Bate, tejuino y tuba, bebidas colimotas
Domingo 30 de Junio de 2019 9:21 am
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PARA refrescarse del calorón del verano en Colima, no hay nada como un bate, un tejuino o una tuba, bebidas tradicionales de la entidad.
En las calles de Colima se encuentran puestos de venta de estas bebidas refrescantes. El bate, hecho con semilla de chan y piloncillo; el tejuino, con masa de maíz y piloncillo; y la tuba, proveniente de la palma de coco.
Diario de Colima entrevistó a tres mujeres trabajadoras, que se dedican a la elaboración de estas bebidas tradicionales que venden en las calles de la ciudad.
CHAN Y PILONCILLO
Frente al templo de La Merced, la señora Baudelia Velasco Ascencio vende el tradicional bate. A unos metros de su puesto se encuentra, precisamente, la escultura “Vendedora de Bate”, inspirada en su mamá, María Cipriana Ascencio Dolores, quien durante 39 años vendió, preparó y ofreció bate en ese lugar.
Baudelia menciona que su mamá la enseñó a preparar el bate. A los 15 años de edad empezó a venderla en la antigua estación del tren y luego en la central camionera que se encontraba en el centro, pero tras desaparecer estos puntos, junto con su mamá se colocó frente al templo de La Merced.
“Aquí tenemos más de 40 años vendiendo bate; vendemos aunque esté serenando, todos los días, festivos y no festivos, por eso es una tradición”, refiere.
La venta de bate empieza a las 10 de la mañana y termina a las 5 de la tarde. Antes, Baudelia iniciaba su labor a las 8 de la mañana, porque, dice, la gente madrugaba más y salía temprano de su casa. “Ahora nos venimos a las 8 y no hay nadie, por lo que vendemos a partir de las 10 de la mañana”.
Los ingredientes principales del bate son la semilla de chan y el piloncillo, este último la da el sabor. El proceso de preparación inicia con la limpieza de la semilla de chan, la cual luego se dora “para darle el punto, porque no nada más es dorarla, pues si queda muy dorada, cuando se muele se quema, entonces hay que saberle el punto”, aclara. Luego, la semilla se muele muy bien, posteriormente se le echa agua y se bate, para que quede la preparación espesa.
Después se hace la miel de piloncillo: “se pone al fuego y se cuida, porque si se sube, se tira, y hay que menearle cada vez que quiera hervir para que se siga cociendo”.
Todos los días, Baudelia prepara la medida de un garrafón de agua, que después coloca en la balsa, misma que, asegura, “le da el sabor y también es medicinal, pues la balsa también trae sus propiedades porque es una planta natural”.
La experta en preparar bate precisa que es una bebida típica y medicinal, porque ayuda en los padecimientos de la gastritis, los riñones, la flora intestinal y previene el cáncer de colon.
Menciona que esta bebida se vende bien, pero, como en todo, hay días buenos y malos. “En tiempos de vacaciones se vende más, porque llegan turistas y quieren probar la bebida típica del bate, este lugar es conocido y saben que aquí siempre encuentran”.
El puesto es tan conocido, que Baudelia tiene bolsitas con la semilla de chan dorada y molida, para que la gente la pueda comprar; así como semillas de chan y chía. “Las tengo aquí para mostrarle a los turistas las diferencias”, explica.
DE MASA Y PILONCILLO
A unos metros del puesto de Baudelia, está el carretón de tejuino “El Rayo”, afuera del templo de La Merced, sobre la calle Madero. Su iniciador, hace 42 años, fue Calixto Méndez Márquez, quien murió hace 9 años, por lo que su hija, Sagrario Méndez, continuó el negocio.
Estos años se han mantenido en el gusto de las personas porque usan productos de calidad y brindan la mejor atención al cliente. “Nosotros manejamos el piloncillo, y otros el azúcar y el piloncillo, cada quien tiene su manera de preparación”, señala.
Los ingredientes básicos del tejuino son la masa de maíz, el piloncillo, la canela y las hojas de laurel. La preparación inicia al poner hervir agua con canela y hojas de laurel, “nada más que suelta el color la canela, se le echa el piloncillo; ya que se tiene la masa desbaratada y colada, se bate y bate, hasta que espese para hacer el atole”, comenta.
Agrega que el atole se deja reposar durante un día completo, y al otro día se puede ofrecer al público, poniéndole hielo, limón y sal.
Sagrario prepara aproximadamente 80 kilos de masa, cuyo tiempo de preparación requiere entre 3 y 4 horas. Ese proceso lo hace en su casa, para comenzar la venta a las 10 de la mañana y terminar a las 8:30 de la noche, aunque en tiempos de vacaciones hay más venta, por los turistas. “A veces son las 9 de la noche y todavía estamos aquí, porque a veces los clientes no te dejan, y mientras tengamos tejuino, lo vendemos”, refiere.
El tejuino “El Rayo” es muy conocido y hasta venden botellas con el concentrado. La tradición de preparar y vender tejuino continúa en la familia, pues ahora los hijos de Sagrario atienden el negocio. “Sigue la descendencia, el fundador hizo una cartera de clientes y uno los está conservando, porque conservamos el mismo sabor”, expone.
DE LA PALMA DE COCO
En la calle Madero, a unos metros del jardín Gregorio Torres Quintero, la señora María García Mencina tiene su puesto de tuba. El lugar se lo dejó su ex cuñado, Sergio Ricardo Arreguín, quien hace aproximadamente 20 años la enseñó a preparar esta bebida tradicional. “Me dijo que si le ayudaba un rato en la tarde, que se convirtió en toda la tarde y todos los días, desde las 9 de la mañana hasta las 7 de la noche”, comenta.
Recuerda que antes llegaban a vender a las 8 de la mañana y se iban a las 9 ó 10 de la noche, pero por la inseguridad ya no se quedan. “El centro está muy solo”, cuenta.
Los ingredientes básicos de la tuba son el jugo de betabel, la manzana y el pepino; ella no le pone fresa porque le provoca alergia.
María recibe en la noche la tuba extraída de la palma de coco, “me la entrega al bajarla de la palma”, inmediatamente después la pone a hervir para detener la fermentación, y una vez que da el hervor, le apaga.
En la mañana prepara los ingredientes: jugo de betabel, manzana y pepino picado. Necesita tiempo para preparar la bebida, “porque tiene su punto”.
A veces el sabor sale concentrado, pero como la gente acostumbrada a sentirla suave, el día que está fuerte de sabor, no ofrece la tuba natural, sólo la compuesta.
Todos los días, prepara 40 litros de tuba, la cual tiene en la balsa, y cuando una persona llega a comprar, ella le pone el cacahuate al vaso.
A su puesto llegan clientes de Guadalajara, Morelia y la Ciudad de México. “De varios lugares vienen directamente conmigo”, presume María, en lo que coincide con Baudelia y Sagrario, pues los productos que oferta cada una son distintos y cada cual tiene su propia clientela.