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La antigua travesía a Manzanillo



Domingo 09 de Septiembre de 2018 9:27 am

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ANTES de que el progreso y la modernidad llegaran a Colima a principios del Siglo 20, el tránsito por el estado era una tarea muy complicada. Imaginémonos por un momento a los habitantes de aquellas épocas, que por razones muy particulares necesitaban trasladarse de la capital al puerto de Manzanillo; sin duda, una tarea difícil.

Sin el ferrocarril en nuestras tierras, el camino entre Colima y el puerto era sumamente arduo y peligroso, sobre todo pasando por la zona de Armería, ya que sus espesas selvas eran casi impenetrables; la gente tenía que hacer un largo recorrido para bordear la laguna de Cuyutlán, cruzando un enorme bosque, que en aquellas épocas era conocida en la región como la Selva de Cualata.

CAMINO SINUOSO

Según el periodista Víctor Manuel Martínez, en una publicación de un foro de difusión cultural e histórica llamado Colima de Ayer, los relatos de estas travesías remontan a los Siglos 18 ó 19, donde se asegura que se llegaba al puerto desde Colima siguiendo la orilla del río Armería, continuando el Camino Real, arribando hasta el llamado Paso del Río, donde había una hacienda que llevaba ese mismo nombre, pero en esta región había muchos forajidos esperando el paso de los caminantes; sin lugar a dudas, una región peligrosa para la época.

Siguiendo el camino, se llegaba al Rancho Casablanca, la extensión hacia el río, conocida como Los Llanos de San Bartolo, y el Rancho de Santa Rosa o de La Báscula, así como la Hacienda del Casco, muy cerca de lo que fuera propiedad de los Michel, familia del gran pintor colimense Alfonso Michel.

Cruzando el río, el paraje cambiaba drásticamente, ya que aquí comenzaba terreno inexplorado y lo que esto representa, un sinuoso camino hasta llegar a Manzanillo, un lugar que atraía por ser la puerta del Pacífico.

UN TRAMO PELIGROSO

A pesar de que a finales del Siglo 19 ya se contaba con el servicio del Vapor Colima para hacer el traslado de personas y carga con seguridad, la mayor parte del tiempo se tenía que optar por ir entre brechas en medio de los breñales, de inhóspitos manglares y una fauna y flora exuberantes, todo bajo un clima caluroso y extremadamente húmedo, algo característico de la región, pero para poder atravesar el territorio, las personas tenían que realizar senderos.

Esta selva contaba con abundantes plantas hidrófilas, es decir, que se dan cerca de algún cuerpo de agua, como ríos y arroyos, que son refugio para muchas aves migratorias y reptiles. Aparte de la selva mediana y baja caducifolia, también se topaba con zonas de selva baja espinosa, helechos, manzanilla de la muerte o manzanillo, matorral tropical, manglar y palmar, acacia, huaje tecomate, palo santo, árbol de zorrillo, mangle rojo y blanco, impresionantes parotas e higueras, entre muchas otras plantas y arbustos.

ECOSISTEMA DIVERSO

La diversa fauna no se quedaba atrás, en aquellas épocas era abundante, se dice que había ocelote, venado, lince, gato montés, tigrillos, jabalíes de collar, tlacuache, cacomiztle, musaraña de cola corta, así como yaguarundí, mapache, coatí, tejón, zorra gris, coyote, armadillo, conejo, tuza, güinduri, zorrillo, perrito de agua o nutria, puma, oso hormiguero.

También los cielos se surcaban de una gran variedad de especies, como chonchos, pericos loros, garzas, flamencos rosas, pichichis, tildíos, torcasitas, zopilotes, loros cabezas amarillas, codorniz o gallina de monte, mulato, auras, quebrantahuesos o queleles, halcones, chachalacas, gansos canadienses, pelícanos, güilotas, palomas, cotorra guayabera y atolera, golondrina, reyezuelo, pizarra y zanate, sin dudas un imponente ecosistema.

A pesar de los riesgos latentes de la fauna, los viajeros de la época se podían dar un banquete visual al tener todo a su camino, pero también tenían que estar atentos a los peligros de los asaltantes 

Sin duda, flora y la fauna eran algo abundante en esos días. Como ejemplo, llama la atención que un antiguo poblado conocido como Zorrillos, hoy renombrado Los Reyes, se denominó así porque aparte de que indudablemente este mamífero era muy común en la zona, también tenía muchos ejemplares en sus alrededores de una planta que se caracterizaba por un hedor bastante fuerte que recordaba al de los orines de la mofeta.

Para llegar al puerto en aquellas épocas se necesitaba cruzar parajes realmente peligrosos; la gente acaudalada de Colima podía ir a las playas de Cuyutlán, pero ir por placer a Manzanillo no era algo que se frecuentaba, sólo se iba por cuestiones comerciales.

La población de Cualata, ubicada a medio camino entre Armería y Manzanillo, hoy es conocida como Venustiano Carranza, aunque la gente la sigue llamando de forma general Cualata, porque el personaje revolucionario, a pesar de ser destacado de la vida nacional, no tiene ninguna relación con la región y mucho menos con esta pequeña población.

El viaje hacia Manzanillo comenzó a facilitarse a partir de 1871, cuando el norteamericano Augustus Morrill inició los viajes del Vapor Colima a través de la laguna de Cuyutlán, pero sólo podía realizarse en la época de lluvias, entre junio y noviembre, en que el nivel de la laguna era suficientemente alto para permitir el trayecto, para evitar que la nave se atascara en el fondo.

Después se realizó un proyecto para comunicar la laguna con el río Armería, de manera que pudiera haber navegación todo el año en el vaso lacustre, pero los costos eran demasiado elevados y no se efectuó y se prefirió, en 1882, la introducción del tren de vía angosta, por lo que se volvió obsoleta la navegación en la laguna, así como los inseguros y peligrosos viajes por tierra.

Desde entonces, el tránsito al puerto comenzó a ser seguro y más frecuente, pero aun así, no toda la gente podía costear el ascenso al tren, por lo que tuvieron que pasar muchos años para que este hábito mermara; poco a poco los paseantes dejaron de cruzar las selvas de la región para pasar a ser sólo una anécdota más de los rincones de Colima.

Mario Alberto CASTILLO DERBEZ



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