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Generación de cristal



Miguel Ángel León Govea

Sábado 24 de Julio de 2021 10:30 pm

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¿Cuánto tiempo llevo sin sentir un rostro en mis dedos?
¿Cuántos meses han pasado desde que estrechaste con tu mano la magia de otro tacto?
Todo es touch en la generación de cristal.
En 1998, cuando tenía 12 años, el mundo era más grande de lo que hoy es para mi imaginación. Pero pienso que si alguien me hubiera dicho que en un futuro muy cercano yo llegaría a escribir ¡con mis dedos pulgares! jamás lo hubiera creído. Sería incapaz de imaginarlo.
Y hoy, en el oleaje dos mil veintiuno de la pandemia, escribimos todo tipo de mensajes con ellos. Escribimos a papá, a la jefa de oficina; enviamos certificados, o nuestra ubicación aunque por dentro ni nosotros mismos, ni nosotras mismas nos encontremos. Y escribimos el amor: “buenas noches, te extraño”, “quiero verte”, “espero que podamos ir por un cafecito pronto”. O más bien, escribimos el anhelo del amor.
Pero no tocamos un cuerpo. Pero no sentimos un rostro.
Piénsalo bien, somos la generación de cristal, porque ahora nuestras relaciones humanas pasan a través de un liquid-crystal display. Tus emoticones se convierten en tus líneas de expresión; los signos de exclamación —tan olvidados— sustituyen las alas de un abrazo.
Miramos las historias de otros en instagram o facebook: sus viajes que desearíamos hicieran con nosotros; la noche estrellada que miraron, sin mirarnos. Y cuando la pantalla se pone en negro, solo queda el reflejo de tu rostro. Conectándose realmente con la soledad. Hoy el tacto, ese conjunto de receptores nerviosos que convierten a los labios en un beso, sólo recibe caricias color azul led, capturas de pantalla en donde encriptamos nuestros recuerdos.
Porque todo es touch en la generación de cristal.
Perdemos el sentido del tacto en la generación de cristal.
Todo es liso cristal en la generación de cristal.
En nuestra generación de cristal,
tocamos a las personas a través de un chat. 

Miguel Ángel León Govea



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