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¡Padrino, mis empanadas!



Elena DEL TORO

Domingo 30 de Septiembre de 2018 8:42 am

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En el jardín principal de Villa de Álvarez corren los días de gran venta y consumo de empanadas, una tradición que crece entre los colimenses.

“¡HAY empanadas de coco, piña y leche!”, frase típica con la que hace varios años se anunciaban los panaderos que cargaban el canasto por las calles y el jardín de Villa de Álvarez.

Actualmente, en el novenario en honor a San Francisco de Asís (25 de septiembre al 4 de octubre), las empanadas siguen teniendo éxito de venta en la Villa. Pero ya no son solamente de coco, piña y leche; también las hay de fresa, cajeta, camote, manzana, zarzamora, champiñones, jamón, peperoni, hawaiana, picadillo, chabacano y philadelfia con zarzamora.

¡Padrino, mis empanadas!, es la petición tradicional actual de estos festejos. Quien la dice, le está pidiendo a la persona que se dirige que le regale una empanada.

Para los panaderos, esta festividad es muy importante, porque sus hornos no se dan abasto para la elaboración del producto. Ellos venden directamente en el jardín de la Villa o a otros comerciantes.

Julio César Castillo Gutiérrez, nieto de Jesús Gutiérrez Iglesias (El Cacheto), indica que la empanada tiene mucha demanda en estas fechas, y trabajan lo humanamente posible para satisfacerla, pues la elaboran de manera manual.

Estos días, el jardín de Villa de Álvarez se impregna con el olor de las empanadas de los más de 40 puestos ahí se instalan. La empanada es parte fundamental de los festejos en honor a San Francisco de Asís.

 

LA TRADICIÓN

 

Aunque no hay datos registrados documentalmente, la tradición oral refiere que la empanada es el pan hecho por los franciscanos, sostiene el vecino de Villa de Álvarez, Petronilo Vázquez Vuelvas. “Era el pan hecho por los monjes de la Edad Media, era un pan con dulce en medio que hacían para los viajes largos o sus meriendas”, precisa.

Puntualiza que la empanada está asociada con San Francisco de Asís, porque este santo se deriva de la Orden de los Franciscanos. “Ese es el vínculo entre la orden religiosa de los franciscanos y las empanadas que se ofertan en Villa de Álvarez”.

Añade: “Desde que tengo uso de razón, ha habido empanadas. Anteriormente sólo había de coco, piña y leche, las ofrecían los panaderos más acreditados de aquella época de Villa de Álvarez, como Palacios, Olmos, Cacheto, Juan El Bule y otros panaderos que había en el municipio”.

Los panaderos se presentaban en el centro de la Villa con sus canastos para vender empanadas y decían el refranero: “¡Hay empanaditas de coco, piña y leche! Eso sucedía cuando el jardín de la Villa nada más era de la orilla del atrio de la iglesia a la calle Merced Cabrera, menos de la mitad de lo que actualmente es”.

Anteriormente, la festividad de San Francisco de Asís era muy llamativa. “Las calles se iluminaban porque la gente colgaba faroles en sus fachadas, había gusanos y canastas que se pegaban en la pared, eran de carrizo y papel de china de muchos colores, y en medio había un candelabro en donde se colocaba una vela de parafina.

Ese escenario era muy bonito porque toda la calle se iluminaba, eran cuatro o cinco con esos faroles y pasaba la chirimía en la mañana y en la noche”.

Después, se usó que una banda de música pasara a dar el alba en algunos barrios, cuando ya era una ciudad un poco más grande. Mientras que por la tarde-noche, en el jardín principal se instalaban puestos de buñuelos y cañas, “era lo que más se veía y, por supuesto, las empanadas que los panaderos llevaban en canastos”.

De la frase: ¡Padrino, mis empanadas!, Vázquez Vuelvas dice que la tradición oral indica que una vez, un padrino en lugar de aventar bolo en el atrio de la iglesia, ofreció empanadas. “Entonces, a los niños después se les quedó la costumbre de decirle: “¡padrino, mis empanadas!”, el 4 de octubre o en el novenario, pero eran sus padrinos reales”.

Agregó que en la actualidad se sigue diciendo la frase para ganarle a la otra persona, la cual tiene el compromiso tácito de comprarle una empanada a quien la pidió.

Vázquez Vuelvas subraya que Villa de Álvarez es un pueblo muy tradicional, con sus festejos charrotaurinos, la plaza de toros La Petatera y las empanadas que las órdenes franciscanas consumían y hasta vendían para mantenerse.

 

LAS RECETAS

 

Julio César Castillo Gutiérrez, nieto de Jesús Gutiérrez Iglesias, El Cacheto, señala que esta tradición ha retomado mucha fuerza. “Mi abuelo tiene casi nueve años que falleció y en los últimos años que vio la producción me decía que era algo increíble, que no abusáramos de trabajar tanto, pero son los únicos días buenos de venta y la gente lo está pidiendo; hacemos lo humanamente posible porque casi todo se hace manual”, refiere.

Indica que la Panadería Cacheto fue fundada por su abuelo en 1936, y desde el año 2000 su familia se hace cargo, siguiendo la misma receta tradicional y con los rellenos tradicionales de coco y leche. “Aunque actualmente hay muchos rellenos de fresa, cajeta, es muy respetable, pero nosotros seguimos con la tradición y conservando esos sabores”.

Añade que durante el novenario a San Francisco de Asís se incrementa el trabajo, y “conforme se va acercando el día de la celebración, se va aumentando más la producción (…) se da prioridad a la empanada, porque la demanda es demasiada, entonces tratamos de cubrir esa parte de la gente que busca la empanada en estos días, cuando en realidad todo el año la elaboramos”.

La producción empieza a las 5 de la mañana, pero para el 4 de octubre, cuando se celebra al Santo Patrono de Villa de Álvarez, la producción empieza el día 3, a las 10 de la noche, “toda la noche, toda la mañana y hasta parte de la tarde”.

Indica que durante todo el día hay venta de empanada, “no se hace con días de anticipación, todo se hace al día”, con los ingredientes básicos, que son harina, azúcar, sal, levadura y manteca vegetal, además del relleno de coco y leche.

Blanca Estela Olmos Ventura, desde hace 30 años vende empanadas en el novenario en honor a San Francisco de Asís. Su papá, Salvador Olmos Rodríguez, elabora la masa.

“La receta no ha cambiado nada, porque sigue mi papá todavía, él es quien la elabora la masa, él tiene más de 50 años haciendo empanadas y 60 años haciendo pan (…) los ingredientes de la masa él los sabe, pero el resto de la preparación, como el relleno, lo hacemos nosotros”.

Refiere que aunque al inicio de la administración municipal a su cargo, Yulenny Cortés León quiso cambiar el nombre a la festividad para llamarle “feria de la empanada”, persistió la tradición de que es en honor a San Francisco de Asís. Ahora, el Ayuntamiento de Villa de Álvarez lleva a cabo el festival cultural “¡Padrino, mis empanadas!”, del 25 de septiembre al 7 de octubre, con presentación de eventos artísticos y culturales, así como conferencias sobre las tradiciones villalvarenses.

Mientras que en el templo se llevan a cabo los oficios religiosos, afuera, en el jardín de la Villa, las personas disfrutan de sus empanadas, cañas, gorditas y paletas, pero también pueden comprar artesanías.

Elena DEL TORO



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