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Mercado Álvaro Obregón



Domingo 11 de Agosto de 2019 9:29 am

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Se encuentra entre las calles Vicente Guerrero e Ignacio Sandoval, en el centro de Colima. Hay desde productos artesanales, comida típica, frutas y verduras, ropa, zapatos, carnes, mariscos, abarrotes, hierbas medicinales y hasta productos esotéricos. Así como reparación de alhajas y relojes


CON casi 60 años, el Mercado Álvaro Obregón es un espacio tradicional en el cual se explotan los sentidos. Está lleno de colores y olores que atrapan a los visitantes.
Se encuentra entre las calles Vicente Guerrero e Ignacio Sandoval, en el centro de Colima. Hay desde productos artesanales, comida típica, frutas y verduras, ropa, zapatos, carnes, mariscos, abarrotes, hierbas medicinales y hasta productos esotéricos. Así como reparación de alhajas y relojes.
“El mercado es lo tradicional, aquí encuentras de todo, a veces andan buscando en todo Colima, y dicen ‘váyanse al Obregón, ahí van a encontrar’, y vienen y aquí lo encuentran”, señala Adriana Preciado, quien es locataria de un espacio familiar desde hace 37 años.
Según la placa que se encuentra en el edificio, la obra fue inaugurada en 1960, siendo presidente de la República Gustavo Díaz Ordaz, y gobernador de Colima, Francisco Velasco Curiel, así como presidente municipal Octavio Ursúa Quiroz.


En octubre de 1977, el Ayuntamiento de Colima realizó una remodelación del inmueble, años después han hecho más obras para mejorarlo. Este fue el segundo inmueble del Mercado, ya que el 31 de diciembre de 1928, fue inaugurado el edificio que estuvo en la esquina suroeste de Filomeno Medina y Guerrero. Era gobernador Laureano Cervantes y presidente municipal Blas Ruiz.
El edificio está a dos cuadras de donde se encuentra el actual mercado, en contra esquina del templo de la Sangre de Cristo, fue un ejemplo de la arquitectura art deco, con rasgos de la escuela nacionalista o mexicanista. Actualmente, el inmueble está abandonado y la fachada deteriorada, pero llama la atención su arquitectura con sus seis grandes puertas. Hace unos años ahí se encontraba una zapatería.
En el Mercado Álvaro Obregón, que abre sus puertas a las 6 de la mañana y cierra a las 5 de la tarde, hay aproximadamente 110 locatarios.


Ahí se siente la tradición, por los artículos que venden pero también porque los locatarios han continuado con la tradición que les inculcaron sus padres. Diario de Colima entrevistó a locatarios para conocer sus historias y sus puntos de vista sobre la actividad actual en este mercado.
DESDE TINAJAS HASTA CLAVOS
Adriana Preciado indica que desde el 82 su familia ha estado al frente del local, en donde venden una infinidad de productos, como tinajas, platos y cazuelas de barro, así como bules, ollas de aluminio, canastas, jaulas, juguetes tradicionales y bolsas para mandado.
Recuerda que era una niña cuando sus papás comenzaron con el negocio. Su papá Salomón Preciado y su mamá Tayde Victorino, les compraron el espacio a familiares de don Chano.
La señora Adriana se hace cargo del negocio, y trata de tenerlo surtido, “aquí se puede encontrar de todo, de todo se vende, gracias a Dios”, aunque unas ventas aumentan de acuerdo a las temporadas.
Han tenido un aumento en las ventas de bolsas para mandado y las canastas, pero también se vende bien la losa de barro y las torteadoras, “hasta clavos, casi de todo pueden encontrar”.
Refiere que hace un tiempo disminuyeron los clientes, pero actualmente la gente ha regresado a lo tradicional, porque en otros lugares no encuentran los productos que venden en el mercado como en lugar de canastas naturales, hallan imitaciones de plástico que son de China.
Las que vende son canastos que le traen de Querétaro, mientras la loza de barro es de Jalisco y Michoacán, antes surtía loza que hacían en La Albarrada, pero ya sólo le surten cántaros para piñata.


