México, el segundo país en el mundo con menos clases presenciales por pandemia
Jueves 16 de Septiembre de 2021 12:02 pm
+ -México es el segundo país que menos clases presenciales ha ofrecido, con 264 días de las aulas cerradas total o parcialmente, solo por detrás de Lituania
España es uno de los países que mejor han gestionado la
educación durante la crisis de Covid-19, en particular con su política de
evitar tras la primera ola el cierre de escuelas, que según la OCDE es una
medida particularmente nefasta para los alumnos, pero también reforzando los
equipos de enseñantes.
En un informe acerca del impacto de los 18 primeros meses de
pandemia sobre la educación, la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) constata que, con carácter general, los países
cuyos alumnos tienen peores resultados académicos son también los que más
tiempo han cerrado los centros escolares.
Los autores del estudio advierten que la consecuencia será
que no solo la crisis va a “amplificar las desigualdades entre países, sino
también aumentar la fractura en los resultados entre ellos”.
España se esforzó por mantener las aulas abiertasEspaña no
es de los países en los que los alumnos obtienen una mejor calificación en
PISA, ya que está por debajo de la media, pero al menos se ha destacado como
uno de los que se esforzó por mantener las aulas abiertas, una vez que pasó la
primera ola epidémica.
Entre 2020 y mayo de 2021 las clases estuvieron cerradas de
media en la OCDE 55 días en preescolar, 78 en primaria, 92 días en la primera
etapa de secundaria y 101 en la segunda, mientras que en España fueron 45 en
todos esos niveles, y eso en la primera ola.
España forma parte de un grupo selecto con Noruega y Nueva
Zelanda en los que los cierres duraron menos de 50 días en la segunda etapa de
la secundaria en ese periodo. Y junto a Bélgica, Francia y Suiza en los que no
han cerrado completamente en lo que llevamos de año pese a los fuertes brotes
de COVID-19 registrados.
Algo que contrasta con los más de 200 días durante los que
se han clausurado las escuelas en la segunda etapa de secundaria, total o
parcialmente desde comienzos de 2020 en México, Polonia, Costa Rica, Colombia o
Lituania.
De hecho, México es el segundo que menos clases presenciales
ha ofrecido, con 264 días de las aulas cerradas total o parcialmente, solo por
detrás de Lituania, con 271.
Clases abiertas tanto como sea posible
El director del departamento de Educación, Andreas
Schleicher, insiste en que “cuando sea posible, las escuelas deben seguir
abiertas con las medidas sanitarias apropiadas que minimicen los riesgos”, y en
que otras soluciones de aprendizaje híbrido o a distancia deben contemplarse
solo como segunda y tercera opción.
Schleicher también pone el acento en que, cuando hay que
limitar el aforo para mantener la distancia social, “es vital dar prioridad a
los niños pequeños y a los estudiantes con necesidades especiales” para las
clases presenciales.
La OCDE señala que alrededor de 40 por ciento de los 30
países analizados reforzaron las plantillas con la contratación temporal de
profesores u otros profesionales para tratar de mitigar el efecto de las
restricciones por COVID-19 sobre los alumnos.
España estuvo entre la media docena de Estados que lo hizo
ya desde el curso 2019-2020. También está entre los que han incrementado los
fondos económicos para la educación: dos tercios del total lo hicieron en 2020
y 75 por ciento en 2021 en primaria y secundaria. Ese dinero se dedicó para
aumentar el número de profesores y para reducir los alumnos por clase.
Otra de las lecciones de la pandemia para la OCDE es que los
profesores tienen que recibir instrucción sobre el uso de tecnologías como
parte de su aprendizaje y que los sistemas educativos deben contar con una
sólida infraestructura de enseñanza digital.
Porque únicamente 43 por ciento dicen sentirse bien preparados
para su utilización y es una de las áreas en la que consideran que debe mejorar
su formación como enseñantes.
Además, la OCDE recuerda que el recurso de la enseñanza
telemática a distancia ha puesto en evidencia que los alumnos más
desfavorecidos tienen problemas por su menor acceso a equipos tecnológicos y
redes de telecomunicaciones, lo que acrecienta las desigualdades.