El amigo colimense de Sirhan Bishara, asesino de Robert Bob Kennedy
Carlos Ramírez Vuelvas
Tejabán I/IV
Domingo 29 de Agosto de 2021 2:52 pm
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Para
Pepe Ferruzca I
El asesinato de John F. Kennedy, trigésimo quinto
presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, durante una gira presidencial
en Dallas, Texas, el 22 de noviembre de 1966, definió al linaje Kennedy en
iconografía de la política occidental posmoderna.
La opinión pública fue seducida por el porte de JFK,
galán de televisión de mirada enigmática y sonrisa seductora, con una habilidad
peculiar para comunicarse con la ciudadanía.
JFK representaba al sujeto político del poder débil
opuesto a la imagen estatuaria del ejército militar moderno, con una agenda empática
con las juventudes hippies: el impulso al programa espacial, los discursos a
favor de los derechos humanos y la atención a la inmigración.
Tal vez por esta influencia en la cultura popular urbana
desde la década de los sesenta del Siglo XX, los relatos sobre el asesinato de JFK
son un género literario autónomo donde pululan las teorías de conspiración contra
la versión del asesino solitario, que escribieron en sus informes públicos las
agencias de inteligencia de la seguridad estadounidense.
La CIA y el FBI señalaron al homicida Lee Harvey Oswald
como el único responsable del asesinato, aunque la reciente desclasificación de
los archivos de seguridad nacional estadounidense (y de la Dirección Federal de
Seguridad del Gobierno de la República de México) alimenta las versiones del
complot.
Una de ellas ubica como epicentro del cónclave a la
Ciudad de México, donde Lee Harvey Oswald anduvo entre septiembre y octubre de
1966, en compañía de círculos intelectuales comunistas con la intención de
apersonarse en la Embajada de Cuba en México, donde nunca fue atendido.
Aunque el relato se mantiene como hipótesis, situado en
el contexto de la Guerra Fría entre EUA y el bloque socialista del Este de
Europa, la documentación desclasificada parece coligar el asesinato de JFK con
el de su hermano, el Senador demócrata electo Gobernador de California, Robert Bob Kennedy, asesinado el 6 de junio de
1968 en Los Ángeles, por el palestino de nacionalidad jordana, Sirhan Bishara
Sirhan.
Según algunos informes del FBI, Sirhan Bishara también
tenía un amigo mexicano: Crispín Curiel González, de 17 años (según la prensa,
de 16), originario de Colima, Colima.
Crispín Curiel González fue detenido, aparentemente de
manera fortuita, en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde le seguía el rastro la
Dirección Federal de Seguridad por indicaciones de la CIA y del FBI.
De acuerdo con la revista de periodismo amarillo Alarma!, Crispín Curiel asistió a la
lechería Zaragoza en la ciudad fronteriza. Al meter la mano en los bolsillos de
su pantalón para pagar su compra, tiró con torpeza un cuaderno amarillo.
(En otra versión recogida por los informes policiales
estadounidenses, Crispín Curiel habría entregado su cuaderno amarillo a la
camarera de una cafetería de Ciudad Juárez).
Entre otras cosas, en el cuaderno amarillo Curiel
González admitía su amistad con Sirhan Bishara, el amor a su novia, Emily
Binkley, y la planeación del asesinato de Robert Kennedy.
El propietario de la tienda leyó el mensaje. Asustado,
llamó a la policía estatal para compartir la amenaza fatal contra la familia
Kennedy, el pensamiento macabro de un joven:
“Es muy claro. La familia Kennedy quiere entronizarse con
los Estados Unidos como dictadores. Por eso murió Roberto Kennedy.
‘Yo he pensando detenidamente matar a Edward Kennedy.
¿Por qué? Porque es el que queda. Ahora no, porque no está jugando. Pero cuando
se lance será muy fácil, nada más hay que esperar, esperar…”.