Después de 16 años, la NASA descubre gran enigma estelar
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Jueves 19 de Noviembre de 2020 5:33 pm
+ -Las investigaciones dieron inicio en 2004 y revelaron que la nebulosa descubierta se creó a partir de la fusión de dos estrellas de diferente tamaño
Un nuevo
estudio de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA)
descifró el misterio de una nebulosa detectada hace 16 años, la cual parece
tener sus orígenes en el choque de dos estrellas que se fusionaron para formar
un esferoide luminoso, único en su tipo.
Las
investigaciones en torno a este objeto, diferente a todos los que se habían
reconocido en la Vía Láctea, comenzaron en el 2004, desde el Explorador de la
Galaxia (GALEX) con base en el espacio, diseñado para estudiar la historia de
la formación de estrellas.
Los
científicos se percataron de la presencia de una gota de gas grande y débil con
una estrella en su centro. Entre todo, se destacaba una mancha azul provocada
por un anillo grueso localizado dentro de ella, fue así que la identificaron como
la “Nebulosa del Anillo Azul”.
Pese a que
las imágenes capturas por GALEX mostraban ese halo azulado, en realidad no
emite luz visible para el ojo humano, por lo que los expertos se dedicaron a
estudiarla con múltiples medios, desde telescopios terrestres hasta espaciales,
“pero cuanto más aprendían, más misterioso parecía”.
A lo largo de
más de una década, los especialistas recurrieron a modelos teóricos de
vanguardia en los que aplicaron la gran cantidad de datos que recopilaron con
el tiempo. Como resultado, el estudio fue publicado en “Nature”, el cual reveló
la composición de la Nebulosa del Anillo Azul.
Los
investigadores de la NASA expusieron que pese a que los sistemas estelares
fusionados son muy comunes, su estudio requiere de un tiempo prolongado después
de su formación. Eso se debe a que en el momento de su origen se encuentran
oscurecidos por los escombros que provocó la colisión y más tarde se convierten
en difíciles de identificar porque tienen un gran parecido con las estrellas no
fusionadas.
A pesar del
parecido entre los sistemas estelares, los estudiosos diferenciaron que la
nebulosa tenía una estrella viviente en su centro, además notaron que esta no
irradiaba luz, lo que la distinguió de otro tipo de remanentes de supernova y
nebulosas planetarias.
A un par de
años de haber dado inicio los trabajos de investigación en GALEX, encontraron
evidencia de una onda de choque en la nebulosa, lo que sugiere que el gas que
la compone fue expulsada por un evento violento alrededor de la estrella
central.
“Durante
bastante tiempo pensamos que tal vez había un planeta varias veces la masa de
Júpiter siendo desgarrado por la estrella, y eso estaba arrojando todo ese gas
fuera del sistema”, recordó Mark Seibert, astrofísico del Instituto Carnegie y
miembro del equipo GALEX.
Esta idea
perduró hasta el 2012, cuando un telescopio espacial estudió el cielo en luz
infrarroja, identificando un disco de polvo que orbita cerca de la estrella.
Eventualmente, el equipo demostró que el disco y el material expulsado al
espacio provenían de un objeto de dimensiones mayores a las de un planeta
gigante, algo más grande que. En 2017, el Buscador de Planetas de la Zona
Habitable en el Telescopio Hobby-Eberly confirmó que no había ningún objeto
compacto que orbitara a la estrella.
De esta
forma, los expertos de la NASA concluyeron que el evento que produjo la
formación de la nebulosa fue una fusión estelar entre una estrella similar a
nuestro Sol y una de tamaño pequeño. Cuando la primera de estas estrellas,
estaba por llegar al final de su vida empezó a acercarse al esferoide más
chico, provocando su ruptura y caída. Posteriormente, ambos se envolvieron en
un anillo de escombros.
En cuanto al
halo azulado, los científicos explicaron que es consecuencia de dos nubes en
forma de cono de escombros débiles, por ello resultan imperceptibles para el
ojo humano. Sin embargo, el área donde los conos se enciman formaron el anillo
azul central que GALEX observó.
La
luminosidad de este fenómeno, responsable de que GALEX lo detectara, se
intensificó con el paso del tiempo, cuando las colisiones excitaron las
moléculas de hidrógeno, provocando que se irradien en una longitud de onda
específica de luz ultravioleta resplandeciente.
Durante los
trabajos de investigación, un grupo de astrónomos se unió paulatinamente,
sumando sus conocimientos para la obtención de nuevos datos. Este fue el caso
del astrofísico Brian Metzger, que a través de modelos matemáticos y
computacionales, aplicados en fenómenos cósmicos fue capaz de predecir la forma
en que se comportaba la nebulosa.
Chris Martin,
investigador principal de GALEX, reveló que con Metzger como parte del trabajo
los avances se precipitaron visiblemente. “No era sólo que Brian pudiera
explicar los datos que estábamos viendo; esencialmente estaba prediciendo lo
que habíamos observado antes de que él lo viera. Él decía, ‘Si esta es una
fusión estelar, entonces deberías ver X’, y era como, ‘¡Sí! ¡Vemos eso!’”,
aseguró.
La NASA
agregó que las fusiones estelares pueden ocurrir con una frecuencia de 10 años,
aproximadamente, en la Vía Láctea. “Creemos que probablemente hay muchos
remanentes jóvenes de fusiones estelares en nuestra galaxia, y la Nebulosa del
Anillo Azul podría mostrarnos cómo se ven para que podamos identificar más”,
puntualizaron.