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Paletas de la Villa, sabor y tradición



Domingo 13 de Enero de 2019 8:29 am

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En el corazón de la ciudad de Villa de Álvarez, en el establecimiento ubicado en un extremo del Jardín Principal, se le atiende con gusto y con una amplia sonrisa, para ofrecerle 60 sabores distintos de paletas, de agua o de leche.


Durante 61 años, “Las Paletas de La Villa” han refrescado y endulzado la vida de colimenses y foráneos. Su permanencia en el gusto de la gente se debe a la persistencia de los propietarios de este negocio por ofrecer paletas con sabores exquisitos.

En el corazón de la ciudad de Villa de Álvarez, en el establecimiento ubicado en un extremo del Jardín Principal, se le atiende con gusto y con una amplia sonrisa, para ofrecerle 60 sabores distintos de paletas, de agua o de leche.

Una de las paletas tradicionales es la de vainilla con ate de membrillo, pero también hay sabores cien por ciento colimenses, como tejuino y tuba, e innovadores como baylis, yaca, calabaza y frutos secos.

“Quien no ha probado una paleta de La Villa es como si no hubiera venido a Villa de Álvarez: Don Leobardo Dueñas Naranjo”. Cita una placa colocada en la entrada principal de la tienda.

DON LEOBARDO, SU CREADOR

Don Leobardo Dueñas Naranjo nació el 18 de enero de 1927, en Colima. “Fue en su juventud cuando descubrió el oficio de elaboración de paletas; en ese momento no se imaginaba hasta dónde lo llevaría su esfuerzo y determinación. En 1957 fundó, junto con su familia, ‘Las Paletas de La Villa’, ampliamente reconocidas por su calidad y sabor, cualidades que las posicionaron en el gusto de los colimenses, forjando una tradición que atrae tanto a locales como extranjeros; y fue gracias a la dedicación, que hoy en día son todo un referente en el estado”, refiere la placa de presentación del negocio.

Se caracterizó por ser un hombre alegre y servicial, ofreciendo respeto y amabilidad a sus clientes, a lo largo de 56 años que dedicó a su negocio.

Quienes lo conocieron, dicen que gran parte de su éxito como empresario se debió a su disciplina y perseverancia. Su esposa, hijos y amigos, fueron un motor importante en el camino del emprendurismo.

Las Paletas de la Villa conservan su sabor tradicional, hechas con productos locales; sus ingredientes son azúcar, frutas y leche de ordeña. No contienen ningún tipo de color, conservador o sabor artificial.

El señor Leobardo Dueñas falleció en el año 2013, mientras que su esposa, la señora Ana María Sandoval Torres, nació en 1929 y murió en 1980.

Aunque ambos iniciadores de Paletas de la Villa ya no están presentes físicamente, sus espíritus continúan presentes en este próspero negocio familiar, en cuyo interior se encuentra una gran fotografía del matrimonio Dueñas Sandoval y sus descendientes continúan con su legado.

Actualmente, el encargado de perpetuar esta tradición es el doctor José Luis Dueñas Sandoval, hijo de don Leobardo, quien vio nacer y fue parte del proceso de desarrollo de esta empresa.

SE CONSERVA EL SABOR

Desde el mostrador del negocio se observa un letrero con los 60 sabores de paletas: 33 son de agua, unas con variaciones como piña, mango con chile y sin chile; así como 24 de leche. También ofrecen helados y agua fresca. El techo está decorado con petates, en alusión a la tradicional Plaza de Toros “La Petatera”, de Villa de Álvarez. Es así que este negocio ofrece innovación y tradición.

Entrevistado por Diario de Colima, José Luis Dueñas indica que tienen 61 años en el mercado gracias a su persistencia, pues siempre están al pendiente de mantener a la clientela ofreciendo una paleta natural.

“Toda la paleta que hacemos es natural, tanto la leche de vaca como la fruta”. Además, conservan las frutas para tener todos los sabores durante todo el año, aunque ya no sea la temporada.

Haciendo un poco de historia sobre los inicios del negocio, recuerda que su papá se fue a radicar a Jilotlán de los Dolores, en Jalisco, donde se casó, pero también vio que en ese lugar se vendían bien los raspados, por lo que empezó a preparar los almibares para vender estas bebidas refrescantes.

Posteriormente regresó a Colima. Para entonces, ya sabía hacer los preparados de raspado, y con este conocimiento hizo las paletas, mismas que empezó a producir con maquinaria pequeña. “Mi papá empezó prácticamente solo a hacer paletas, y empezó a meter sabores diferentes”, cuenta.

De1957 a 1970 vendían el producto en las calles de La Villa, iban en una camioneta con sonido; también se ponían afuera de las escuelas. Así la gente empezó a conocer el producto, lo compraba en la calle y también acudía a la tienda, hasta que ya no alcanzaban a satisfacer la demanda de los clientes. “Se  empezó a conocer la paleta, la gente empezó a venir a la tienda a llevarla, y hasta la fecha”, dice José Luis Dueñas.

En 1973 compraron una maquinaria más grande, aumentando la producción para satisfacer la demanda, y también creció la clientela. Entonces, don Leobardo empezó a vender paletas en un billar que se encontraba a unos metros de la tienda, pues era el encargado del negocio.

La niñez de José Luis Dueñas transcurrió entre las paletas, y en su juventud se fue a estudiar a Guadalajara, en donde también puso una paletería. Ahí enseñó a sus hijos a trabajar para que no se dedicaran al ocio.

Durante 15 años mantuvo la paletería en la ciudad tapatía, pero los hijos crecieron, y él, con la profesión de dentista, ya no tuvo tiempo para continuar el negocio. Cuando su papá falleció, regresó a Colima, pues lo dejó de encargado de “Las Paletas de las Villa”.

Refiere que cuando él se hizo cargo, metieron 12 sabores nuevos, ya que anteriormente eran 43, “y ya llegamos a 60”. Tienen sucursales y puntos de venta: 4 en la conurbación Colima-Villa de Álvarez, 2 en Manzanillo y uno en Tecomán, siendo sus hijos los que se encargan de ellos.

Es un negocio familiar, con ocho empleados en atención al público y en producción, pero José Luis, al igual como lo hizo su papá, siempre está al pendiente.

Para él, su esposa, María del Carmen Galindo Torres, y sus hijos, también son un motor, y le ayudan en el comercio. De sus cinco hijos, cuatro trabajan con él, y aunque uno vive en Guadalajara, conoce el oficio.

“La tradición se la enseñé a mis hijos y a mis nietos, para que continúen con ella. Mis hijos ya saben, conocen todo el movimiento. Yo, al rato, como mi papá, les dejaré el lugar a ellos para que se hagan cargo”.

ÉPOCA DE MÁS DEMANDA

Indica que el producto se vende más en los periodos vacacionales, principalmente en verano, cuando hace más calor. En cambio, la temporada de Navidad y Año Nuevo no es muy buena porque la gente no la consume tanto por las enfermedades de la época.

“En tiempos de vacaciones, muchas personas de fuera acuden a comerse su paleta, año con año vuelven”, refiere José Luis Dueñas.

Elena DEL TORO



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