estimo obligado honrar la verdad y justo es afirmar que no existió en absoluto acto de corrupción alguno que menoscabe la integridad de César Yáñez, por ser, obviamente, partícipe en el evento de su enlace matrimonial, puesto que no hay sustento objetivo para prejuzgar, con dolo, un hecho donde por ningún lado se le ve algún rasgo de corrupción, mucho menos de uso indebido de recursos públicos, como nos tenían acostumbrados los actuales funcionarios de este régimen putrefacto, que en complicidad con los mismos de siempre, intentan con base en descalificaciones, equiparar al próximo gobierno que aún no asume el poder con el suyo, que ha sido un verdadero desastre.

Sostengo que lo que se haya gastado fue lícito y a cuenta de los fondos de la familia de Dulce María, que tienen el legítimo derecho de disponer de ellos como mejor les plazca.

De ahí la gran diferencia, que como todo mundo sabe, en el país y particularmente en Colima se han efectuado miles de eventos fastuosos, donde los protagonistas fungen como funcionarios en activo, costeando los gastos y excesos con dinero del erario, y en estos casos no hacen escándalo, antes los presumen en páginas de sociales.

 

*Presidente del Comité Ejecutivo Estatal de Morena