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Aquí es la vieja, acreditada y prestigiada Casa Ceballos



Domingo 05 de Julio de 2020 7:12 am

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EN el histórico Portal Medellín, frente al Jardín de La Libertad, se encuentra la Casa Ceballos. Su historia se remonta a hace 127 años, cuando Manuel Ceballos Fuentes estableció la tienda La Colmena.
Las paredes de la Casa Ceballos resguardan historias de la familia de su fundador, pero también de los colimenses. Manuel Ceballos estableció la tienda La Colmena, que fue el antecedente de la Casa Ceballos, antes se inició en el comercio con la Sombrerería Ceballos. Don Manuel era padre de Enrique Ceballos y abuelo del popular Carlos Caco Ceballos.
Entrar a esta tradicional tienda es ingresar a la historia de Colima, pues en su fachada por el portal Medellín está un letrero con la leyenda “Casa Ceballos, desde 1893”, uno puede imaginarse un Colima totalmente diferente. “Aquí es la vieja, acreditada y prestigiada Casa Ceballos”, reza la leyenda grabada en la parte superior central del establecimiento, y abajo está el año 1893, así como una fotografía de don Caco Ceballos.
En una pared, los hijos de don Caco Ceballos colocaron cuadros con las frases que su papá instalaba hace años en la tienda, que muestran su tenacidad y creatividad. “Señores ladrones: En este negocio no tenemos dinero en efectivo, pues siempre lo mandamos al banco. Este aviso es para que no pierdan su valioso tiempo. Muchas gracias”; “Los grandes hombres hablan de ideales, los hombres medianos hablan de cosas, los hombres bajos hablan de los demás”, refieren unos mensajes.
En las grandes ventanas, típicas de las casas tradicionales de Colima, hay cuadros con viejas noticias del Hotel Ceballos. Mientras en los estantes hay ropa de manta y artesanal, huaraches, sombreros, figuras de barro y más artesanías.
Para conocer más sobre esta tienda tradicional, Diario de Colima platicó con Lourdes y Manuel Ceballos Fuentes, hijos de Carlos Ceballos Silva, quien plasmó hechos relevantes de la vida de Colima en sus columnas De lejos y a mi alrededor, publicadas en este medio.
Manuel Ceballos refiere que Casa Ceballos es una tienda antigua, creada por su bisabuelo Manuel Ceballos, luego se quedó a cargo Enrique Ceballos Cárdenas, posteriormente Carlos Ceballos Silva, y ellos como sus hijos heredaron el negocio.
La tienda era muy grande, abarcaba casi medio portal, desde donde actualmente está el lobby del Hotel, hasta donde está el restaurante El Patio. Ahí vendían muchísimos artículos desde telas, colchones, bicicletas, zapatos, artículos para caballos, material de construcción, había de todo. En la parte de abajo estaba la tienda, y en el segundo piso, el Hotel. Sin embargo, conforme pasaron los años, Casa Ceballos se fue reduciendo.
La señora Lourdes refiere que su abuelo Enrique Ceballos Cárdenas tuvo nada más dos hijos, Carlos y Elvira; a ella le heredó el hotel, y a él la tienda. Manuel agrega que su papá cedió a sus sobrinos áreas de la tienda, por lo que la fue achicando para que aprovecharan para el hotel, por eso hicieron salones en donde antes eran bodegas de Casa Ceballos, mientras la entrada, que era muy chica, la ampliaron.
En su infancia a la señora Lourdes le encantaba estar en la tienda, pues en las bodegas se divertía mucho con sus hermanos y sus primos los Oldenbourg. “Cuando quitaron los zapatos los pusieron en la bodega, de esas hermosas botitas de hace muchísimos años, mocasines café con blanco”. Sin embargo, cuando se casó se fue a vivir a Tecomán, y solamente iba de visita a la tienda, porque su papá, don Caco Ceballos, abría todos los domingos. “Siempre estaba aquí lleno de amigos, todos los días, tenía su sillón, las últimas tres empleadas duraron 45 años, y hubo otras que duraron otros tantos”.
