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El Tívoli, recuerdo de lo que fue



Domingo 08 de Julio de 2018 8:40 am

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Gran cantidad de la población de Colima se dio cita en El Tívoli a finales del Siglo XIX, para apreciar el arribo del primer ferrocarril a la capital.


EN la capital del estado existen colonias marginadas, exentas de gran parte de los beneficios de programas sociales, pero también de servicios públicos, lo que da como resultado desigualdad, conflicto e inseguridad.

El Tívoli se encuentra al sur de la ciudad de Colima, lugar reconocido por noticias que resaltan su falta de seguridad. Sin embargo, hace mucho tiempo, fue un lugar de gran belleza y escenario de acontecimientos importantes, situación que lo llevó a significar la puerta al progreso del estado.

Agustín Márquez Gileta, archivista del Ayuntamiento de Colima, explicó a Diario de Colima que en El Tívoli se construyó una Quinta (casa campestre rodeada de huertos) a finales del Siglo XIX, por lo que se le dio precisamente este nombre, inspirado en una ciudad del Lacio, Italia, en la provincia de Roma, la antigua Tibur, una localidad de gran belleza por su paisaje rústico de bosques y cascadas, lo que le daba un clima más fresco que en la poblada capital del imperio, por lo que El Tívoli italiano se convirtió en el lugar favorito de veraneo para la construcción de residencias de jerarcas romanos.

Pero regresando a Colima, esta finca fue construida en lo que se llamaba “El Llano de Santa Juana”, un lugar muy importante en la historia de Colima, ya que el 12 de julio de 1812 se libró una batalla entre los que querían independizar a Colima y México, comandados por Calixto Martínez, mejor conocido como Cadenas, y el ejército del Virrey de la Nueva España, donde murieron cerca de 300 colimenses.

 

EL TREN

 

Gracias a que El Tívoli era un lugar atractivo, los gobernantes de aquellos años decidieron construir la primera estación de tren de la ciudad. Fue en 1889 cuando llegó la primera máquina de acero a la capital, acontecimiento sin precedentes, ya que tomando en cuenta que no existían modernas vías de comunicación foráneas, excepto el Camino Real, la llegada del tren fue el gran empuje de la ciudad, un detonante casi instantáneo de la economía regional, al poder expandir productos locales a distintas partes cercanas a Colima y a otros lugares del país, como limones, cocos y café.

El tren, primero venía de Manzanillo y sólo llegaba hasta Colima; pero años después, el 12 de diciembre de 1908, Porfirio Díaz llegó en el ferrocarril procedente de Guadalajara, con lo que quedaba inaugurada oficialmente la vía de comunicación más moderna y rápida de aquellos años.

El resultado más palpable y fructífero de la Revolución Industrial había llegado a El Tívoli, a tierras colimenses, y con ello, el progreso de la región. Toda la economía local y regional se movía por ferrocarril. Incluso, en esta colonia aún existe la avenida llamada “Progreso”, nombrada así en aquellos años.

Gracias a la modernidad que llegó a la región, comenzaron a construirse las grandes casas de los gobernadores y altos mandos del estado, incluso vivían los cónsules de Francia, Estados Unidos, Inglaterra y España. En el ámbito laboral e industrial también hubo un gran avance, ya que se instalaron almacenes de granos, molinos arroceros, así como la comitiva empresarial de bienvenida a los visitantes foráneos, como hoteles y fondas.

En palabras de Agustín Márquez, “encontramos en las Actas del Cabildo de 1906, que se encuentran resguardadas en el Archivo Municipal, que el propietario de la Quinta era el señor Ramón Trejo, quien donó una parte de su finca para que se alineara la barda perimetral y pudiera abrirse el famoso ‘Paseo del Progreso’.

“También leímos en los documentos del Archivo Histórico del Municipio de Colima que el señor Blas Ruiz introduce un teléfono en la ciudad para comunicarse desde su casa, hoy Palacio Federal, con su molino de arroz de El Tívoli, siendo esta línea, uno de los primeros teléfonos en Colima”.

 

QUEDA EL RECUERDO

 

A pesar de que en las primeras décadas del siglo pasado El Tívoli vivía una “utopía de progreso”, esto comenzó a cambiar drásticamente. Los centros de desarrollo económico y político de la ciudad se fueron desplazando a otras zonas

En la década de los 40, Colima comienza con la revolución de las carreteras, para darle el espacio necesario a los medios de transporte, como los autobuses y automóviles, inaugurando las carreteras a Guadalajara y Jiquilpan; los camiones de pasajeros realizan sus arribos al Jardín Núñez, lugar más cercano que El Tívoli al centro de la ciudad.

El Camino Real es altamente transitado, los automóviles pueden entrar directamente al corazón de la capital; los Consulados comienzan a desaparecer y los Gobernadores se van a otros rumbos, en donde la modernidad hace acto de presencia.

El progreso ya no entraba por el tren, ahora lo hacía por las carreteras, y poco a poco El Tívoli empieza a decaer. La gente que vivía alrededor de la Quinta permaneció en su lugar, pero la falta de trabajo, resultado de la disminución económica de la zona se hizo presente.

El ferrocarril de pasajeros siguió laborando a pesar de que la gente prefería trasladarse en autobuses. Alzada, Villegas, Atenquique, Tuxpan, Zapotiltic, Huescalapa, Ciudad Guzmán, Sayula, Tlajomulco, eran algunas de las localidades en donde el tren hacía su parada antes de arribar a Guadalajara, y así lo estuvo haciendo por décadas, hasta que el 22 de septiembre de 1997, la Coordinación Ejecutiva de Transporte de pasajeros del Ferrocarril Pacífico Norte, antes Ferrocarriles Nacionales de México, anunció que los trenes de pasajeros que corrían diariamente entre Guadalajara y Manzanillo se cancelaban definitivamente.

Hoy, a casi 130 años de la llegada del progreso a Colima ingresando por las puertas de El Tívoli, sólo queda el recuerdo vano de aquellos tiempos. Las instalaciones de la estación de tren de pasajeros que hace 21 años seguía con vida, está vacío, sin la presencia de los paseantes de aquellas épocas, los recuerdos del sonido de los bombos y platillos y el estruendo de las grandes máquinas de las locomotoras trayendo la modernidad a tierras colimenses, se han perdido.

Mario CASTILLO DERBEZ



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