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Colima revolucionario


El general Álvaro Obregón y algunos militares dialogan sobre las vías férreas, en los límites de Colima y Jalisco.

Domingo 18 de Noviembre de 2018 9:07 am

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EL próximo martes 20 de noviembre, se celebrará el 118 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana de 1910, movimiento armado que también tuvo eco y repercusiones en Colima.

EL próximo martes 20 de noviembre, se celebrará el 118 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana de 1910, movimiento armado que también tuvo eco y repercusiones en Colima.

Cuando fue inaugurado el ferrocarril que llegaba de Guadalajara en 1908, se dio por sentado que era la vía de comunicación más avanzada de la época, pues se suponía que significaba el avance en la modernización de la industria, el comercio, la agricultura, los caminos, así como en la administración pública y la vida política del país.

Pero ese progreso sólo lo alcanzaban los adinerados. En contraparte, las condiciones precarias en las que vivía la clase trabajadora hizo que surgieran reclamos para mejorar sus condiciones de vida, pidiendo mejores salarios y justicia social para salir de la pobreza, vislumbrándose el descontento social en Colima.

Este clima de desigualdad se percibía en todo el país, por lo que Francisco I. Madero fundó el Partido Antirreeleccionista, del cual se postuló para Presidente, en atención a lo dicho por Porfirio Díaz, de que ya no se reelegiría porque los mexicanos estaban maduros para elegir, mediante el voto, a sus gobernantes. Con tal propósito, Madero comenzó a difundir por todo el país sus ideas, y en su agenda estaba visitar Colima.

 

LA VISITA DE MADERO

Francisco I. Madero tuvo una corta estadía en Colima, a donde llegó en tren el 27 de diciembre de 1909 y pernoctó en el Hotel Cosmopolita, el cual estaba ubicado en el cruce de las calles Principal (Madero) y De los Once Pueblos (Ocampo).

El 28 de diciembre, Madero organizó un mitin al que acudieron poco más de 100 personas, las cuales escucharon su mensaje acerca de la democracia y las elecciones. Sin embargo, la reunión fue disuelta por la policía y Madero tuvo que trasladarse a Manzanillo, para de ahí partir a Sonora y continuar su campaña política.

En julio de 1910, el movimiento armado cobró fuerza tras el fraude electoral que consumaba un mandato más de Porfirio Díaz, hasta que el 31 mayo de 1911, Díaz abandonó el país, asumiendo Madero la Presidencia, tras la victoria que consiguió en nuevas elecciones.

En Colima, el movimiento maderista se impuso después de que un grupo de simpatizantes al mando del excomandante de policía, Eugenio Aviña, tomó la capital y demandó la renuncia del gobernador porfirista, Enrique O. de la Madrid, y como éste último cedió a la petición, la transición en el estado fue pacífica.

 

EL ASEDIO DE OBREGÓN

Madero fue derrocado en febrero de 1913 por Victoriano Huerta, quien asumió la Presidencia de la República. Después, Huerta destituyó a Trinidad Alamillo como gobernador de Colima, imponiendo su poder al asignar una serie de gobernadores interinos en el estado, lo cual mermó la tranquilidad que se vivía debido al naciente movimiento revolucionario.

Al gobierno de Huerta lo desconocieron grupos revolucionarios y Venustiano Carranza organizó un ejército para derrocarlo, entre cuyos integrantes destacaban, en el norte del país, los generales Francisco Villa y Álvaro Obregón. Así inició la Revolución.

Según el libro La Revolución en Colima, de Ricardo B. Núñez, a mediados de 1914, el poderoso ejército del noroeste, comandado por Álvaro Obregón, ya había tomado la ciudad de Guadalajara y se dirigía a Colima, por lo que se temía un asalto violento.

Ante ello, el entonces gobernador Antonio Delgadillo, militante huertista, mandó una comisión al encuentro del general Obregón, para hacerle creer que entregaría Colima sin pelear, cuando lo que en realidad quería era ganar tiempo para que el Ejército federal fuera reforzado por una brigada proveniente de Guaymas. Sin embargo, Obregón sospechó de un plan en su contra, por lo que optó por bajar del tren en que viajaba y tomó las veredas del antiguo Camino Real.

Obregón mandó una avanzada a cargo del coronel Jesús Trujillo para que, con 400 de sus soldados y un grupo de alzados maderistas de la región de Guadalajara, se acercaran a la ciudad de Colima y entraran divididos en dos contingentes, y así fue: uno entró por el camino de la barranquilla del Río Colima y otro por el Camino Real.

Al enterarse el gobernador Delgadillo de la irrupción de los grupos armados, huyó a Michoacán; mientras que sus funcionarios partieron a la estación del tren con la idea de refugiarse en Manzanillo.

En las primeras horas del domingo 19 de julio de 1914, el coronel Trujillo se enteró de la huida del Gobernador y del movimiento de funcionarios del gobierno estatal en la estación, por lo que decidió llegar al Paseo Progreso, donde se encontraba la estación ferroviaria. El combate fue inminente. Los soldados yaquis no tuvieron rival, por lo que la rendición fue rápida y fusilaron a quienes intentaron escapar.

Trujillo fue advertido que muy cerca de ahí, en la hacienda de La Albarradita, junto al Río Colima, había un destacamento del Ejército federal con alrededor de 100 efectivos, esperando el paso del tren, por lo que se dispuso a partir para enfrentarlos.

A su llegada se encontró con la sorpresa de que los soldados se rindieron ante su inminente victoria, pero a pesar de su entrega, Trujillo ordenó que fusilaran a todos, lo cual fue considerado un crimen de guerra. Después de la masacre, la tropa se perfiló camino al centro de la ciudad.

 

LA TOMA DE COLIMA

El general Obregón se encontraba cerca del pueblo El Trapiche cuando fue informado de lo ocurrido en la capital colimense. Apresuró su paso y entró a la ciudad por el Camino Real, pasando por la garita junto al Salatón de Juárez, donde la gente vio desfilar al imponente ejército de alrededor de 2 mil hombres comandados por el sonorense, para luego llegar a la capilla de la Sangre de Cristo. Ahí fue tomada la ciudad, tan sólo con una avanzada.

El libro Breve Historia de Colima, de José Miguel Romero de Solís, narra que después de la toma de la capital colimense, el ejército yaqui pernoctó en todo el primer cuadro de la ciudad, viéndose la Plaza de Armas (hoy Jardín Libertad), y sus calles adyacentes iluminadas por las fogatas de los cerca de 2 mil hombres. El ornamento de la escena fueron todos los animales de granja que habían incautado en su camino. Antes de partir con rumbo a Manzanillo, Obregón ordenó que se catearan las casas y negocios de algunos ciudadanos de los cuales había tenido informes de que habían apoyado el movimiento huertista, haciéndose de un ostentoso botín.

Estos son sólo algunos hechos que atestiguaron el paso de la Revolución Mexicana por territorio colimense.

Mario CASTILLO DERBEZ



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