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Los Danys, payasos que transforman emociones



Domingo 28 de Marzo de 2021 6:47 am

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Con maquillaje, trajes de colores y narices rojas, Daniel Hernández Contreras y Miguel Hernández Ensch, padre e hijo, se transforman en Dany El Payaso y Dany Boy, que con sus chistes, malabares y actos de magia, sacan las sonrisas de niños, jóvenes y adultos.
Para ellos, ser payaso es transformar emociones, pues pueden hacer sonreír y hasta llorar a las personas; para lograrlo, están en constante preparación para ofrecer mejores presentaciones y poner el alto su profesión.
Aunque la pandemia por Covid-19 les preocupó por la cancelación de sus presentaciones, aprovecharon la tecnología para hacerlas en línea y fueron invitados a formar parte de una brigada de recuperación emocional, haciéndose embajadores resilientes reconocidos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Entrevistados por Diario de Colima, padre e hijo contaron su historia sobre esta profesión que es parte de su vida. Daniel tiene 30 años siendo payaso, y su hijo Miguel “nació con la nariz puesta”.
LOS INICIOS DE DANY
Dany El Payaso comenzó en 1993, en el entonces Distrito Federal, de donde es originario. Un amigo suyo era payaso, él le enseñó sus primeros conocimientos sobre la profesión, con él trabajó como ayudante. Durante casi un año realizó labor social, trabajando en el Zócalo con presentaciones para niños de la calle. En ese tiempo empezó a asistir a los talleres y congresos que el gremio organizaba para su preparación. En 1993, fue el primero en León, Guanajuato, y el año siguiente en el Congreso Internacional en Tulancingo, Hidalgo.
Cuando se casó se fue a vivir a Querétaro, en donde vivió 16 años, continuando con la profesión. En aquel tiempo había cuatro eventos importantes: el Congreso Internacional, el Encuentro de Payasos, la Feria de las Risas y la Convención. La Feria se realizaba en el Distrito Federal, en donde se reunían más de mil payasos de todo el mundo para prepararse.
Llegó a Colima porque la familia de su esposa es de aquí, por ello decidieron venirse, además de que no había una plaza extensa, eran pocos payasos los que había y trató de abrir más el mercado.
A Dany le encanta su profesión, ha recorrido todo el país: “ya le dimos toda la vuelta a la República y a parte de Estados Unidos, eso es algo padre porque al payaso lo ven como un proyector de sonrisas. Hemos estado trabajando en los lugares más vulnerables, pero les sacamos la sonrisa con nuestro trabajo, lo que más me gusta es ver sonreír a los niños”.
Lo que no le gusta es cuando hay tiempos difíciles, y el show debe continuar. En una ocasión estaban a punto de dar la tercera llamada para salir a su espectáculo, cuando recibió una llamada telefónica en la cual le avisaban de la muerte de su abuelita. “El entrar, hacer el espectáculo, es algo muy fuerte, somos seres humanos y tenemos problemas en casa como todas las familias”, pero el salir a trabajar es muy difícil.
Tras la pandemia, en enero de este año, retomaron los shows presenciales, ese día le avisaron de la muerte de su hermano. “Me estaba maquillando, ya no podía hacerlo en ese momento, pero tenía que cumplir con el evento programado. Eso fue el 9 de enero”.
La siguiente semana murió su papá, también tenía un evento ese día, “fue un mes súper difícil para nosotros, mi hijo me decía ‘yo lo hago papá’. Sin embargo, no queda de otra, nos tenemos que transformar, cuando inicio a maquillarme me empiezo a transformar, es cuando empieza a cambiar de Dany al payaso”.
Al preguntarle qué significa para él ser payaso, responde que no es fácil resumirlo, pues “es mi vida, toda mi vida he sido payaso, he ido a muchísimos eventos, cobramos bien, a mi hija le di una carrera y mi hijo terminó la prepa, es algo genial”. Apunta que es un “transformador de emociones, para mí ser payaso es algo genial, porque así como podemos hacer reír y hasta llorar de emoción, es algo inexplicable lo que es vivir y ser payaso, nosotros lo disfrutamos bastante”.
También le ha abierto muchas puertas, pues cuando tramitó su Visa no pasó a la entrevista, les comentó que iba a California a un congreso de payasos, en el cual daría un taller. “En ese momento le hice una figura del globo, y sólo esperé que me dieran el documento”. Su frase es “ser payaso es cosa seria, hay que vivir el momento y disfrutarlo, que no se convierta en trabajo, sino en diversión”.
Dany realiza sus shows con su hijo Dany Boy, que “desde que nació ya traía la nariz puesta. Yo me maquillaba y en un descuido estaba mi hijo en la silla y se empezaba a llenar la cara de maquillaje, el día de su cumpleaños yo le decía, ‘hijo, ¿qué quieres que te regale?, te hacemos una fiesta’; me respondía ‘no, yo quiero unos zapatos amarillos con rojo, una peluca roja’, y en Navidad pedía los trajes, nunca me pidió un juguete”. Su hijo hasta los 15 años tuvo payaso en su fiesta de cumpleaños.
SIGUIENDO LOS PASOS
Miguel Hernández siguió los pasos de su papá. “A mí siempre me gustó ver cómo mi papá se maquillaba, se ponía los zapatotes, su peluca, siempre me ha gustado ver el trabajo de los payasos”. Su papá ha sido su maestro, cuando lo veía maquillarse y cuando actuaba, pero también ha tomado clases sobre Historia del Arte y de teatro, de música, malabares, maquillaje y globoflexia. Ha tomado las clases en los congresos y convenciones que realiza el gremio, en donde invitan a maestros de talla internacional, además es egresado del Centro de Educación Artística Juan Rulfo (Cedart), con especialidad en teatro.
Aunque es muy joven, tiene 17 años en esta profesión pues empezó a los 3 años participando en los actos de su papá. “Siempre me ha gustado ser payaso. Cuando era pequeño mi papá me dejaba hacer lo que supiera, después aprendí”.
Para él ser payaso significa abrir mentes, transmitir emociones, ya que pueden lograr que las personas sientan alegría, tristeza, enojo, “es un transmisor de emociones”.
En su profesión lo difícil es que no son tomados en serio, porque cuando llegan a una fiesta los papás son los más cerrados en participar, y es complicado que entren al juego.
Considera que actualmente no es fácil atrapar la atención de los niños, y para lograrlo tienen que hacer actos impresionantes, como trucos de magia o actos musicales, “algo que los sorprenda”.
A Dany Boy le gusta todo de su profesión, y desde que se maquilla ya se visualiza cómo quedará. Sin embargo, no le gusta que desprestigien al payaso o utilicen la palabra como insulto, pues denigran la profesión.
Sobre cómo les fue con la pandemia, dijo que al principio fue difícil y preocupante, porque les cancelaron muchos eventos y les cerraron las puertas, pero fueron inteligentes, aprovecharon la tecnología e hicieron transmisiones en vivo.
“La misma gente, sin nosotros pedirlo, nos empezó a apoyar económicamente”. Luego, un amigo de la Ciudad de México los invitó a formar parte de una brigada de recuperación emocional reconocida por la UNAM. Ser embajadores resilientes les ha ayudado a renovarse. Su frase es “esto es algo de toda la vida, de mucha preparación”.

Elena DEL TORO



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