Actividad física mejora funcionamiento del cerebro
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FOTO AGENCIA
Sábado 25 de Mayo de 2019 8:26 pm
+ -Disminuye el riesgo de padecer enfermedades cerebrales como Alzheimer y Parkinson, indica la Secretaría de Salud.
La actividad
física mejora el funcionamiento del cerebro y puede contribuir a la protección
cerebral, toda vez que no sólo pone a trabajar al corazón, sino también al
cerebro, mejorando la circulación de la sangre en el cuerpo, informa la
Secretaría de Salud y Bienestar Social del Gobierno del Estado.
Por ello, en
el caso de padecimientos como Alzheimer, Parkinson y otro tipo de enfermedades
cerebrales que pueden tener como consecuencia la demencia, la actividad física
ayuda a disminuir el factor de riesgo de estos padecimientos y puede
convertirse en un factor protector del cerebro.
El
Departamento de Enfermedades Crónicas y Envejecimiento de la dependencia expone
que desde el punto de vista fisiológico, la actividad física permite mejorar la
circulación, de tal manera que entre más se haga ejercicio, el corazón bombea
más veces y hace que la circulación de la sangre fluya constante y adecuada.
Y en cuanto a
factores externos o asociados, como el estrés que suele estar en algunas de las
enfermedades cardiovasculares, la actividad física ayuda a relajarse porque al
hacerla, no sólo se pone a trabajar al corazón, sino también al cerebro,
convirtiéndose en una terapia para el relajamiento del cuerpo y la mente.
En el momento
del estrés y de los pensamientos, los músculos y los vasos sanguíneos se
contraen, pero cuando se hace ejercicio, éstos se relajan y se despeja la
mente, con lo que se mejora la circulación de la sangre.
En cambio,
cuando una persona permanece sentada durante mucho tiempo, corre el riesgo de
que la circulación de la sangre pueda verse enlentecida, con consecuencias como
las várices e inclusive los coágulos que pueden viajar a diferentes partes del
cuerpo, entre ellas el cerebro.
Recalcó que
la actividad física reduce el riesgo de hipertensión arterial, cardiopatía
coronaria, accidente cerebrovascular, diabetes, cáncer de mama y de colon,
depresión y caídas; mejora la salud ósea y funcional, y es un determinante
clave del gasto energético y, por tanto, fundamental para el equilibrio
calórico y el control del peso.