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Traje guadalupano



Domingo 01 de Diciembre de 2019 7:02 am

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DURANTE meses, las artesanas se dedican a bordar en punto de cruz y gancho trajes típicos colimotes que las mujeres usan en el Docenario Guadalupano. La blusa tiene bordada la imagen de la Virgen de Guadalupe; la falda, rosas y grecas, y el velo estrellas.
Los trajes hechos en talleres familiares eran elaborados tradicionalmente en manta, pero en la actualidad se hacen en tela llamada cuadrille, bordados en punto de cruz y gancho con hilo color rojo.
A partir de hoy y hasta el 12 de diciembre, las devotas a la Virgen de Guadalupe saldrán de sus casas o sus trabajos ataviadas de este artesanal traje típico colimote, para honrar a la Morenita del Tepeyac.
Diario de Colima entrevistó a Cecilia León Ocaranza y Lucrecia García, quienes se dedican a bordar estos trajes, ambas concuerdan en la necesidad de que las personas valoren su trabajo totalmente artesanal, en el cual entregan parte de sus vidas.
Cecilia León Ocaranza, maestra de corte confección y alta costura, durante muchos años se dedicó a bordar vestidos y, durante 19 años, confeccionó el traje del ballet del Ayuntamiento de Colima. Cuenta que la tradición de usar este traje típico viene desde la época de los españoles.
Ellos se dieron cuenta que las indígenas bordaban sus coloridos huipiles, los adornaban de flores, pájaros de colores y con distintas grecas. Con el interés de inculcarles la religión católica, poco a poco les fueron enseñando a hacer cosas útiles para la Virgen.
Aunque los indígenas creían en los astros, sabían que había un ser supremo, un Dios, una divinidad, y a cada estación la llamaban de un nombre. A las mujeres las llamaban con el nombre de flores, y sus vestimentas las debían adornar con esa flor.
Así cuando llegaron los frailes y sacerdotes españoles les enseñaron la vestimenta en relación a la religión católica, “el traje típico colimote que trae la Virgen y los bordados en punto de cruz es traído desde esa época, que ya se fue extendiendo a más lugares, pero se inició en Colima”, explica.
El traje se elaboraba en manta cruda, se contaban los hilos, se iban haciendo las cruces, “en realidad el vestido está hecho de muchas cruces, nosotros le decimos punto de cruz, porque en realidad está hecho de la cruz”.
Refiere que en la actualidad, la mayoría de las personas que portan el traje típico lo hacen con devoción, “encuentran en el traje amor, salud, abundancia, revitalización. Muchas cosas que por el hecho de portar a la Virgen de Guadalupe en la blusa se sienten realizadas, esto lo digo no por mí, sino por muchas personas que me han dicho lo que sienten”.
LA TRADICIÓN FAMILIAR
A la señora Cecilia León la enseñó a bordar su abuela, ella hacía las faldas en manta, encima hacía un mandil de tela de yute y le bordaba rosas, “así me enseñé a hacer muchas cosas”.
Indica que comúnmente las mujeres bordan su traje tradicional, luego las personas al verlo van encargando que se los hagan a ellas, “las amigas, las conocidas, después ves que te entra un dinero, entonces dices, pues lo voy a seguir haciendo”.
Para hacer un traje se tiene que buscar el hilo y la tela adecuada, “dependiendo del traje que se quiere, si se quiere en manta se tiene que buscar un hilo adecuado, que la tela no esté muy gruesa ni muy delgada”.
Con tiempo se pregunta a las personas si quieren dibujo especial o la Virgen completa, ya que se necesitan de menos 6 meses, “pero si es manta, es más trabajo y es más minucioso”.
Comenta que “un traje de manta, de menos se lleva los 6 meses elaborarlo, en intervalos de trabajo de 3 horas, porque el resto del tiempo se ocupa en actividades cotidianas”.
Con la dedicación de 3 horas al día, se llevan 6 meses para bordar el traje, para que quede bien hecho desde la mantilla, la blusa, la falda con el bordado, pues la blusa lleva tejido de gancho a los costados, en el cuello y también la falda, en la parte de abajo.
En tanto, el manto también lleva alrededor punto de cruz, toda lleva estrellas que en realidad son cruces, rosas o pastoras.
Considera que se ha perdido la tradición de que las mujeres se enseñen hacer el traje típico, “pues dicen, fulanita o manganita lo saben hacer, pero no saben valorar el trabajo de las personas que hacen este tipo de trajes.
