El orgullo de ser huarachero
Domingo 05 de Abril de 2020 7:48 am
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TRANSFORMAR las tiras de cuero de res en huaraches artesanales y verlos en los pies de sus clientes satisfechos o los bailarines del Ballet Folklórico de la Universidad de Colima, apasiona a los hermanos Eloísa e Ismael Ochoa González. Tienen el oficio en la sangre y se dicen “tercos”, por continuar con este trabajo que ya no es redituable. Entre cueros, correas, baquetas y hormas, crecieron Eloísa e Ismael, pues su papá, Adolfo Ochoa Pérez, se dedicaba hacer huaraches. Él solo aprendió el oficio, y a los 11 años de edad ya tenía su taller. Sin embargo, su papá no tuvo tiempo de enseñarles, porque él hacía y vendía los huaraches, les puso a los mejores “maestros”. A la fecha continúan con esta labor, con la cual pudieron sacar adelante a sus hijos y darles estudio, pero actualmente la situación es diferente porque ya no se vende tanto y los insumos están muy caros.
Diario de Colima entrevistó a Eloísa e Ismael Ochoa, y entre martillazos para clavar la baqueta con la suela del huarache, hablaron sobre su oficio y los retos que enfrentan en la actualidad. En el pequeño taller ubicado en la casa de la señora Eloísa, se siente un clima agradable, de camarería y trabajo. En el lugar hay correas, baquetas, suelas de llanta, así como varios huaraches ya terminados y listos para entregarse a los clientes.
OFICIO DE FAMILIA
El señor Ismael dice que su trabajo manual en segundo año de primaria fue hacer un par de huaraches, una referencia que desde pequeño conoce el oficio. “Mi papá nos puso a los maestros de hacer huaraches, a los grandes, por eso creo que aprendimos bien, porque tuvimos los mejores maestros, y a aquí nunca se acaba de aprender”, pues él cada vez trata de mejorar su trabajo. De los 10 hermanos que son, cuatro se dedican hacer huaraches, pero también tienen sobrinos que siguen el oficio de la familia.
Eloísa tiene 30 años haciendo huaraches, y recuerda que cuando era pequeña su papá les pagaba 5 centavos por hacer chapeta o hebilla para abrochar el huarache, “nosotros contentísimos ayudándole, pero estábamos aprendiendo, y después los trabajadores nos enseñaron hacer todo lo demás”.
HUARACHE ARTESANAL
Refiere que elaboran el huarache colimote todo a mano, sin maquinaria, es artesanal 100 por ciento. Fabrican muchos modelos como el araña, araña pihuamo, pachuco, hippie, vallarta cerrado, el comalteco y el colimote también llamado petatillo. Los materiales necesarios para elaborar los huaraches son el cuero de res y la suela de llanta, su proceso es muy largo, depende también de cada modelo. Para comenzar primero dejan remojando mucho tiempo el cuero para poder manejar la vaqueta, y se pueda hacer el tejido. Luego sacan la correa a mano y empiezan a tejer. Lo dejan en la horma durante medio día, y después sigue el clavado con hule de llanta. Hay cuero curtido con cascalote, y también natural, proceso que realizan otras personas, pues ellos lo compran listo para usarse.
PARA CAMPO Y LA CIUDAD
El estilo pihuamo lo compran para trabajar en el campo, porque es macizo y duro. En mayo hay una venta importante porque en los bailables de las escuelas les piden el de araña, el pihuamo y el colimote, que son los tradicionales para los bailables. En diciembre es una buena temporada de venta porque lo compran para las Fiestas Guadalupanas, y los migrantes que arriban a la entidad. Enero y febrero son los meses más complicados, pues es la cuesta de enero, y siempre baja mucho la venta, en tanto en marzo y abril o tiempos de Semana Santa y Pascua se incrementa la demanda de sandalias, según la temporada trabajan ciertos estilos.
No obstante, debido a la contingencia por el Covid-19, no habrá ninguna venta por la temporada vacacional de la semana mayor, y las ventas también han caído de manera importante. En temporada normal, los huaracheros tienen entregas en las tiendas de la capital.
