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Así reaccionan las células de tu piel cuando te haces un tatuaje



Viernes 26 de Julio de 2019 12:12 pm

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Todos sabemos, o creemos saber, cuál es la mecánica básica de un tatuaje: una aguja introduce la tinta del dibujo a suficiente profundidad como para que se quede ahí durante años, hasta que decidamos eliminarlo.
En realidad, esto no es exactamente así. La aguja del tatuador no empuja la tinta bajo nuestra piel, sino que la tinta cuelga como una gota de la punta de la aguja. Ésta hace un agujero en la piel, tanto en la epidermis como en la dermis, y la acción de los vasos capilares hacen que la tinta se introduzca dentro de ellos como si fuese sorbida por una pajita.
Así es como la tinta se sitúa bajo la piel, pero ¿por qué se queda ahí?


Los macrógafos
Hace tiempo que los científicos descubrieron que los tatuajes no perduran porque las células de la piel estén saturadas de tinta, sino por la acción de unas células del sistema inmune llamadas macrófagos. Estas células se encargan de engullir residuos celulares, y acuden cada vez que nos hacemos una herida.
Es precisamente lo que ocurre cuando la aguja del tatuador atraviese la piel y ésta absorbe tinta: que los macrófagos vienen y se comen la tinta, conservándola dentro de sus membranas celulares y manteniéndola visible.
Pero ahora, una nueva investigación a respondida a la siguiente pregunta, que sería cómo o por qué esos macrófagos se mantienen ahí durante tanto tiempo, ya que los tatuajes son visibles de por vida.


Una guerra que nunca termina
Pues al parecer, no son los macrófagos los que se mantienen, o al menos no son siempre los mismos. Resulta que cuando estas células inmunes mueren, dejan detrás la tinta que se queda en tus células dérmicas exactamente igual que en el momento de hacerte el tatuaje, y entonces llegan otros macrófagos a comérsela, igual que hicieron antes sus compañeros. Y así una vez, y otra, y otra.
Es decir, que los tatuajes no son los restos visibles de una batalla entre la tinta y tu sistema inmune, sino que en realidad son una guerra que nunca termina.
El estudio se ha realizado de momento en ratones, pero los autores están bastante seguros de que la dinámica es muy similar en los humanos, si bien es posible que los macrófagos de nuestro cuerpo duren más y por tanto los ciclos sean más largos para nosotros.
También creen que esto explicaría en parte por qué los tatuajes se difuminan y borran ligeramente con el tiempo: es posible que entre una batalla y otra, pequeñas cantidades de tinta se vayan eliminando.
 

Agencias



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