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¡Así se levanta La Petatera!



Domingo 20 de Enero de 2019 8:41 am

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El mayordomo de la plaza de toros, Desiderio Contreras Tene, El Pajarito, coloca su varita en el centro y mira al sol, para luego plantar el primer horcón en el tablado 36 –de un total de 70– y después rayar la circunferencia de La Petatera.


CON petates, horcones y mecates, entre 30 y 40 trabajadores levantan, año con año, la monumental Plaza de Toros La Petatera, la única en el país que se construye de manera artesanal.

El mayordomo de la plaza de toros, Desiderio Contreras Tene, El Pajarito, coloca su varita en el centro y mira al sol, para luego plantar el primer horcón en el tablado 36 –de un total de 70– y después rayar la circunferencia de La Petatera.

Aunque en el siglo pasado había otras plazas de este tipo en México, La Petatera es la única que se conserva desde sus orígenes. El Instituto Nacional de Bellas Artes la declaró Monumento Artístico de la Nación, y también es Patrimonio Cultural del Estado de Colima.

Con una historia de 162 años, esta plaza de toros se construye anualmente en Villa de Álvarez. Tardan más de un mes en montarla y menos de una semana en desmontarla. Cada pieza tiene un número; está diseñada para 4 mil 500 personas, pero ha albergado hasta 10 mil; tiene aproximadamente 60 metros de radio; su estructura se compone de más de mil piezas individuales y puede resistir un evento sísmico.

EL PRIMER TRAZO

A las 6:30 de la mañana del domingo 2 de diciembre pasado, el alcalde de Villa de Álvarez, Felipe Cruz Calvario, integrantes del Cabildo, miembros del Patronato de Festejos Charrotaurinos y el mayordomo Desiderio Contreras, iniciaron formalmente la construcción de La Petatera con el tradicional primer trazo, de cara al nacimiento del Sol.

El Pajarito oró en honor de los constructores de la Plaza e hizo el trazo, clavando la primera estaca en la tierra, desde la cual se levantarían las trancas en los puntos cardinales, con el equilibrio, la armonía y la seguridad del coloso villalvarense.

Petronilo Vázquez Vuelvas, autor del libro Échenme al toro. Historia viva de la tradición villalvarense, indica que esta plaza se construye sin sistemas de medida, formales u oficiales, “no se mide por metros o centímetros, sino por tantos. La vara de El Pajarito y la vara de quienes saben hacer esto, tienen niveles, tienen rayitas”, cuando se inicia la construcción en el terreno desértico, El Pajarito para la vara en el centro y mira al occidente rumbo al Sol, explica.

“Él sabe exactamente, con referencia al Sol, dónde va a desplantarse el primer horcón, del tablado 36”, refiere Petronilo, y agrega: “A partir de ahí, empiezan a desplantarse los demás tablados; con base en este primer horcón, previamente se hizo la circunferencia a partir del centro”.

Cuando se desplanta el primer horcón, empiezan a hacer las excavaciones para plantar todos los demás horcones, “los de la platea y los traseros, incluido el pie derecho, que es el tronco grande que resiste toda la parte alta”.

Luego, El Pajarito y sus ayudantes van dando los niveles, “pero se hace a pura vista y con los tantos que tiene marcados en su varita”, cuenta Petronilo, experto en el arte taurino.

Añade que se ponen los horcones, la platea, las latas cortas y largas. “Las largas son las que van de la orilla del tablado hacia el centro, y de ahí se ponen las escuadras, sobre éstas las tablas y una cadena que va en medio que es de palo, que funge como si fuera un amortiguador”.

Por su parte, don Desiderio, El Pajarito, indica que están enfocados en el trabajo de medio trecho de remache de cadena, y después subirán las sombras y pegarán las tranzas, que es la parte baja de la plaza, “son 30 por tablado”.

Acabando de subir las sombras y remachar las cadenas, “de ahí cada quien a lo suyo, a los tablados que tenga, a forrarlos, por medio de las naguas, acomodar las plateas y forrarlas, y listo”, refiere.

