La relación de Covid-19 y el aire que exhalamos
Foto Internet
Sábado 25 de Julio de 2020 8:55 pm
+ -Recientes estudios sobre la física del aire que exhalamos y su flujo generan nuevas hipótesis sobre los contagios del SARS-CoV-2 mediante aerosoles.
Con nuestras
palabras, suspiros e incluso respiración generamos un ambiente con el que
compartimos un poco de nosotros con los demás. No se trata de una reflexión
humanista, sino de una realidad bioquímica. Más allá del ritual de gestos,
tonos y miradas, durante la comunicación cotidiana también se despliega un
impresionante (e invisible) escenario donde bailan, flotan y se proyectan
partículas.
El doctor
Alejandro Sánchez, del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), explica cómo cuando tosemos o estornudamos la saliva
sale proyectada a mayor velocidad, pero simplemente al respirar generamos vapor
de agua donde pueden ir contenidas partículas virales. Eventualmente, este
material se precipita al suelo por la acción de la gravedad, donde se desactiva
por características como la temperatura y radiación. Las gotas más grandes y
pesadas caen con mayor rapidez y se proyectan a una distancia de entre 1.5 y 2
metros, razón por la cual se estableció el límite mínimo de sana distancia con
esa medida; sin embargo, casi desde el principio de la pandemia, muchos
investigadores cuestionaban el papel de los aerosoles, los núcleos de gotículas
menores a cinco micras que por su ligereza se mantienen en el aire durante más
tiempo y pueden atravesar distancias más largas.
Durante
meses, la OMS rechazó firmemente la idea de que pudiera existir la posibilidad
de que el nuevo coronavirus se transmita por aerosoles que pueden acumularse en
lugares con poca ventilación. Para la agencia internacional, el virus se
transmitía principalmente por las gotas más grandes que viajan a distancias
relativamente cortas; sin embargo, ante la presión de más de 200 científicos de
todo el mundo, hace poco la institución suavizó su postura y está haciendo una revisión
para emitir nuevas pautas sobre los aerosoles.
Una de las
primeras en cuestionar los lineamientos anteriores fue Kimberly Prather, una
científica de aerosoles de la Universidad de California en San Diego. Para
ella, las pruebas demostraban que el virus se estaba transmitiendo de una
manera diferente a la que las autoridades de salud habían asumido y ante la
titubeante postura que la OMS tuvo en un principio sobre el uso de cubrebocas,
Prather apelaba por su uso aún en espacios cerrados.
¿Tu cabeza en mi hombro?
El SARS-CoV-2
viaja suspendido en gotas de saliva que contienen cientos o miles de partículas
virales que al ser respiradas y entrar en contacto con las mucosas podrían
provocar una infección. El doctor Sánchez señala que los aerosoles dependen
mucho de la temperatura y el microambiente que se genera en un espacio. Explica
que un factor muy importante es la humedad, mientras haya más, las gotas
permanecen a un estado más grande y se precipitan más rápido por el peso. En un
ambiente seco, las gotas se atomizan y tardan en caer al suelo.
"Imaginemos
que los aerosoles permanecen en un ambiente cerrado donde no hay ventilación y
una persona enferma permanece en ese sitio por bastante tiempo. Si estoy
platicando durante 20 minutos con una persona que no usa cubrebocas, me puedo
infectar con una probabilidad de entre 24% y 50%, aproximadamente",
explica Sánchez y apunta que las posibilidades de contagio bajan al ventilar
adecuadamente lugares cerrados y evitando que se aglomere mucha gente en un
lugar cerrado. "Si permanezco en un lugar cerrado con una persona enferma,
aún sin hablar con ella, al cabo de una hora el ambiente se va a llegar a
saturar de tal forma que yo voy a terminar respirando esos aerosoles",
dice.
Aunque
todavía existen dudas en la comunidad internacional sobre cuántas partículas de
virus se necesitan para desencadenar una infección, el especialista señala que
para que una persona se enferme tiene que respirar al menos mil partículas
virales y aunque la única forma de reducir a cero el riesgo es con el
confinamiento, la realidad también es que el uso de tapabocas ayuda. "Las
mascarillas no logran que el virus quede contenido si estuviera en el aire (a
menos que sea una N95 o N99), pero lo que hacen es contener la saliva para que
no se vuelva un aerosol. Para que sea efectivo todos lo tenemos que usar".
Físicos,
químicos, ingenieros, aerobiólogos y muchos más. Aunque la OMS sigue recabando
datos, ya hay muchos estudios que confirman las teorías sobre el desplazamiento
y riesgo de los aerosoles. "Los físicos han hecho evaluaciones exhaustivas
de cómo se mueven las partículas mediante tintas especiales y luz ultravioleta
que las muestra en la oscuridad para ver cómo se esparcen". En el estudio
"La vida en el aire de pequeñas gotas emitidas por la voz y su importancia
potencial en la transmisión de SARS-CoV-2" (Valentyn Stadnytskyi et al),
publicado en mayo por la Universidad de Stanford, se usó la dispersión de luz
láser para detectar gotas emitidas por voluntarios al hablar. Los autores calcularon
que para el SARS-CoV-2, un minuto de hablar en voz alta genera más de mil
pequeños aerosoles cargados de virus que permanecen en el aire durante al menos
ocho minutos.
Por otra
parte, Lidia Morawska, científica de aerosoles que trabaja en la Universidad
Tecnológica de Queensland y quien forma parte de los científicos que
recientemente publicaron un texto en la revista Clinical Infection Diseases
para exigir que se reconozca el potencial de la transmisión aérea, hizo una
serie de simulaciones para determinar las causas de un gran número de contagios
de un ensayo coral en Seattle al inicio de la pandemia. La conclusión fue que
los principales responsables fueron los aerosoles diseminados por el canto, la
ventilación inadecuada y una exposición prolongada a este medio. Otros estudios
han sugerido que los ambientes interiores pueden ser especialmente riesgosos
porque carecen de luz ultravioleta y porque el virus tiende a concentrarse más
de lo que lo haría en espacios exteriores.
Según
Sánchez, el uso del aire acondicionado también puede aportar a la ecuación,
pues estos sistemas tienden a disminuir la humedad del ambiente con la
probabilidad de generar más aerosoles en un ambiente más seco. Por otra parte,
los que recirculan el aire o no tienen los filtros y el mantenimiento adecuado,
proyectan un aire viciado al ambiente. "Otro factor es que su uso obliga a
tener las ventanas cerradas por una cuestión energética".
Actualmente,
35 expertos de la OMS examinan la evidencia emergente de la trasmisión aérea para
desarrollar mejores pautas de ventilación, pero los gobiernos de diferentes
países ya incluyen recomendaciones respecto a los contagios en espacios poco
ventilados, donde incluso piden que se evite hablar en voz alta o cara a cara.
"En espacios exteriores es mucho menos factible que esto pase; solo
estando a una distancia imprudente, el microambiente en las emisiones de saliva
incrementa el riesgo; pero no es posible pensar que solo usando cubrebocas nos
podemos sentar en un restaurante o un bar durante cuatro horas sin riesgo. La
probabilidad de infección es alta", concluye el doctor Alejandro Sánchez y
subraya la necesidad de habituarnos a medir los riesgos para realmente aprender
a convivir con el virus.