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Gripa española en Colima, una historia que se repite



Lunes 09 de Agosto de 2021 8:40 am

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Por esa enfermedad, en el estado murieron unas mil 200 personas; duró solamente 3 meses; generó cambios en las políticas de sanidad y en los hábitos de las personas


Hace poco más de 100 años, Colima, como el resto del mundo, fue afectado por la pandemia conocida como influenza o gripe española, una enfermedad que guarda ciertos paralelismos con el Covid-19 que actualmente mantiene en situación de emergencia al mundo.
A la entidad, la influenza española llegó en octubre de 1918 y costó la vida de más de un millar de personas, en una entidad que fluctuaba entre los 78 mil y los 92 mil habitantes.
Sobre el desarrollo de la pandemia de hace 102 años en el estado, ofreció mayores detalles para Diario de Colima el maestro en Historia y doctor en Antropología, Raymundo Padilla Lozoya.
Inicialmente, el experto recordó que la influenza española mató entre 60 millones y 100 millones de personas en el mundo, aunque es difícil precisarlo, dado el desconocimiento de la enfermedad que había en la segunda década del Siglo XX.
Mencionó que a Colima, la enfermedad llegó a inicios de octubre de 1918, aunque los registros indican que el pico de contagios se presentó en noviembre y diciembre de aquel año.
Señaló que no hay un archivo específico en la entidad sobre dicho episodio, sino que la documentación se encuentra dispersa en fuentes como el Archivo Histórico de Colima, el Archivo del Registro Civil y otros sitios.
Narró que en 1918 existía una oligarquía local que tenía bajo su mando a la clase gubernamental, encabezada por Felipe Valle. “Era un gobierno que pretendía ser revolucionario, pero en realidad respondía a otros intereses”.
Puntualizó que en las primeras semanas de la epidemia, el Gobierno decidió llevar a cabo la Feria Estatal para obtener recursos, lo que resultó contraproducente, pues la congregación de personas disparó la mortalidad.
Abundó que en 1918 no existía el concepto de prevención, por lo que no se contaba con ningún tipo de respuesta para evitar los contagios, “todo se hizo de manera improvisada”.
El gobernador Felipe Valle envió telegramas a la Ciudad de México para ver cuál era la forma en que se estaba respondiendo a la epidemia, “incluso pidió autorización al Congreso del Estado para transferir recursos de otras partidas a la de salud, pero se la rechazaron inicialmente, hasta que 15 días después aceptaron”.
La tardanza en la disposición de recursos, aunado al desconocimiento en el origen de la enfermedad, provocó una mayor cantidad de contagios y muertes, “se creía que era una bacteria y se le ataca lavando las calles, casas, muros y espacios públicos”.
El también catedrático de la Facultad de Letras y Comunicación de la Universidad de Colima refirió que en aquel entonces, como ahora, se suspendieron las actividades masivas con el cierre de teatros, cines y otros eventos públicos.
Al mismo tiempo, un equipo de limpieza se dedicó a sanitizar lugares públicos, sobre todo los excusados de los edificios gubernamentales, establecimientos e incluso domicilios particulares.
También se habilitó una cuadrilla de inspectores que visitaban los domicilios y todos los días, por la mañana, entregaban un reporte de los casos que se habían presentado.
Padilla Lozoya estimó que todas esas medidas fueron importantes, dado que cambiaron los hábitos de la población, “pues incluso se barrían las calles y se retiraba la basura”.
Luego, mencionó que el Hospital Civil jugó un papel importante en la pandemia; en ese entonces era dirigido por el doctor Miguel Galindo, quien pidió apoyo y le enviaron unos pasantes desde la Ciudad de México.
Indicó que el propio doctor Miguel Galindo resultó contagiado, aunque no falleció por ese motivo. “Eso nos habla de la magnitud de la epidemia y lo difícil que fue combatirla, por el desconocimiento existente”.
Más adelante, Raymundo Padilla detalló que los síntomas de la enfermedad eran gripa, dolor de cabeza, escurrimiento nasal, dolor de garganta, neumonía y, en casos graves, la muerte.
Asentó que el fin de la epidemia llegó a finales de diciembre de 1918. Con un evento en particular se le dio fin al periodo de zozobra: una novillada organizada por el gobernador Felipe Valle. Aunque en realidad, la enfermedad terminó porque el virus mutó y dejó de ser mortal para el ser humano.
