La Hiladora de San Cayetano
Domingo 24 de Febrero de 2019 11:20 am
+ -Durante más de 60 años, San Cayetano produjo eficazmente una gran cantidad de textiles de manta
LA industria de Colima del Siglo XIX fue indispensable para el buen crecimiento económico del estado, destacando la manufactura de diversos productos de alta demanda en la época.
Algunos
ejemplos de esta creciente industria son: la abundante elaboración de la sal,
aguardiente de caña, vino de mezcal, azúcar moscabado, piloncillo, jabones,
velas, incluso una fábrica de cigarrillos llamada El Baile.
Prosperó la
elaboración de sombreros de fieltro, paja y palma; tejidos de lana, como
zarapes y frazadas y, por supuesto, el algodón hilado y tejido, en las fábricas
de La Atrevida, La Armonía y San Cayetano, y de las tres, en su conjunto, se
estimaba una producción de 50 mil piezas de manta anuales. Pero de las tres, la
de San Cayetano fue la más importante.
LA MÁS
PRODUCTIVA
Los telares
particulares donde se fabricaban estampados, rebozos, cintas y carranclanes,
eran muy populares entre la población colimense, al grado que la demanda de
estos productos crecía. A la par, las autoridades locales observaron que en el
estado había gran potencial para la producción algodonera.
Los
habitantes de la ciudad, en especial las costureras, confeccionaban sus prendas
con algunas telas de baja calidad; sólo la clase de nivel socioeconómico alto
tenía la posibilidad financiera de comprar telas finas o de importación.
Por ello, el empresario español, Cayetano Gómez, junto con Ramón R. De la Vega –quien tiempo después sería Gobernador del estado– y su hermano Sixto, organizaron, en 1842, la Compañía Industrial de Morelia y Sur de Jalisco, S.A., que dio origen a la Fábrica de Hilados y Tejidos San Cayetano, con una inversión de 150 mil pesos, colocados por acciones en Colima y Michoacán; se adquirió maquinaria moderna de Estados Unidos e inició la industria textil de la región, que trajo grandes beneficios a la economía local.
La hiladora fue construida a 3 kilómetros al norte de la ciudad, en un potrero llamado Del Chico, terreno que tiene el Río Colima a un costado. Ahí se elaboraba una manta que era considerada como la mejor de México. Sus productos textiles, de excelente calidad, fueron de gran importancia a nivel nacional e incluso fuera del país, hasta que se convirtieron en las mantas de mayor pedido, dejando ganancias económicas generosas. De hecho, a los 4 años de haber iniciado, sus propietarios ya habían recuperado el 30 por ciento de la inversión total.
Esta empresa
utilizaba algodón cultivado en la planicie costera de Tecomán, Colima; de
Cihuatlán, Jalisco, y de Coahuayana, Michoacán, por lo que el sector del campo
también fue beneficiado por la gran demanda. Y no sólo eso, los campesinos y
personas de bajos recursos utilizaban pantalón, calzoncillos y camisa de manta,
por su buena adaptación al clima y bajo costo. Tal era la importancia de la
hiladora, que fue visitada por el presidente Benito Juárez, a su paso por
Colima el 3 de abril de 1858.
El desempeño
de esta fábrica fue fructífero, ya que se tienen registros de que en 1865,
Ramón R. de la Vega, que era el administrador, repartió dividendos entre los
accionistas de 100 mil pesos anuales; en ese mismo año, cada pieza de rollo de
manta con 320 varas de medida costaba 9.75 pesos. Su demanda de telas se
extendió rápidamente en todas las poblaciones cercanas a Colima, siendo,
durante muchos años, la fábrica textil más productiva del estado.
EL DECLIVE
Durante más
de 60 años, San Cayetano produjo eficazmente una gran cantidad de textiles de
manta, pero en los inicios del Siglo XX, la industria sufrió un cambio negativo
en su producción.
Según el
trabajo “La fábrica de hilados y tejidos de San Cayetano”, de José Luis Larios
García, el declive se debió, en parte, a la prohibición del calzoncillo de
manta en el estado y en otros lugares del país; así como las plagas que dañaban
las plantaciones de algodón, el alto precio de la materia prima y la
competencia de industrias extranjeras, por lo que los empresarios comenzaron a
vender sus acciones.
La Compañía
Industrial de Morelia y Sur de Jalisco S.A., tenía un gran adeudo con Hacienda,
por lo que en 1907, San Cayetano fue embargada por el Gobierno del Estado,
rematándose días después. Luis Brizuela, quien era socio presidente de la
compañía Hidro-Eléctrica Occidental S. A., empresa que suministraba luz a la
capital, se quedó con la hiladora.
El propósito
de Brizuela era aprovechar los estanques de la fábrica para mover las turbinas
y así producir electricidad, a manera de respaldo, por lo que la hiladora
comenzó a funcionar como generadora de luz.
Pero en
1918, debido a los altos impuestos que pagaba ante Hacienda, el presidente de
la hidroeléctrica tuvo que despedir a los operarios. Dos años después, aquella
gran industria de textiles quedó en el olvido y cerró definitivamente como
lugar industrial.
EL INCENDIO
Es bien
conocido que en las faldas del Volcán de Colima se libraron diversas batallas
en la Guerra Cristera, en la década de los años 20 del siglo pasado, por lo que
era frecuente que contingentes llegaran a la ciudad.
En febrero de 1928, la Fábrica de Hilados y Tejidos San Cayetano fue dinamitada por un grupo armado; a causa del incendio, todo el edificio quedó irreparable, incluyendo la maquinaria de hilar que permanecía en su interior y la planta eléctrica. El acontecimiento se encuentra documentado en el Archivo Histórico del Municipio de Colima.
Se dice que
el incendio fue causado porque el propietario, Luis Brizuela, se negó a
suministrar fondos para el movimiento armado.
La Fábrica
de Hilados y Tejidos de San Cayetano fue cerrada definitivamente el 24 de
febrero de 1928, luego de ser, durante 86 años, una de las empresas más
productivas del estado.
Por varias
décadas, el sitio quedó abandonado, hasta que sus estanques fueron convertidos
en baños públicos recreativos, y entonces se conoció como “Balneario de San
Cayetano”, convirtiéndose en un lugar popular para los colimenses que gustaban
acudir para refrescarse en las aguas del Río Colima.
En la década
de los 80, el balneario cerró de nuevo sus puertas. Hoy, en ese lugar, sólo
existen restos de su vieja estructura.