Extraño el tiempo que
te envuelve Cuando en tu rostro
nacen pupilas de nostalgia. Extraño el aire
nómada que mueves Con tu caminar
pausado de bendita cordura. Paradoja de alegría
que amenazas en presencia, Riesgo involuntario
que suele derrotarse, Apuesta mentecata de un
necio incorregible. En mi corazón te
guardo, con riesgo y desdicha, El dolor se adjunta
en tu pecho de colmena Que recuerdo en las
noches, moradora de almohadas. Secuestras la memoria
recordando la vida, Mi anhelo del mañana
configura tu nombre. Retratas en mis dedos
tu silueta furtiva, Como se dibujan las
nubes en el cielo al mediodía. Si añorarte es
amarte, entonces te añoro, Si al desearte te
amo, así te deseo, Si al pensarte te
invoco, ven conmigo que te pienso. Extrañarte es el
despacho habitual de tu beso, De este beso que te
besa a la distancia, De este beso que resguarda
tú silencio. Vive añejado en la cama
de mi boca Otro beso que
sobrevive la espera, Conteniendo el
destino inefable de tus labios, Buscando perderse en
tu piel morena.
