Los Araujo, artesanos marmoleros
Domingo 03 de Noviembre de 2019 9:04 am
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EL cemento blanco y marmolina son transformados en monumentos funerarios en la Marmolería San Antonio. La familia Araujo, con una labor totalmente artesanal, crea cruces, libros, bases, capillas y foto cerámica, con los cuales los vivos recuerdan a sus difuntos.
En esta familia, el oficio de marmolero, viene de Luis Araujo, quien participó en la construcción del majestuoso templo de María Auxiliadora, en esta capital. Colocó el mármol y las losetas en el santuario, narra su nieto Édgar Araujo Martín del Campo. Luego, Salvador Araujo Rodríguez siguió el oficio que le enseñó su padre. Hace 30 años, él fundó la Marmolería San Antonio, frente a la puerta principal del Panteón Municipal de Colima.
Refiere Hugo Araujo Martín del Campo que su padre hizo el monumento más emblemático que han creado en la marmolería: una capilla tipo grecorromano que mide 16 metros de largo y 4.5 de alto. “Es un trabajo impresionante, mi padre cuando él vivía, se llevó casi un año haciéndola”.
Tras morir el señor Salvador, sus hijos se hicieron cargo de la marmolería. Ahí trabajan tíos y primos, realizan los colados con cemento blanco y marmolina, y crean cruces, bases, libros, capillas, también graban los nombres de los finados, restauran y dan mantenimiento a los monumentos.
Diario de Colima entrevistó a integrantes de la familia Araujo, previo al Día de Muertos, y aunque tenían mucho trabajo, ya que en esta época se incrementa la demanda, hablaron sobre el oficio heredado y que les apasiona.
Aunque desconoce cómo su abuelo se inició en el oficio de marmolero, Édgar Araujo Martín del Campo señala que desde pequeño veía trabajar a su papá en la marmolería, y así aprendió el oficio que tanto le gusta.
Es un trabajo noble, y lo que más le gusta es hacer esculturas, pues quedan para la comunidad y sirven para embellecer los panteones.
Hugo Araujo añade que ofrecen un servicio a la comunidad, “muy ligado a la cultura del mexicano, que es el respeto a sus difuntos, obedecemos a esa demanda, con una base, con el nombre del difunto, fecha, recuerdo, una cruz, una placa, un libro, hasta un monumento, una capilla”.
LOS PEDIDOS
Lo que más piden los clientes es una cruz con la base para las gavetas del panteón. En este tiempo tienen muchos trabajos por entregar, y refiere que ofrecen un servicio de calidad, pues la gente se va contenta porque busca tener un recuerdo y arreglar la gaveta de sus seres queridos.
Su trabajo es totalmente artesanal, “están hechos a mano, aquí no se utiliza maquinaria ni moldes, a puro lomo se tallan las piezas, se graban con cincel las letras y requiere de tiempo”.
Lo que más requiere horas de labor es el trabajo de una capilla grande, con medidas especiales de la gaveta, en donde se instalará. En tanto, lo que tiene mayor demanda es la base con la cruz. Hay tamaños chico, mediano y grande, “a elección, presupuesto y gusto del cliente”, pues el costo varía desde mil hasta 100 mil pesos.
Además tienen granito café y gris. El granito es mármol granulado, básicamente con cemento blanco y marmolina, es un material usado por la durabilidad en la intemperie, que como todo requiere de su mantenimiento. Recuerda que su abuelo Luis Araujo comenzó con el oficio y continuó su papá Salvador. “Mi abuelo participó en la obra de la iglesia de María Auxiliadora, para que se den una idea de dónde viene la vocación, el diseño y la arquitectura”.
Mientras realizaba una placa grabada, detalló que el trabajo consistía en una placa grabada con una máquina que avienta arena y graba la letra. Son placas para el panteón o marcar la propiedad de una gaveta. Además, explica que la lápida es el recubrimiento de la tumba, también hacen los recubrimientos de granito y mármol. Los precios también varían, una propiedad sencilla de granito, el puro recubrimiento cuesta entre 10 y 12 mil pesos.
“Más lo que lo pongas arriba, una base, una cruz, una capilla, y de mármol depende de la calidad. Hay gente que puede pagar, otra que quiere lo más sencillo, al final lo que importa es el simbolismo que uno le dé, pero bueno, si la gente tiene para pagar un trabajo más vistoso, pues adelante”.
Sobre cuánto tiempo se llevan hacer una gaveta, dijo que depende del trabajo, “puede ser un recubrimiento, 15 días; una capilla grande hasta un año, pero puede ser una capilla de un agua, dos aguas, que se puede tardar 20, 25 días para elaborarse, desde elaborar la pieza hasta que quede instalada en la propiedad”.
Para hacer los trabajos requieren los permisos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que tiene la labor de vigilar y resguardar los monumentos históricos que se encuentran en el Panteón Municipal. “Tenemos que adecuarnos a ciertos lineamientos en longitud, altitud, para no perder la armonía de los monumentos del panteón, es todo un arte, un trabajo netamente artesanal, la gente lo valora”.
DESTREZA Y CONOCIMIENTO
Refiere que su material de trabajo es el cincel, el músculo y una piedra para pulir, “debes tener ciertas habilidades incluso de matemáticas y arquitectura para tomar las medidas de una capilla grande.
“Y darle soporte y durabilidad porque no puedes hacer algo que en cualquier temblorcito se te vaya a caer, es una responsabilidad que tenemos, tiene que quedar bien hecho como hacemos las cosas”.
Abunda que responden a una demanda de una sociedad católica, devota y que le rinde culto a los muertos, “es un nicho de mercado que alguien lo tiene que hacer, ya casi no hay gente que se dedique a esto, es un trabajo muy pesado que requiere de mucha precisión”.
En el lugar también venden imágenes de vírgenes, santos y ángeles, que se las surte un proveedor, “dependiendo el santo del cual sean devotas las personas se los llevan. Tenemos imágenes en bulto o en placas grabadas”.
NUEVAS GENERACIONES
Mientras trabajaban en el grabado de las letras de los difuntos, los jóvenes hermanos, Germán David y Yareth Araujo Fernández, concuerdan que les gusta mucho continuar con el oficio de sus padres.
Germán David explica que es un trabajo totalmente a mano, que lleva mucho tiempo y práctica hacerlo con velocidad. “Es artesanal porque es completamente a mano. En 100 letras me tardo una hora y media”.
Empezó hace unos 6 años, pero siempre ha estado cerca de la marmolería, primero comenzó a hacer trabajos de restauración, y la curiosidad lo llevó al grabado.
“Me gusta, es divertido, entretenido, de repente uno se encuentra nombres y apellidos medio extraños. Es un trabajo muy detallado para que quede bien, eso lo hace más ameno”. Aun en ocasiones realiza tareas de restauraciones en el panteón.
A su vez, Yareth comenta que siempre ha estado cercana a la marmolería, y todas las vacaciones observaba a sus tías y primos trabajar en el grabado de las letras, y aprendió de estar viendo cómo lo hacían.
“Tengo muchos años viendo cómo trabajan aquí, y aparte tengo el aprendizaje del grabado de letras. Me gusta, es bastante entretenido y es muy simbólico para los familiares de los finados, es también es parte de lo que me agrada”.
A la joven le gustaría aprender el trabajo del colado del granito, cómo le dan los acabados a los diferentes materiales, pues tiene curiosidad sobre esta labor. Así es como los descendientes de Luis Araujo continúan con este oficio en la Marmolería San Antonio, frente al Panteón Municipal de Colima.