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Toda una vida de mariachi


Jorge Salazar Anguiano aprendió solo a tocar el violín, instrumento que, asegura, le ha dado todo lo que tiene en la vida.

Elena DEL TORO

Domingo 25 de Noviembre de 2018 8:53 am

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Como integrante de distintos mariachis, don Jorge ha dedicado medio siglo de su existencia a interpretar la música tradicional mexicana.

POCO más de 50 años de su vida los dedicó Jorge Salazar Anguiano a la música. Tocando el violín, dejó huella en varios mariachis del estado, aunque también tuvo actuaciones en Venezuela y Estados Unidos.

Es originario de la localidad de Tinajas, en esta capital. A los 19 años empezó a tocar el violín, y en 1963 se inició en la música del mariachi. Sin embargo, hace 2 años tuvo que guardar su instrumento musical y dejar de presentarse con el Mariachi Real de Colima debido a que el médico le pidió parar, por una arritmia cardiaca.

Tiene 74 años de edad y excelente memoria, por lo que cuenta a Diario de Colima su historia de vida y cómo, con su “sagrado violín”, sacó adelante a su esposa y cinco hijos.

 

LOS INICIOS

 

Aprendió a tocar el violín solo, pero trae la música en la sangre. Por parte de su papá, su tío Tomás Salazar Rojo era violinista, y por parte de su mamá, dos tíos también eran violinistas, Antonio e Isidoro Anguiano Guerrero.

“Me gustaba, hasta les reventaba las cuerdas, mi tío Antonio decía: ‘ya vino este caramba, y ya le reventó las cuerdas al violín’. Luego hice violines de carrizo, de caña de milpa”, indica Jorge Salazar.

Con Eutinio y Emeterio Pérez Acosta, el primero violinista y el segundo arpero, formaban parte del Mariachi del Rincón del Novillo, en una ranchería por Tinajas. A la par, trabajaba en el campo, sembrando maíz, frijol y ajonjolí, pero esa labor era por temporadas, así que el 20 de agosto de 1969 cambió su residencia a la ciudad de Colima. En el trayecto, se encontró a un amigo de Puerta de Ánzar, quien le preguntó por su violín, pero como no lo llevaba, le sugirió tocar la guitarra.

Con un instrumento prestado empezó a trabajar con su amigo. “Me fue muy bien. En el campo, por todo el día de trabajo ganaba 10 pesos, y ese día –como mariachi– ganamos 105 pesos cada uno”.

También se iba a tocar a las cantinas, que en ese tiempo estaban entre las calles Cuauhtémoc, Xicoténcatl y España. Ahí se encontró con unos conocidos de la Hacienda de Chiapa, también músicos, “y esa noche nos ganamos 55 pesos cada uno”. Durante un año estuvo trabajando con ellos.

En 1970 se incorporó al Mariachi Regional Colimense, del maestro Ramón Dolores Toscano, El Pío, con quien trabajó 6 años. “Era un buen músico, buen maestro, con toda la paciencia del mundo para enseñar, tengo mucho que agradecerle”.

Con el Mariachi Regional Colimense, don Jorge viajó a Tijuana y conoció a la mujer que posteriormente fue su esposa. Tiempo después dejó el grupo para irse a Estados Unidos, a invitación del trompetista Dolores Ruiz Berben, quien era de los pocos lectores músicos que había en Colima.

“Me animé y ahí vamos a brincar el cerro, por suerte que en el primer intento pasamos, amanecimos en la ciudad Oxnard, California. Estaba buscando el dinero, porque ya estaba casado y tenía dos hijos, queríamos una casita”. En el país vecino duró 11 meses tocando en un mariachi.

De regreso a Colima, se incorporó al Mariachi El Chiquillo, de don Manuel Covarrubias, donde permaneció 20 años, pero como también trabajaba por contratos con otros grupos, le tocó viajar en 1981 a Caracas, Venezuela.