Manuel Ceballos refiere que su abuelo Enrique Ceballos era todo un personaje, emprendedor e innovador, pues él pavimentó la primera calle en Colima, la Constitución, donde actualmente es el Andador Constitución. También fue el primero en instalar en la esquina de la Casa Ceballos la primera lámpara para alumbrado público, la cual él pagaba. También tiene muchos recuerdos de su familia en la tienda. De su abuelo, relata que cuando instalaron los primeros semáforos en la calle Madero, había muy pocos coches en Colima.
Su abuelo siempre andaba trajeado en su bicicleta, y recuerda que en una ocasión él estaba a un lado del mostrador, cuando llegó su abuelo, quien ya era grande de edad, entró con la bicicleta casi corriendo y la metió en la parte de atrás de la tienda. Después llegó un tránsito sudando y agitado, cuando su papá le preguntó qué pasaba, le respondió con la pregunta: ¿en dónde está el señor de la bicicleta?, pues se viene pasando todos los altos de la Madero.
“Eran de las bicicletas que no tenían frenos, sino que le daban para atrás y medio se paraban, y sale mi abuelo, preguntando qué pasó, mi papá le dijo: ‘que te pasaste todos los altos’, respondiéndole: ‘¿y qué quería?, ¿que perdiera el vuelo?’”. También recuerda que su abuelo le vendió al señor Román Mendoza un sombrero apolillado. “Él era un señor muy alto, preguntó: ‘¿cuánto este sobrero?’; le contestó: ‘para ti, Román, tanto’. Revisó el sombrero, pero nunca le vio el agujero que tenía arriba, y se lo llevó.
“A la hora regresó: ‘oiga don Enrique, que me cambie el sombrero, tiene un agujerito’; le contestó: ‘como ese ya no hay, ¿pero en dónde está el agujerito?’; cuando le dice en dónde está, mi abuelo le señala: ‘ay Román, ¿quién te va a ver ese agujerito?, tú tan alto, necesita alguien pararse arriba, más alto que tú, que no lo hay en todo Colima, para ver el agujerito, es una cosa imposible’; y dice Román: ‘tiene razón, don Enrique’, y se lo llevó. Mi abuelo era bueno para convencer a la gente, era bueno para vender”.
A la Casa Ceballos han llegado personajes como Rigoberta Menchú, Maquío, Beatriz Paredes, la escritora Laura Restrepo, quien menciona a su papá en uno de sus libros, fueron muchos los que visitaron la tienda. “Muchos que deben estar anotados en la libreta de visitantes, mi papá los hacía firmar, porque en un tiempo fue consulado de Veracruz, los veracruzanos que andaban aquí en vacaciones se reportaban y firmaban. Al ingeniero García Allen le molestó mucho cuando quitaron el letrero, cuando falleció mi papá”.
Don Carlos Ceballos Silva era muy ocurrente, durante el tiempo electoral colocaba un garrafón en su negocio, donde los colimenses depositaban en un papel el nombre del candidato por el que votarían, era para conocer la opinión del pueblo. Cuando el garrafón se llenaba convocaba a periodistas y ciudadanos, vaciaban la urna, contaban los votos y se publicaba al ganador, pero con el tiempo se tomó como broma que quien ganaba en la urna de don Caco, perdía en la elección.
El popular don Caco ya no está, pero ahora sus hijos están a cargo de la Casa Ceballos. La señora Lourdes, quien está al frente del negocio, refiere que ahora se especializan en artesanías, pues está a un lado del callejón, y siendo un punto turístico, ofrecen productos que los visitantes buscan.
Venden ropa de bordados de Caritas I.A.P, pero la mayoría es ropa artesanal de Puebla, Oaxaca, Chiapas y Jalisco, y también productos de Colima como café, figuras prehispánicas y aceite de coco. A un costado, Manuel Ceballos tiene Artesanías Casa Ceballos, en donde también vende productos para turistas, pues le gustó seguir con la actividad familiar.

Elena DEL TORO



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