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Barquito de papel



A las nueve en punto

Domingo 08 de Agosto de 2021 12:04 pm

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Esta entrega de A las nueve en punto es muy especial para mí porque solo aparecerá en formato digital. El pasado 18 de julio terminó la era del Ágora impreso que este próximo 17 de agosto estaría cumpliendo 41 años. Varado en el arenal digital, ese fue el último barquito de papel en la historia del suplemento. Habían sido casi 41 años de salir domingo tras domingo, mes tras mes, año tras año. Entiendo que Héctor Sánchez de la Madrid, director del Diario de Colima en ese entonces, decidiera nombrar al suplemento con la bella palabra de “ágora” en 1982, pero Ágora, aunque no tuviera este nombre, nació el 17 de agosto de 1980 cuando apareció por vez primera un dibujo de Rafael Araiza dedicado a Juan Rulfo para ilustrar “Talpa”, uno de los célebres cuentos del autor jalisciense. Aclaremos: el suplemento dominical del Diario de Colima tenía ya varios años de existencia, pero no había en 1980 una persona que apareciera como responsable de la edición. A partir de ese año un servidor y Rafael Araiza fuimos los primeros coordinadores de este viejo suplemento que está cerrando su época de papel. Creo que todos los que hemos participado en esta singular travesía sentimos un poco de nostalgia. Para mí, coordinar un suplemento cultural de provincia no fue sino una suerte de caballería cuya recompensa ha sido, sobre todo, una gran satisfacción personal.
Cuando me enteré de que Ágora cerraba este ciclo de 41 años (39 si se prefiere tomar el año de 1982 cuando formalmente recibe su nombre), me puse a revisar mis archivos. En un armario me encontré con una buena colección de suplementos cuyas hojas amarillentas le siguen haciendo frente al paso del tiempo. Empecé a repasar los ejemplares que tengo de la época en que me tocó estar al frente de la coordinación, de agosto de 1980 a abril de 1982, casi dos años. A ese número inicial dedicado a Juan Rulfo, seguiría uno la siguiente semana sobre Jorge Luis Borges a propósito de sus 81 años, sin faltar la ilustración de Rafael Araiza. Sigo hurgando y ahora me sale un fragmento de la novela “Tierra de nadie” del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti con la viñeta de Araiza. Y así, domingo a domingo, voy viendo suplementos dedicados a diversos autores tanto nacionales como extranjeros, siempre ilustrados con los maravillosos dibujos de Araiza que nos dicen mucho de la esencia de dichos escritores. Sus retratos literarios constituyen un género en sí mismos.
Cuando tomé la dirección del suplemento en 1980, al lado de Araiza, empezaba yo a cursar la carrera de letras latinoamericanas en Guadalajara. Desde 1977 me había ido a esa ciudad a estudiar la preparatoria porque de esa manera era más fácil asegurar un lugar en la Universidad de Guadalajara. Curiosamente, en 1980 se fundó la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima (Falcom); por poco pude haber sido parte de la primera generación de egresados de letras en la Universidad de Colima. Es interesante ver que tanto Ágora como la Falcom están cumpliendo 41 años este 2021. Y me ilusiona pensar que muchos de nuestros primeros lectores hayan sido estudiantes de esta Facultad. Víctor Gil Castañeda, uno de esos estudiantes, publicó en nuestras páginas sus primeros escritos literarios.
Resultaba natural, entonces, que para el suplemento seleccionara yo a los escritores de América Latina que había leído en mi época de la preparatoria y que recién comenzaba a estudiar en la Facultad. De esta manera, en las páginas del suplemento se fueron alternando las voces de Alejo Carpentier, Julio Cortázar, Pablo Neruda, Gabriel García Márquez, Gabriela Mistral, Mario Benedetti, Mario Vargas Llosa, César Vallejo, por citar algunos nombres. De España, hicieron acto de presencia poetas como Federico García Lorca, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y León Felipe. Autores europeos como Czeslaw Milosz (Nobel de Literatura en 1980), Elias Canetti (Nobel de Literatura en 1981) y Eugenio de Andrade, entre otros, también entraron en la lista. Publicamos cuentos, poemas y fragmentos de novelas.


Sin embargo, como es lógico suponer, la lista de escritores nacionales es la más larga: Juan García Ponce, Alí Chumacero, Renato Leduc, Elena Poniatowska, Elías Nandino, José Revueltas, Octavio Paz, José Emilio Pacheco, Carlos Pellicer, Carlos Fuentes, Inés Arredondo, Rosario Castellanos, Carlos Monsiváis, Amparo Dávila, Manuel Maples Arce, Salvador Novo, Cristina Pacheco, Ramón López Velarde, entre otros. No dejamos atrás a escritores locales, quienes, en su gran mayoría, recién empezaban a escribir. Por ejemplo, veo que en septiembre de 1980 le tocó estar en las páginas centrales a Efrén Rodríguez con varios de sus poemas. Y un poco después, en noviembre, se publicó un relato, “Aaron Vlady”, de Salvador Márquez. Igualmente, Jaime Estrada, Alberto Barreto, Gustavo Lupercio y Alfredo Montaño Hurtado publicaron en el suplemento trabajos creativos o de análisis literario.
Tener la responsabilidad de seleccionar y presentar los contenidos del suplemento fue una muy grata tarea que tuve que dejar porque me resultó muy difícil seguir robándole tiempo a mis estudios universitarios. Al cerrarse esta etapa del Ágora de papel, no pude menos que recordar a Rafael Araiza (1949-2013), quien al igual que yo habría sentido una gran nostalgia. Armado solo de papel, tinta y plumilla se convirtió en un excepcional dibujante de la literatura, en un bosque infinito de perfiles literarios, los cuales le dieron un sello particular al suplemento. Después de mi partida, Rafael fue el coordinador de Ágora por muchos años más, persiguiendo el sueño que iniciamos en 1980. Nostalgia sí, pero también sentiría como yo una gran emoción al pensar en todas las posibilidades que se abren con el universo digital. Afortunado me siento de estar presente en esta nueva era del suplemento.  
Como los lectores habrán advertido ya, hice aquí simplemente una especie de catálogo de lo que se publicó en los dos primeros años del suplemento que recibiría el nombre de Ágora a mediados de 1982, poco después de que yo dejara la coordinación. Será labor de otros emprender una tarea de análisis y reflexión, quizá estudiantes de la Falcom que decidan investigar este periodo para sus tesis de licenciatura o investigadores más avanzados en la profesión que deseen poner en perspectiva las aportaciones de este suplemento a la historia cultural colimense y, por qué no, a la nacional también. Pocos suplementos en México han tenido una carrera tan larga como la de Ágora.
Este fin de época será, sin duda, una ocasión propicia para estudiar al suplemento en su conjunto abarcando su trayectoria de 41 años en la que han participado diferentes generaciones de autores e intelectuales de Colima, así como diversas generaciones de lectores que se han acostumbrado a empezar sus domingos con su lectura. A fin de cuentas, han sido los lectores la razón principal de la existencia de Ágora. Hago votos para que siga su navegación durante mucho tiempo más ahora exclusivamente por los procelosos mares digitales. Es una buena noticia saber que nuestro capitán, Julio César Zamora, seguirá al frente del timón para seguir guiando al suplemento a buen puerto, como lo ha hecho hasta ahora. Es muy probable que se pierdan lectores, pero también habrá nuevos. Esperemos que sean muchos más los que se acerquen a esta plaza cultural para escuchar las voces y canciones de mar nuestro.  

Salvador Velazco



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