LOS FALLECIDOS
Raymundo Padilla enfatizó que resulta complicado determinar con exactitud el número de muertos, dado que en muchas ocasiones no se identificaba correctamente la causa del fallecimiento.
Además, el Gobierno Estatal prohibió los velorios, por lo que en cuanto moría una persona se le llevaba al panteón. “Tenía que darse parte al Registro Civil, para que enviaran de inmediato al panteonero”.
Señaló que puede estimarse el número de fallecidos por influenza española en el estado de Colima a través de las actas de defunción, mismas que indican coinfecciones como neumonía, bronconeumonía, gripa, refriado, calentura.
Indicó que en base a esas actas, en su investigación pudo contabilizar mil 33 fallecimientos por influenza española en la entidad, “sin embargo, hubo bastantes muertos en localidades rurales que no fueron reportados en las actas.
“Tengo correspondencia de mujeres al gobernador, pidiéndole permiso para enterrar a sus muertos en los ranchos, debido a que fallecían los hombres que podían trasladar los muertos a la ciudad para registrarlos y enterrarlos en el panteón. Y aunque no se les respondió, sin duda allá los enterraron”, dijo.
Por lo anterior, estimó que un número más acertado de fallecimientos podría acercarse a los mil 200 en el estado.
Puntualizó que el 19 de octubre de 1918 fue reportado el primer fallecimiento diagnosticado como influenza, se trató de una niña de 7 años de edad. A los 10 días se registró la primera defunción por la denominada “influenza epidémica”, correspondiente a una menor de 15 años de edad.
El primer caso de “influenza española” fue registrado el 7 de noviembre, con el fallecimiento de una mujer de 45 años de edad. “Lo anterior nos muestra que en octubre sabían que la amenaza era la influenza, aunque no sabían que era un virus. Creían que era una bacteria y por ello la enfrentaron de manera equívoca”.
Los datos anteriores están incluidos en la investigación realizada por Raymundo Padilla Lozoya, así como las alumnas María Rodríguez y Guadalupe Chávez, para el capítulo del libro Un otoño mortal en 1918, próximo a publicarse.
El investigador añade que si se considera que en 1910, el Censo Nacional de Población reportó 27 mil 704 habitantes para la ciudad de Colima, la tasa de mortalidad ascendió a 16 personas.
Igualmente, los datos del Censo Nacional de Población de 1910 refieren que en ese entonces, la población del estado de Colima ascendía a 77 mil 700 habitantes, en tanto que para 1920 llegó a las 91 mil 700 personas, aunque no es posible determinar con exactitud cuál era la población de la entidad en 1918.
CONSECUENCIAS 
DE LA PANDEMIA
El causante de la influenza española fue el virus H1N1, viejo conocido de México, pues provocó también la pandemia de 2009 que se originó en nuestro país y luego se extendió por el mundo.
Como el virus ya era conocido, detalla Padilla Lozoya, el gobierno pudo reaccionar de manera más oportuna ante una amenaza que era considerada como de alta peligrosidad.
De igual forma, la pandemia de 1918 propició que en 1925 se elaborara el primer Código Sanitario del Estado de Colima, además de que muchos hábitos de limpieza se modificaran entre la población.
Sin embargo, también es cierto, reflexiona el investigador, que las autoridades políticas y de salud han demorado mucho en responder con códigos, reglas y protocolos ante amenazas que han sido recurrentes en Colima.
Subrayó que por ejemplo, a nivel local se carece de Reglamento Estatal de Protección Civil, “aunque muchos diputados han cobrado por presidir la Comisión de Protección Civil del Congreso del Estado, sin más labor que el otorgamiento de dádivas a Bomberos, Cruz Roja y las unidades de Protección Civil y unas cuantas iniciativas de ley”.
Luego sentenció que la influenza española demostró que toda la humanidad puede ser vulnerable a una misma amenaza, “como un mismo virus puede afectar a toda la población del planeta”.
Señaló que actualmente padecemos un fenómeno similar, “un desastre de enormes proporciones que cambiará la historia, sin embargo, la experiencia de 1918 y la actual mejorarán las prácticas y la forma de actuar de las personas”, finalizó.

Mario Alberto SOLÍS ESPINOSA



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