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Examen de saliva



Poesía

Domingo 08 de Agosto de 2021 12:00 am

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Por averiguar mis genealogías me hice el tan popular examen de saliva.
El resultado de un examen de saliva me ha dado un piquete de ojos: no soy tan azteca como pensaba.
No tengo raíces que me acerquen al Náhuatl. Patada en el estómago.
Y yo que presumía: mi nariz casi aguileña es una rama que señala en mí un vestigio de apache. Pero no.
Me explotó la realidad del chiste de Facundo Cabral:
Los peruanos descienden de los Incas.
Los mexicanos descienden de los mayas y los aztecas.
Los bolivianos descienden de los quechuas
pero la semilla de la que vengo descendió de un barco que cruzó el atlántico.
Soy más del viejo mundo que de Colima. Hinchazón y sangrado de encías.
El examen de saliva me dice que hasta los tamales me han rechazado.
Los tamales me degradaron.
Un examen de saliva me arrebató la autoridad moral para decir que los tamales no son parte de mi comida típica. Los tamales se convirtieron para mí en comida exótica. Ardor de lengua.
Y yo que creía que era tan oriundo como la pitaya como el zanate como el xoloitzcuintle.
El examen de saliva me ha dado una partida de hocico. Ya valió. Ya valí.
Pero esta noche, a manera de auto exorcismo me deslizó siete veces en la Piedra Lisa,
después largo a bailar cumbia y ranchera tejuino en mano,
chance sea chicle y pegue.
 

Alejandro Pérez Cortés



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