Juego y literatura: una extraña combinación que cautiva
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Miércoles 27 de Octubre de 2021 6:11 pm
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Hay
muchas novelas que ven al juego como protagonista, pero en ninguna de ellas el
final es obvio, un poco como ocurre en la vida.
El juego
siempre ha tenido un gran impacto en el mundo literario. El éxito de esta
tendencia tiene una explicación muy sencilla. El
juego es una metáfora perfecta de la vida y ofrece muchas posibilidades de
desarrollo de la trama.
Por lo
general, los protagonistas son casi siempre de dos géneros: el aventurero
aburrido y seguro de sí mismo, observador y capaz de comprender la dinámica del
juego y el individuo desesperado en busca de la redención social, que busca en
el juego un salvavidas para salir de una situación complicada. En ambos casos,
lo que atrae a estas historias es la imprevisibilidad que tiene el juego en sí
mismo, también propia de las dinámicas que rigen por ejemplo el funcionamiento de las
tragaperras de bar. El drama de las escenas siempre se mezcla con el
aspecto psicológico de los distintos protagonistas en una mezcla que suele
tener éxito. Precisamente por eso, muchos libros se trasladaron luego a la gran
pantalla, renovando su éxito.
El juego del destino
Una de
las metáforas que se utilizan a menudo es la que ve al jugador desafiando el
destino. Esto sucede, por ejemplo, en
"La mano equivocada" de Jean-Michel Guenassia. El protagonista,
Baptiste Dupré, es un jugador de póquer empedernido sin valores morales. Solo
le importa una cosa: convertirse en el mejor. Baptiste vive una vida cómoda y
sin preocupaciones, gracias a un buen matrimonio, pero por su búsqueda de
adrenalina y por el rechazo a la rutina se encuentra arriesgando todo
simplemente para satisfacer su deseo de emociones. “Seguiré siendo jugador
toda mi vida, porque ahora sé que se disfruta más perder que ganar”, argumenta Duprè en algún momento
de la novela. Lo cierto es que, en este libro, el juego es visto como un método
de satisfacción de impulsos que van más allá de la victoria, que no interesan
al protagonista, y que son más inherentes al alma humana.
Otra
novela que trata este tema es La música del azar de Paul Auster.
También aquí el protagonista, Jim Nashe,
lo tendría todo para callar, después de haber heredado una fortuna de su padre.
En cambio, él también es devorado por ese gusano llamado insatisfacción típica
de los jugadores. Así, durante un viaje por carretera conoce a un jugador de
póquer, Jack Pozzi, y acepta su
extraña petición: participar en un torneo de póquer organizado por dos
excéntricos millonarios. Allí su vida cambia definitivamente, llevándolo a
comprender que no está jugando con el destino.
Una
relación entre literatura y juego más probada, que no solo queda ahí. La
simbiosis también existente entre el juego y otros campos como el cine y las
series de televisión cada vez es más nítida y continuada.