Los sopitos de la Villa
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Domingo 12 de Agosto de 2018 8:33 am
+ -Los sopitos tienen un gran arraigo en la cultura culinaria de Colima, con más de 80 años de tradición.
LA comida
regional es el sello distintivo de cada provincia y zona del país, y Colima ha
trascendido por tener una cocina abundante y diversa, debido a que nuestro
territorio, aunque pequeño, contiene gran variedad de suelos, por lo que la
diversidad de flora y fauna ha provocado que la cocina popular y tradicional
colimota tenga en su acervo platillos “especiales”.
De entre tales
especialidades, hay un antojito muy regional que se prepara en todos los
rincones del estado: los sopitos que, según nos han contado siempre, son
nativos de Villa de Álvarez.
Pero para que
este platillo típico llegara a satisfacer el paladar de los colimenses, se
necesitó que alguien los preparara con ese toque especial que los caracteriza,
de manera que siguieran en la tradición regional.
LOS SOPITOS DE MINGA
El archivista
Agustín Márquez Gileta nos cuenta que una de las mujeres precursoras en la
deliciosa elaboración de los sopitos fue Dominga (Minga) Rodríguez López, mujer
que impuso su estilo de cocinar este platillo en Villa de Álvarez, cuyo legado
prevalece en nuestros días y se posicionó como parte de la cultura culinaria
que distingue a Colima de otros estados y países, por la receta única.
Para cocinar
sopitos, Minga empezaba el proceso un día antes, cuando compraba el maíz y lo
cocía con cal en una tina que ponía sobre leña; de ahí resultaba el nixtamal en
brasas. Ya con la masa hecha, le daba otra pasada con más agua y en un metate,
para luego hacer los sopitos sobre un comal alimentado con leña, no con gas
como en los tiempos modernos; después los asoleaba un poco sobre las tejas.
Enseguida cocía
la carne molida que había comprado el mismo día por la mañana, pues no se
usaban los refrigeradores en aquellas épocas; también ponía a cocer jitomates
de un sabor especial, el criollo, sembrado en Comala, a la orilla de ríos y
barrancos, para después poner otros ingredientes y molerlos en molcajetes. Por
todo esto es que la salsa de sabor peculiar que elaboraba Minga, ya no se puede
hacer igual.
La gente recuerda
que por las calles empedradas de la Villa de aquellos tiempos, se veía pasar a
Minga, seguida de su familia, desde hijos hasta nietos, todos colaborando con el
negocio, cargando sillas, mesas, ollas, brasero, dirigiéndose al jardín
principal. Minga colocaba dos mesas con largas bancas de madera en las calles
laterales del jardín e iluminaba el espacio con luz de petróleo.
Para freír los
sopitos en manteca de cerdo (el aceite llegó a Colima en la década de los 70)
usaba una cazuela de barro que colocaba sobre brasas de leña, lo cual le daba
un sabor distinto a los sopitos de ahora, que son freídos con gas y en
cacerolas de aluminio.
El 6 de febrero
de 1978, Minga partió para no volver nunca, dejando su legado culinario como
muestra e inspiración para futuras generaciones.
En el año de
2002, el Ayuntamiento de Villa de Álvarez que presidía Felipe Cruz Calvario,
realizó la Primera Feria del Sopito, con una muestra gastronómica, exposición
fotográfica, música y toda una gran fiesta del tema, pero el evento central fue
tratar de cocinar los famosos sopitos de Minga, tal y como ella los hacía,
siguiendo su receta y los ingredientes que usaba, de acuerdo a información que
su descendencia aportó.
Sin duda, una buena intención de rendir homenaje a una de sus creadoras de los sopitos de la Villa y de investigar acerca de este platillo. Pero hay que saber que cuando una persona le da su toque especial a su comida, es muy difícil igualarla, sobre todo porque los ingredientes que Minga utilizaba, tampoco están.
LAS PIONERAS
Cuando se habla
de la comida típica regional, mucha gente alza la mano para adjudicarse la
primigenia creación, pero es muy difícil saber quién o quiénes son las
creadoras originales. La tradición de los sopitos de la Villa es muy arraigada,
por lo que muchas soperas de la región se autonombraban “la primera”: Meche,
Minga, Juanita, Julia, etcétera. Si nos basamos en documentos oficiales para
avalar su historia, se ve el asunto más tangible.
La primera
alusión a las soperas en documentos antiguos data de 1930, citando el Barrio de
El Globo, en la capital colimense, donde se cuenta que unos gendarmes son
reportados por estar comiendo sopitos en horas de guardia en esa esquina. La
segunda referencia es de Villa de Álvarez, y está ubicada en 1934, lo que nos
indica que no sería una de las famosas soperas señaladas líneas arriba
realmente la primera.
Un número del
periódico El Reconstructor (E-175, pos. 8), el cual se encuentra en resguardo
del Archivo Histórico del Municipio de Colima, narra un curioso pasaje
histórico en donde salieron a relucir las soperas de la época, atestiguando la
longevidad de la tradición culinaria, el cual dice así:
“De regreso de
Comala, la tarde de ayer domingo, un nutrido grupo de correligionarios
esperaban en la plaza del lugar (Villa de Álvarez) a nuestros delegados. Desde
al llegar, se dejó sentir una bien armada porra, capitaneada, por el Dip. Local
José María Salazar, personaje que ante el desmoronamiento del Independiente
viene sintiéndose dueño del mandado y quiere ser sucesor del Gobernador”.
Y continúa la
narración: “nuestros correligionarios fueron insultados y un humilde obrero fue
golpeado por un policía llamado Cruz Campos y un hombrecillo pequeñín llamado
Leonardo Gutiérrez, que en estado de ebriedad servía de bufón a los porristas.
Los ánimos se caldearon, pero mientras tanto porristas y correligionarios
temerosos de un conflicto, habían salido a la plaza pública, hasta que llegó el
Coronel Jiménez con instrucciones de reprimir el desorden, entonces los
porristas salieron corriendo de la plaza pública al ver llegar al Coronel. Las
soperas y las pozoleras quedaron dueñas de las pistolas que tiraban totalmente
los porristas”.
Podemos afirmar
que desde hace más de 84 años los sopitos existían en nuestra región, quedando
la gran duda de quién creó realmente este emblemático antojito que, en la
actualidad, podemos encontrarlo en casi cualquier fonda o cenaduría de Colima.