Hallan vínculo biológico entre la carne roja y el cáncer colorrectal
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Viernes 18 de Junio de 2021 7:20 pm
+ -Un nuevo artículo publicado en la revista Cancer Discovery ha identificado patrones específicos de daño en el ADN desencadenados por dietas ricas en carne roja
Comer menos
carne roja es un consejo médico habitual para prevenir el cáncer colorrectal,
pero el modo en que se produce la mutación de las células no estaba claro y no
todos los expertos estaban convencidos de que existiera una relación fuerte.
Un nuevo
artículo publicado en la revista Cancer Discovery ha
identificado patrones específicos de daño en el ADN desencadenados por dietas
ricas en carne roja, lo que sitúa aún más este alimento como carcinógeno y
anuncia la posibilidad de detectar el cáncer en una fase temprana y diseñar
nuevos tratamientos.
Las
investigaciones anteriores que establecían la conexión eran principalmente
epidemiológicas, es decir, se encuestó a las personas que desarrollaban la
enfermedad sobre sus hábitos alimentarios, y los investigadores detectaron
asociaciones con la incidencia del cáncer colorrectal.
En 2019 un
equipo de investigadores causó revuelo al declarar que solo tenía un grado
"bajo" de certeza de que la reducción del consumo de carne evitaría
las muertes por cáncer.
“Cuando
decimos que la carne roja es cancerígena y que impacta en la incidencia del
cáncer tiene que haber alguna forma plausible por la que lo hace”, dijo a la
AFP Marios Giannakis, el oncólogo del Instituto del Cáncer Dana-Farber que
dirigió el nuevo estudio.
Los científicos
ya descubrieron hace tiempo qué sustancias químicas del humo del tabaco son las
culpables del cáncer, y cómo ciertas bandas de luz ultravioleta penetran en la
piel y desencadenan mutaciones en los genes que controlan el crecimiento y la
división de las células.
Para subsanar
esta carencia de conocimientos, Giannakis y sus colegas secuenciaron los datos
de ADN de 900 pacientes con cáncer colorrectal, extraídos de un grupo mucho más
amplio de 280.000 trabajadores de la salud que participaron en un estudio de
varios años de duración que incluía encuestas sobre el estilo de vida.
Investigación
El punto
fuerte de este enfoque es que las personas que documentaron su dieta no tenían
forma de conocer su futuro diagnóstico de cáncer, en lugar de pedir a la gente
que recordara sus hábitos alimentarios después de enfermar.
El análisis
reveló una firma mutacional distinta, un patrón que nunca antes se había
identificado, pero que era indicativo de un tipo de daño en el ADN llamado
"alquilación".
No todas las
células que contienen estas mutaciones se convierten necesariamente en
cancerosas, y la firma estaba presente también en algunas muestras de colon
sano.
La firma de
la mutación se asoció significativamente con la ingesta de carne roja, tanto
procesada como no procesada, antes del diagnóstico de cáncer del paciente, pero
no con la ingesta de aves de corral, pescado u otros factores de estilo de vida
que se examinaron.
“Con la carne
roja hay sustancias químicas que pueden causar alquilación”, explicó Giannakis.
Los
compuestos específicos son los nitrosos que pueden producirse a partir de una
sustancia llamada hemo, que abunda en la carne roja, así como los nitratos, que
suelen encontrarse en la carne procesada.
Los patrones
de mutación estaban fuertemente asociados con el colon distal, la parte
inferior del intestino que conduce al canal anal, que es donde las
investigaciones anteriores sugieren que se produce mayormente el cáncer de
colon vinculado a la carne roja.
Además, entre
los genes más afectados por los patrones de alquilación se encontraban aquellos
que, según investigaciones anteriores, figuran entre los impulsores más comunes
del cáncer colorrectal cuando mutan.
En conjunto,
las múltiples líneas de evidencia constituyen un argumento convincente, dijo
Giannakis, comparando la investigación con un cuidadoso trabajo de detective.
Moderación
Según el
estudio, los pacientes cuyos tumores presentaban los niveles más altos de daño
por alquilación tenían un 47% más de riesgo de muerte específica por cáncer
colorrectal en comparación con los pacientes con niveles más bajos de daño.
Pero
Giannakis, también médico en ejercicio, dijo que era importante centrarse en
cómo la investigación puede utilizarse para ayudar a los pacientes.
Los trabajos
futuros podrían permitir a los médicos identificar qué pacientes están
genéticamente predispuestos a acumular daños por alquilación, para luego
aconsejarles que limiten su consumo de carne roja.
Identificar a
los pacientes que ya han empezado a acumular la firma mutacional podría ayudar
a determinar quiénes corren un mayor riesgo de desarrollar cáncer o a detectar
la enfermedad en una fase más temprana.
Y como la
cantidad de daños por alquilación parece ser un biomarcador de supervivencia,
podría utilizarse para informar a los pacientes sobre su pronóstico.
Por último,
la comprensión de la vía biológica a través de la cual se produce el cáncer
colorrectal allana el camino para los medicamentos que interrumpen o revierten
el proceso, previniendo la enfermedad.
Giannakis
subrayó que el mensaje resultante no es que la gente deba abstenerse totalmente
de la carne roja: "Mi recomendación sería que la clave es la moderación y
una dieta equilibrada".
Los altos
niveles de daño por alquilación tumoral sólo se observaron entre los pacientes
que comían una media de más de 150 gramos (cinco onzas) al día, lo que equivale
aproximadamente a dos o más raciones.