“Yo te lo digo porque a mí muchas personas me dicen ‘por qué me cobras tanto’, pero ahí te va la vida, no es tanto el dinero, estás dando una parte de tu vista, al tiempo empiezas a perder la vista porque hay que fijarla mucho, porque minuciosamente tienes que estar contando los hilos, llega el momento en que tu vista empieza a decaer”.
A sus 61 años de edad, dice que se cansa mucho y solamente cose a sus conocidas, aunque siempre tiene en su negocio uno o dos trajes, pues también hace el traje de manta colimote de hombre, pero les comenta a las personas que lo pidan con tiempo.
“No me gusta trabajar a quema ropa, porque llega un momento que tu cuerpo te dice párale, y uno se desilusiona porque unos dicen ‘yo te doy cuando mucho 2 mil pesos’, entonces se trabajaría 3 meses por 2 mil pesos, y poniendo el material; ya no se puede, se acaba la vista, para que te digan que está caro el traje.
“A mí me llegó a pasar, a veces hasta me dejaban los trajes, me daban anticipo e iban a que les regresará el dinero”. El año pasado vendió cuatro trajes, “que me ayudaron a sostenerme un poco por la pérdida del otro empleo”, ya que luego de 19 años de trabajar en el Ayuntamiento de Colima en la confección del traje del ballet, la despidieron.
Sin embargo, atiende el negocio de sus hijas, en donde venden artículos religiosos. Ahí, han llegado personas que le ofrecen trajes, y han bajado mucho el precio.
“Yo les digo no se bajen, porque los bordados, si bajas el precio, tú misma lo estás depreciando, no estas valorando tú trabajo, todos tenemos que valorar lo que hacemos. Es muy laborioso el bordado, uno se tarda bastante”.
APRECIAN EN JALISCO TRAJE TÍPICO COLIMOTE
Lucrecia García, este año empezó a tejer y bordar los trajes típicos colimotes, ya que en su tierra Tuxcacuesco, Jalisco, no se usan, pero se hizo uno para ella, y allá les gustó mucho, y le pidieron que les confeccionara varias prendas.
“No tenía idea de las guías, porque hay de muchas, hasta que me prestaron la muestra de una falda y una Virgen bordada, e hice un traje para mí, y de ahí les gustaron y allá en mi tierra los vendí”.
Sin embargo, desde niña una vecina la enseñó a tejer punto de cruz y gancho, bordaba servilletas y carpetas. Fue hasta este año cuando hizo cuatro trajes típicos colimotes. Dos para niñas y dos para personas adultas.
El 15 de mayo pasado empezó hacer dos trajes, y terminó en agosto. “No coso mucho porque no estoy muy bien de mi vista, tengo mucha carnosidad, pero el gusto puede más que la razón”, pero cuenta con la ayuda de su hija que le ayudó a bordar. En aproximadamente 3 meses terminó los trajes, con blusa, falda y manto. A dos les hizo manto bordado con estrellas, y dos con reboso. Utiliza el hilo de estambre y cristal, pues en el punto de cruz se utiliza estambre y para el gancho, cristal.
“Lo que no debe faltar en un traje es la Virgen bordada, porque la falda lleva guías y el manto lleva estrellas, y a los rebosos les bordo guías, angelitos o Virgen”.
Recuerda que cuando tenía 5 años, una vecina la enseño a tejer, pues veía que cosían y le llamó la atención. “Esa señora me compró un pedazo de manta, ahí me enseñe contando los hilos, desde entonces no he fallado, ya había dejado porque ya no veo bien, pero volví y fue cuando hice los trajes”.
Aunque tiene varias hijas, solamente Laura es la única que cose, “me ayuda y vamos a seguir haciendo entre las dos, ya sé que me los llevo a mi tierra y allá se venden, hemos ideado hacer eso a ver cómo nos va”.
Aunque todo es laborioso, dice que lo más difícil es bordar la Virgen de Guadalupe, porque el resto también es de mucho coser porque también se bordan flores de Pascua.
La señora Lucrecia refiere que ojalá las personas sepan valorar el trabajo “porque es muy laborioso, entonces que lo sepan valorar, se necesita creatividad, tiempo y pensar porque uno se equivoca y hay que desbaratar para que quede bien”.
Afuera de la comunidad Obras Sociales de San Felipe de Jesús, Lucrecia, con su esposo que está en silla de ruedas, venden pan, y mientras esperan a sus clientes, ella aprovecha para seguir tejiendo servilletas y almohadones.


Elena DEL TORO



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