“Dos años antes de que don Manuel se pusiera muy grave, paró de trabajar y dejó el mariachi a mi cargo, me pidió que le cambiara el nombre”, y el mismo don Manuel le sugirió llamarlo Mariachi Real de Colima, el cual nació el 6 de enero 1997, y Jorge Salazar estuvo al frente durante 20 años, pero en 2017, “el médico ya me paró de trabajar”, contó.

Actualmente, Jesús Vargas y José Manolo Madrigal están a cargo del Mariachi Real de Colima, “así vamos a ir de generación en generación, así tiene que ser”.

Sin embargo, Jorge Salazar dice que estará al pendiente, porque “es muy importante que no se acabe, es nuestra música mexicana que ha rebasado fronteras, y sigue gustando mucho entre la gente”.

 

EL ARTE DE TOCAR EL VIOLÍN

 

Indica que tocar el violín es un arte, pero se debe estudiar mucho y estar actualizándose, “porque la música que se grabó en los años 30, 40, 50, vuelve a salir con otros arreglos, y hay que volver a estudiar para dársela a conocer a las nuevas generaciones”.

En su retiro, don Jorge extraña mucho su vida en el mariachi. A sus hijos les dice que el violín “es sagrado, porque esta casita, este terreno, son puros violinazos, puras notas, puro sudor de la frente”, y les pide que lo cuiden.

Con su esposa procreó seis hijos, el primero murió y le sobreviven cinco, de los cuales, dos son músicos: Arnoldo Salazar Anaya es violinista y director del Mariachi de la Universidad de Colima, mientras que su hija, Blanca Elizabeth, trabaja en Ciudad Guzmán, también en la música.

“Me siento orgulloso, nunca tuve problemas con nadie, lo único que sembramos fue amistad, amigos, compañeros, que lo aprecian a uno y que los sigo apreciado como estos muchachos que son muy generosos.

 

SANTA CECILIA

 

El pasado 22 de noviembre se celebró a Santa Cecilia, patrona de los músicos. El Mariachi Real de Colima lo celebró con una misa en el templo de San Francisco de Asís, en Villa de Álvarez.

En la homilía, el sacerdote Refugio González explicó que Santa Cecilia es la patrona de los músicos porque el día de su boda, mientras todos cantaban y celebraban con la música de los romanos, ella se apartó y estaba en un silencio meditativo, cantándole a Dios.

Narró que la mamá de Santa Cecilia era muy creyente, pero su papá no, que era patricio, es decir, hombre de la alta alcurnia. Santa Cecilia, al ser educada por su mamá, se bautizó y consagró su vida y su virginidad a Dios, pero su papá la obligó a casarse con Valerio.

El día de la boda, cuando llegaron a la habitación nupcial, Valerio quería tomarla por esposa y Santa Cecilia le dijo: “Yo me consagré a Dios, soy de él, y Dios me puso un Ángel a que custodiara mi cuerpo. Si me tocas, te las vas a ver con su ángel”. Valerio prometió no tocarla, hasta que le enseñara a ese ángel, y Santa Cecilia le pidió que se bautizara, lo cual hizo.

“Valerio, al ver la caridad de Urbano IV, que era misionero de los pobres, al escuchar las palabras, se bautizó y esos días mataron a todos esos que bautizaron, y Valerio vio cómo mataban a los mártires, y su valentía para enfrentar la muerte, y dijo, yo también quiero ser cristiano, y no tocó a Santa Cecilia”.

Después, Valerio y Tiburcio, el hermano de Santa Cecilia, fueron asesinados porque no claudicaron en su fe. A Santa Cecilia le pidieron renunciar a su fe y que adorara al emperador y sus dioses, y les dijo que era cristiana y adoraba a su único Señor.

En consecuencia, la encerraron en un baño romano con calefacción, “le metieron tanta leña para que muriera quemada por el vapor, pero no le pasó nada”, por lo que un verdugo trató de degollarla y no pudo, la dejó herida y murió al tercer día. En 1529, el papa Gregorio 13, la canonizó.

Elena DEL TORO



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