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Cuando la lluvia cae



Cristóbal Ruiz Gaytán Trujillo

Domingo 25 de Julio de 2021 11:41 am

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Cuando la lluvia cae, la ciudad se contiene; encierra sus instantes en las gotas, guarda sus momentos para ojos de tormenta y transforma sus delirios en angustia de profetas.

Cuando la lluvia cae, las aves pierden su lugar entre los cables, las personas corren desairadas por las calles y sus automóviles, bailarines de asfalto, prefieren extraviarse unos instantes.

Cuando la lluvia cae el suelo se convierte en un océano. De sus profundidades de concreto surgen luces desprendidas, espectáculo de fotógrafos y artistas que en relampagueante fiereza capturan sus momentos.

Cuando la lluvia cae, los amantes se aferran al calor del suspiro. Se abrazan como si el mundo terminase, acongojados con la humedad que surge de sus ropas, sostenidos con besos de pasión indescifrable, respiro purgado de filósofos hedonistas.

Cuando la lluvia cae, los poetas escriben; buscan desesperados terminología confusa, idean maneras para describir el agua, observan atentos la forma de las nubes y sueñan con retratar sus imágenes utilizando palabras.

Cuando la lluvia cae, los viejos se adolecen. Sienten los años en los huesos, predicen el final de los tiempos, y condenan con religión y voz doliente el viento frío que grita desgarrado.

 

Con la lluvia los niños juegan y empapan los zapatos.

Con la lluvia las madres corren a cubrir los gastos.

Con la lluvia el ruido se esparce y se ensordece, se pierde ensombrecido.

Y el agua cae…

                                                               Y el rayo cae…

                                                                                                                             El cielo cae…

                              

               La vida                                                                                                                               crece.

Cuando la lluvia, el mundo cambia, nos vuelve condenados testigos de sus mares. Su torrente llega, arrastra y se lleva lo que encuentra suelto, hasta que de nosotros solo resta la memoria de esta lluvia, que irá muriendo, muriendo, muriendo…

Cristóbal Ruiz Gaytán Trujillo



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