COMPETENCIA CHINA
Eloísa dice que cada día compran menos el huarache, aunque vale más hacerlo, porque están muy caras las baquetas, entonces tienen que aumentar el precio y en consecuencia baja mucho la venta. “Los chinos nos están tumbando mucho la venta, aunque no dura mucho, el que hacemos nosotros está garantizado 100 por ciento, pero la gente ve el precio, y no ve la calidad”, lamenta.
Insiste que se vende más el chino que el elaborado de manera artesanal, “cada día está bajando mucho la venta, por eso tenemos que modificar el huarache para que lleve menos correa pero igual de calidad, más económico pero con calidad. En los últimos años ha aumentado mucho el precio del cuero de res. La vaqueta cuesta entre mil 800 y 2 mil pesos, aparte la suela que es más barata porque la venden por kilos pero hay de hasta mil pesos.
El huarache de Pihuamo se lo están pagando en 180 pesos, “es muy poco, para todo lo que le meto clavo, mano de obra, remache, hule de llanta, el tiempo, no nos sale, pero somos tercos y queremos seguir haciendo lo que nos gusta”.
OFICIO POR DESAPARECER
Ismael abunda que les ha afectado mucho el producto chino, y la falta de difusión del huarache artesanal, advierte que si la situación continúa, el oficio podría desaparecer, porque sus descendientes ya no siguen el oficio. “Con nosotros se paró, mis hijos ya no quisieron, creo que ni el hijo de mi hermana quiere, porque él quiere seguir estudiando, ya no le ven futuro”.
A ellos les dio para comer y darles estudio a sus hijos, “yo tengo un hijo licenciado y otro que trabaja en un hospital en Estados Unidos, pero la pequeña quiere ser abogada, y no se ha metido para nada en esto, no le interesa, yo mismo la aliento porque ya no tiene futuro, si falla ella (su hermana) y yo, se acaba”. Se termina la tradición en la familia.
Considera que el oficio desaparecerá, aunque podría entrar gente nueva y con ímpetu, pero en sus trabajadores tampoco ven mucho interés, pues van un rato y ya no vuelven, aunque no ha llegado gente joven buscando trabajar en la elaboración del huarache. En su caso el oficio se queda con él, y con su hermana también, ya que aunque su hijo hace muy bonito el huarache no quiere seguir esta actividad.
“Pero si vieran futuro se les removería, pero aquí ya no se ve futuro, porque se gana muy poco, la gente no lo quiere pagar, es la difusión que tenemos no hay regulaciones en precio”. Entre los mismos productores hay quienes dan más barato, y hasta en la misma familia, “eso es malo, no hay palabra”.
Al preguntarle cómo han enfrentado la competencia china, refiere que han cambiado los modelos que son más modernos, sencillos y bonitos, “pero sí se tiene que ir reforzando y mejorando para seguir en el mercado”. También continúan haciendo los tradicionales.
La gente busca precio y calidad, porque la economía está muy difícil, “y es comprensible, pero nunca ha recibido apoyo del gobierno, a mí nunca se me han acercado, para nada, para el gobierno no existe uno, esto no existe”.
Los hermanos huracheros se definen como tercos por querer mantener el oficio y continuar con esta labor, lamentan que el gobierno diga que es el huarache colimote, pero no saben porque lo dicen porque quienes lo hacen con ellos, “y no se acercan, qué tradición hay si no nos conocen”.
A pesar de todo, a Eloísa le apasiona mucho su trabajo, “me encanta tener un cuero y sacar correas y sacar un par de huaraches, cuando lo termino qué hermoso y más cuando se los veo en los pies de la gente como los bailarines del Ballet Folklórico de la Universidad de Colima, cuando vamos a verlos bailar no sabe qué bonito que estén bailando con mis huaraches”.
A Ismael también le gusta este oficio, porque “ya lo traemos en la sangre, uno ve el cuero de la res que no tiene figura y llegar hacer eso, uno va formando algo bonito, algo que sabes que lo hiciste y te da orgullo saber que fue hecho por ti. Es lo bonito”.