Son 70 tablajeros, pero ninguno acude a las labores de construcción de la plaza, sino que contratan a mozos, que empiezan sus labores en cuanto amanece y terminan cuando el Sol se oculta.

En tanto, César Romero Virgen refiere que para el 14 de enero –día en que Diario de Colima los visitó– llevan 80 por ciento de construcción de la plaza. En ese momento estaban colocando la cadena, “que da la macicez a la plaza, a medio trecho, con el fin de cerrar todo el perímetro para que quede concluido y posteriormente poner lo que es la platea”.

Mientras que una cuadrilla sube las sombras y otros ponen cadena, continuarán con la pega de la tarima, el acomodo de plateas, y darle “la vista bonita que debe tener”.

Romero Virgen, originario de la Villa, tiene aproximadamente 30 años trabajando en este coloso. “Es una bonita experiencia, es una tradición andar con toda la gallada que somos desde pequeños, ahorita andan nuevos que apenas están iniciando”, comenta.

Petronilo Vázquez Vuelvas abunda que entre las últimas labores está poner las sombras y los mandiles, que son el forro de la plaza. 

Al final, ponen las trancas y las tablas que van pintadas. “Se cierra la plaza con los toriles”, que es donde salen los toros, y con eso se cierran los 70 tablados de La Petatera.

MÉRITO VILLALVARENSE 

Vázquez Vuelvas refiere que la plaza de toros es una construcción propia de la región occidente y centro-occidente del país, y como este modelo en el siglo pasado y principios de este siglo, hubo muchos en la República Mexicana.

“Sin embargo, el gran mérito de los villalvarenses es conservarla tal y como fue en sus orígenes, tal vez ha habido pequeñas variaciones por comodidad o eficiencia, pero su esencia es la misma: las tablas, los petates, la madera, los horcones, el pie derecho, las vigas, las latas…”.

Enfatiza: “El mérito es mantener apegado a la tradición el estilo artesanal de la plaza y la sabiduría transmitida de padres a hijos para seguir haciéndola; son tan importantes quienes construyen La Petatera como los concesionarios que tienen los palcos, porque han sabido mantener la tradición”. En algún tiempo fueron 45 tablados, luego 60, después 70, y una vez fueron 71. A principios de siglo fue de dos pisos.

Vázquez proviene de una gran tradición, pues su bisabuelo materno, Higinio Campos, fue constructor de La Petatera; en tanto que su bisabuelo paterno era tabladero.

Señala que las plazas de toros artesanales fueron desapareciendo por la tecnología y la modernidad, “empezaron a desaparecer las plazas de palos y petates, para dar paso a las de concreto, cemento o metales”.

Sin embargo, en la Villa “hemos peleado mucho contra intentos de querer modificarlo”, pues recuerda que hace 50 años hubo intentos de hacer una plaza de concreto.

“Antonio Aguilar, un día, yo estaba presente, tenía 11 años, se paró en medio del ruedo y nos dijo a todos que esta plaza era maravillosa, que era increíble, que no sabíamos lo que teníamos en Villa de Álvarez. ‘Si ustedes dejan que se las hagan de material, no me he vuelto a presentar en Villa de Álvarez’, dijo”.

Hace aproximadamente 30 años comenzó la tradición de la celebrar la misa en la plaza de toros, el 5 febrero, fecha de inicio de la celebración, para vincular la fiesta profana con la religiosa. Ese día es el aniversario de San Felipe de Jesús, y en honor a él se hacen estas fiestas.

PAJARITO

Desiderio Contreras, El Pajarito, tiene la virtud de conservar la sabiduría, y aunque ya lo apoya su hijo Rafael, él sigue siendo la autoridad moral de la plaza, de la cual se encarga desde 1992. “Empecé como mozo, y luego me la dejaron, la acepté porque sentía que sí podía”, comenta.

A sus 87 años, sigue al mando de la construcción de La Petatera, pero dice que ya se cansa”, por lo que está pensando dejar la encomienda a su hijo Rafael, quien lo acompaña en esta gran proeza, al igual que uno de sus nietos.

Elena DEL TORO



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