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Madre reclama a militar, hoy, en su día, por la ejecución de su hijo en 2010: “No puedo perdonarte…”



AGENCIA

Miércoles 10 de Mayo de 2017 9:08 pm

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El 21 de febrero de 2011, la familia Parral, por medio de sus propias investigaciones, halló el cuerpo de Jorge en una fosa común de un panteón municipal en Nuevo León.

Jorge Antonio Parral Rabadán fue asesinado en el año 201o.  El 24 de abril fue secuestrado junto con otro funcionario federal por un comando que se presume formaba parte de la delincuencia organizada. El joven estudiante de maestría descansaba en una de las habitaciones de las instalaciones de Caminos y Puentes Federales (Capufe) en Camargo, Tamaulipas, cuando hombres armados entraron por la fuerza y se lo llevaron.

El 21 de febrero de 2011, la familia Parral, por medio de sus propias investigaciones, halló el cuerpo de Jorge en una fosa común de un panteón municipal en Nuevo León. Su caso se relacionó con un supuesto enfrentamiento entre el Ejército mexicano y un grupo de crimen organizado ocurrido el 26 de abril del 2010, dos días después de su rapto.

En el supuesto enfrentamiento fallecieron tres personas, a quienes la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) calificó como sicarios. Entre ellas estaba Jorge, además cuatro personas fueron detenidas y otros siete supuestamente fueron liberadas.

Desde entonces las autoridades y la propia CNDH han identificado como responsables por la ejecución y desaparición de Jorge Antonio a efectivos castrenses; sin embargo, nadie ha sido presentado ante la justicia.

El caso ha sido acompañado por la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, A.C., organización civil que este día comparte una carta escrita por la madre de Jorge, Alicia Rabadán de Parral, en la que expresa su coraje y tristeza por la falta de justicia en el caso y el orgullo que aún siente por su hijo.

Por la importancia del documento, la siguiente es la carta íntegra de Alicia Rabadán de Parral, dada a conocer hoy, en el Día de las Madres.

Por Alicia Rabadán de Parral

Quiero decirte que yo creo en la responsabilidad colectiva más que en la personal. La vida de un ser humano puede caer muy bajo si creció en un ambiente adverso, carente de expectativas, de seguridad o de amor. Entiendo que alguien como tú con todas esas privaciones, tendrá muchas razones para no valorar la vida y cometer actos de brutalidad.

En cambio, una buena persona ama la vida y a sus semejantes y creo en eso porque mi hijo Jorge siempre tuvo abundancia en todo. Como padres le dimos un hogar lleno de amor y de valores, donde se sintiera seguro y apreciado. Gracias a su esfuerzo tuvo oportunidades en la vida, las aprovechó al máximo y obtuvo muchas satisfacciones. Le hicimos ver también la buena fortuna de haber nacido en un hogar así, y le explicamos la importancia de ayudar a los demás cuando fuera posible. Teniendo tanto en la vida, no hay cabida para la violencia y hasta sentimos compasión por quienes la eligen como camino. Sin embargo, aún no he podido sentir ni siquiera lástima por ti.

¿Qué pensabas cuando jalaste el gatillo a quemarropa, más de diez veces contra alguien indefenso? ¿Qué sentiste mientras callabas con una bala sus gritos de súplica?

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