Añade que el mercado se ha modernizado, “siempre hemos tratado de que esté limpio para que a la gente le den ganas de entrar”. Otra administración le puso piso, colocaron una estructura, cambiaron las láminas de asbesto por de fierro e instalaron aislante para que no haga tanto calor.
ORGULLOSA DE LA TRADICIÓN
A su vez, Lorena Cristina Eusebio Orozco, indica que su familia tiene el puesto desde que comenzó a funcionar el mercado. Primero su mamá Esperanza Orozco Gutiérrez, y actualmente ella tiene trabajándolo desde hace 30 años.
“Tengo fotos de mi mamá publicadas en Diario de Colima, de recién que se abrió el mercado. Mi mamá fue de las fundadoras”.
Entre plátanos, calabazas, zanahorias, tomates, chiles, limones, cilantro, por mencionar algunos que se encuentran en su puesto, añade: “Aquí nos criamos en el mercado, aquí nacimos, mi madre todo el tiempo trabajó aquí, vendía de todo, porque en las fotos veo que tenía una barra de mantequilla, vendía de todo pero con el tiempo se han modificado los acomodos de las ventas, pero ahorita vendo frutas y verduras”.


Refiere que es un orgullo tener el puesto de su mamá, y seguir trabajando. “No me quejo, me va bien, con altas y bajas, pero aquí estamos de pie”.
Menciona que “la gente sigue acudiendo al mercado, pero hay días que se bajan las ventas, en las vacaciones de Semana Santa y diciembre aumentan, pero esto de la fruta y verdura aunque sea poco la gente compra”.
Al Mercado acuden personas de todos los niveles socioeconómicos, “tengo clientes maestros, abogados, pero también turistas asiáticos y estadounidenses. Tengo clientes que son estudiantes europeos, me dicen que les gusta venir al mercado, porque tienen una excelente atención, ‘aquí nos ofrecen probar las frutas’”, señala.
Sin embargo, acepta que los centros comerciales les bajaron los clientes, y un punto a favor fue la apertura de un estacionamiento público a un lado del mercado.
UNA VIDA VENDIENDO ROPA
En tanto, Filiberto Núñez Fernández, quien es secretario general de los locatarios del Mercado, señala que desde que tenía 8 años está aquí, pues acompañaba a su mamá a vender.
“Toda la vida hemos vendido ropa”, señala mientras da la entrevista entre playeras, calcetines, blusas, calcetas y pañuelos. Lo que más vende son pañuelos y mandiles, y en menor cantidad bonetería.
Abunda que desde hace unos días bajaron las ventas, aunque “las fondas y las comidas sí venden, aquí sale para comer”.
Indica que tiene 12 años como secretario general, y ha logrado tres mejoras significativas, “se han hecho muchas obras por parte del gobierno estatal, el municipal nunca nos ha apoyado, sólo cuando interviene el estado”.
En el sexenio anterior se colocaron azulejo en todos los puestos, ya que “estaban horribles, era concreto, todo se tumbó y se hizo todo nuevo, todos los puestos se arreglaron”.
Sin embargo, lamenta que el Gobernador y el Alcalde no se paran en el lugar, y “sí ocupamos mucho porque la obra fue lo superficial pero no nos arreglaron los drenajes, el cableado eléctrico, sólo pusieron las tuberías, pero no pusieron el alambrado para conectar todos los puestos”.
PIDEN RESPALDO
En tanto, Juana Salas Beltrán, dice que desde que tenía 6 años está en el mercado, pues sus padres comenzaron con el negocio. Su papá Susano Salas Monroy, fue teniente coronel en Zacatecas, y su madre Eustolia Beltrán Gutiérrez, era ama de casa y comerciante. Cuando su papá se retiró de la milicita, se vinieron a radicar a Colima, “aquí empezamos”.
Considera que actualmente acude poca gente, “antes me acuerdo, cuando era pequeña, había unas bocinas en donde decían ‘señoras para su comodidad camine por su derecha’, porque había muchísima gente, y había adentro música instrumental”.
A las 6 de la mañana levantaban la cortina principal, “y ya estaban las carnicerías abiertas, la fruta enmielada, la tuba, los tamales, todo lo habido y por haber, la gente se venía como un tropel, ahorita son las 10 de la mañana y apenas está llegando el de la fruta enmielada, el del camote tatemado, llegan amas de casa y no encuentran pan”.
Abunda: “Eran otros tiempos, gracias al Gobierno del Estado el Mercado está como está, lo primero que le dio en la madre al mercado Obregón fueron los tianguis, después las tiendas de autoservicio y actualmente las tiendas de conveniencia”.
Considera que no hay protección para estos espacios, ya que antes no permitían vender frutas y verduras a 100 metros a la redonda, pero “ahorita se paran en la puerta a vender”.
Propone que les den espacios en los medios de comunicación a los locatarios para difundan al mercado y que instalen a los alrededores señalamientos informativos del mercado. 
Salas indica que el mercado es un punto de interés para los turistas, puesto que es un espacio tradicional, por lo que pide a las autoridades no dejarlos en el abandono.

Elena DEL TORO



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