En su primer año, la 4T dividió la cultura para ricos y pobres
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Sábado 30 de Noviembre de 2019 1:10 pm
+ -La situación del FCE, Cultura Comunitaria, Los Pinos y apoyos para la comunidad preocupan a creadores consultados para hacer un balance del gobierno de AMLO.
La pérdida de
autonomía e independencia del campo cultural frente al poder Presidencial; la “destrucción
irresponsable” del Fondo de Cultura Económica (FCE); la forma como Cultura
Comunitaria genera divisiones innecesarias; la falta de proyecto para Los Pinos
y Chapultepec; ocurrencias como traer una sede del Pompidou a México; pero
también el alto profesionalismo de los equipos de algunas áreas de las
instituciones o el planteamiento de apoyar a los archivos y el rescate de la
memoria histórica son características del actual gobierno señaladas por un
grupo de escritores y artistas, a un año de esta administración.
La poeta
María Rivera, el curador y crítico de arte Cuauhtémoc Medina, el artista
Antonio Gritón, y los historiadores Jean Meyer y Alfredo Ávila expresaron sus
opiniones en torno a lo que ha sido la Cultura en este año del gobierno de
Andrés Manuel López Obrador.
Medina
encuentra arbitrariedad y falta de profesionalismo en cómo este gobierno ve el
arte: "La idea que tiene el Presidente de que la Cultura no es un campo
sustantivo, que sólo le importa cuando le permite conmemorarse, no ha sido
buena".
Para Rivera,
presidenta del PEN México, es uno de los peores momentos de la historia de la
cultura en el país: "Se ha exacerbado la política económica neoliberal,
pero al mismo tiempo, los pocos recursos públicos se destinan a la creación de
propaganda usando a indígenas y grupos marginados".
La poeta ve
retrocesos en el rubro editorial y literario que incluyen la unificación de las
editoriales estatales bajo una sola visión ideológica, "la imposición de
una nueva mafia burocrática, y la descarada institucionalización de la
discrecionalidad como criterio editorial".
Jean Meyer es
contundente frente a este tema: "Me consterna la destrucción irresponsable
del Fondo de Cultura Económica".
El FCE
también le preocupa a Medina: "El aparato editorial del Estado mexicano ha
quedado sumido a órdenes presidenciales. Un grupo ha interrumpido los procesos
de selección colegiada de lo que era la política editorial del Fondo; ha
generado disminución de títulos, pérdida de producción y pone en riesgo una
editorial que ha alimentado la vida académica y el proceso literario del
continente".
Algo
positivo, coinciden algunos de los entrevistados, es el profesionalismo de
varios integrantes de las instituciones, en particular en el área de Museos del
Instituto Nacional de Bellas Artes; aun así, el curador Cuauhtémoc Medina se
pregunta si cuentan con los recursos y herramientas para trabajar.
"No todo
es negativo: Lo justo es decir que la secretaria (Alejandra Frausto) ha hecho
lo que ha podido con los cinco pesos que les dieron. Toda la comunidad estaba
esperanzada de que hubiera una explosión cultural en México, pero para que hubiera
sucedido tendría que haber un presupuesto 10 veces mayor", plantea Antonio
Gritón.
El programa
estrella de la Secretaría. Un programa como Cultura Comunitaria, alerta Medina,
ha generado divisiones innecesarias en el sector: "Cultura Comunitaria
puede ser un proyecto que distorsione la misma producción de esas comunidades
al volverlas un objeto de uso político folclórico. Es indudable que es
importante que haya una mayor diversidad de prácticas culturales atendidas por
el Estado, pero no queda claro ni siquiera que estemos ante un proceso en donde
haya habido proyectos concretos de fomento y de visibilidad. La autoridad lo ha
planteado de una forma protagonista y confrontacional; como si fuera un
proyecto contra las prácticas de los académicos, intelectuales, artistas,
frente a quienes se percibe es un discurso resentido".
María Rivera
opina que con Cultura Comunitaria se han concebido desde el gobierno dos tipos
de cultura: la alta y centralizada, para unos cuantos privilegiados y la
comunitaria-aficionada, para pobres.
"Esto ha dejado a los artistas profesionales sin trabajo y el presupuesto
se va en pagar una enorme nómina de gestores que 'coordina' actividades que se
presentan demagógicamente como 'redistribución de la riqueza cultural'. Un timo
completo".
Otro tema que
cuestiona Cuauhtémoc Medina es el de Los Pinos y Chapultepec, un proyecto del
que no se sabe nada y que se entregó a un artista "constituido como el
oficial (Gabriel Orozco), con una comisión que va a tener consecuencias enormes
y sobre la cual no hay ni siquiera un mínimo de vigilancia pública".
Considera que
"el principio de operación es inapropiado porque reitera el vicio de
operación del Estado mexicano de ligar las cosas del campo cultural a la
Presidencia de la República". El curador también señala la absurda
sugerencia de crear una sucursal del Pompidou en México: "espero que haya
pasado al archivo de las malas ideas".
Para Alfredo
Ávila, aunque fue muy positivo el anuncio de una Coordinación de Memoria
Histórica, "hasta el momento no hay un programa, al menos público, de las
metas, objetivos y estrategias de la Coordinación". Considera que es
contradictorio el recorte de recursos al Archivo General de la Nación y
cuestiona también los recortes a los investigadores.
Golpe a los artistas.
Para María Rivera. el gobierno de López Obrador ha sido un gran golpe para la
comunidad artística, que en lugar de ser beneficiada es afectada por un
gobierno que acaba con la economía artística, devalúa el trabajo y precariza
aún más a los creadores, lo que merma la producción y la oferta: "Es una
gran traición a quienes apoyaron al Presidente; fueron usados. No tengo ninguna
esperanza en que esto cambie, creo que empeorará y que el único futuro que la
comunidad artística tiene, y ojalá así lo entienda, es la organización. El daño
que la política cultural está causando sobre las instituciones y los artistas
es enorme. Más que una decepción, a la larga,
la política cultural será una tragedia para la vida artística y cultural
del país".
Respecto al Presidente,
Cuauhtémoc Medina opina: "Era imprescindible que llegara a la Presidencia
la opción de López Obrador, pero al mismo tiempo creo que llegó demasiado tarde
para haber aprendido algo. Estamos ante una izquierda que era la que queríamos
hace 50 años. Me parece inquietante que no tenga relación con la cultura
contemporánea, no entiende que es importante que haya estructuras
institucionales que no respondan a un mandato ideológico específico. Es un
personaje con una complejidad que no puede uno caricaturizar; me incomoda
infinitamente el caudillismo, pero el hecho de que tengamos caudillos en este
continente es un error que va más allá de los caudillos mismos. Y el hecho de
que la injusticia que estamos generando no encuentre alivio, explica por qué el
caudillismo es imprescindible. Veo a López Obrador como un círculo vicioso, él
es la recaída en un modelo de gobierno que no se ha podido revisar para avanzar
y va a ser una oportunidad perdida. Percibo en el gobierno una noción de
historia patria que no está vigente desde épocas de Torres Bodet, no interactúa
con ninguna producción historiográfica viva, es pura historia de bronce.
Apostar a un consumo de la historia patria es apostar mal, es apostar a un
campo moralista”.