Exdiputada narra su relación de amor con “El Chapo”
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Jueves 17 de Enero de 2019 5:28 pm
+ -Lucero Guadalupe Sánchez, exdiputada mexicana y amante de Joaquín “El Chapo” Guzmán, narró su relación sentimental con el narcotraficante, así como su entrada en el negocio de la marihuana por amor hacia el capo.
Lucero
Guadalupe Sánchez, exdiputada mexicana y amante de Joaquín El Chapo Guzmán, relató hoy ante un jurado estadounidense el
arranque de su relación sentimental con el narcotraficante, así como su entrada
en el negocio de la marihuana por amor hacia el capo.
Hablando de
forma abatida, Sánchez, quien una vez fue la legisladora local más joven del
estado de Sinaloa con solo 24 años, se declaró confusa sobre la clase de
relación que mantenía con Guzmán: “Hasta el día de hoy yo estoy confundida,
porque pensé que (la nuestra) era una relación de pareja”.
“Yo me
confundía con mis propios sentimientos, a veces lo quería y otras no, por sus
diferentes actitudes trataba siempre de tenerlo contento”, relató la joven de
29 años, que inició un romance con El Chapo cuando solo tenía 21, mientras la
Fiscalía leía en voz alta distintos mensajes que intercambió con el
narcotraficante.
En varios
mensajes de texto, en los que ambos se dirigían el uno al otro como “amor”, El Chapo daba órdenes a Sánchez sobre
cómo quería que enviara los paquetes de marihuana, que debían ser de 10 kilos
cada uno.
La Narcodiputada se inició en el negocio
por amor, ya que El Chapo la envió al
área del Triángulo Dorado, en las montañas de Durango, para que comprara
marihuana para él, dado que ella había vivido en esas comunidades y tendría
facilidades para ello.
Su encargo
estaba claro: las instrucciones de El
Chapo era que le mandara droga “que tuvieran las tres B de calidad”: buena,
bonita y barata.
Sin embargo,
ella misma no estaba cómoda con esa decisión, por lo que empezó a enviar al
Chapo marihuana “con semilla” (de peor calidad). “Quería que se molestara
conmigo y me mandara venir, pero no lo conseguí”, relató.
Incluso contó
algunas de las desventajas de trabajar en zonas de montaña, donde tenía que
subir cada mañana y cada tarde a un cerro para obtener señal telefónica y poder
recibir los mensajes con órdenes del narcotraficante.
El Chapo,
notablemente incómodo, apenas dirigió la mirada a la testigo, en tanto que
buscó con los ojos a su mujer, Emma Coronel, en diversos momentos de la sesión.
Coronel,
vestida con un traje de chaqueta negro, solo reaccionó al arranque del
testimonio de la amante de su marido, riéndose sobre la confusión de sus
sentimientos.