La magia de los cassettes
Música
Viernes 12 de Noviembre de 2021 9:42 pm
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A diferencia de los discos de vinil, que han resurgido en estos nuevos tiempos, los cassettes podíamos grabarlos con nuestra música favorita, pero no sólo con canciones, también con tinta en la carátula y lomo de la cartulina integrada a la caja de plástico en la que se guardaban las cintas. Cada quien con su puño y letra hacía las grafías del nombre del grupo o cantantes y los títulos de las melodías. Los más creativos podían lograr casi una especie de arte objeto.
En nuestra infancia y juventud, grabar una
cassette a alguien, era toda una declaración de intenciones. Horas buscando
hacer la playlist perfecta para ese amor, o hasta para uno mismo. Todo
un mundo en dos caras, con 45 minutos de historias y esperanzas en cada una.
Posiblemente, un cosquilleo nos recorra la piel,
a modo de nostalgia, al ver esos cassettes originales o escritos y pintados a
mano. Muchas de estos grupos siguen estando en la banda sonoras de nuestras
vidas, pero la manera de acercarnos a sus sonidos, han cambiado con el paso de
las décadas.
El acceso a la música es ahora infinito, pero desde finales de los 60 hasta los 90, inmersos en el mundo analógico y de los bolígrafos Bics para lidiar con el tiempo y con el orden de las canciones, el descubrimiento era más casual. Venía de los hermanos mayores o de nuestros padres, de una canción en la radio, de una tienda pequeña en el barrio que, cada semana, traía sueños en formas de novedades musicales.
Este maravilloso objeto, creado por el ingeniero neerlandés Lou Ottens, fallecido el 6 de marzo pasado, fue durante varias décadas el medio principal para escuchar música, incluso, fue el que propició de alguna manera la extinción de los viniles.
La cinta de cassette dominó de manera absoluta el mercado de ventas musical.
Sólo en 1990, se vendieron 442 millones. Sin embargo, con la llegada del CD, el
nacimiento del mp3, y la eventual resurrección de vinil, las ventas
disminuyeron, y en 2007 se vendieron sólo 274 mil cassettes individuales.
Hoy en día, su uso es prácticamente una ilusión,
nadie los usa y los equipos de audio ni siquiera vienen con cassetteras. Mas
quienes pertenecemos a una generación que vertimos horas y obsesiones con estos
objetos, es parte de una experiencia intransferible. Un legado que nadie, ni la
tecnología más avanzada, podrá quitarnos jamás.