Una fábula moral sobre lujo y moda
Cinegrafías
Miércoles 24 de Noviembre de 2021 9:08 pm
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El veteranísimo, sabio
octogenario realizador Ridley Scott, en su película 27, La casa Gucci (2021), regresa al territorio de Todo el dinero del mundo (2017). O sea, el de un crimen verdadero:
la ejecución el 27 de marzo de 1995 de Maurizio Gucci (Adam Driver).
Esto no es un spoiler sobre el filme, es el incidente
que detona esta desapasionada pero tensa y tersamente narrada crónica sobre una
compleja corporación familiar.
Sara Gay Forden, autora del
libro, sorteó muchas dificultades para documentar la vida y muerte de Maurizio.
También la de su influyente
parentela: Paolo (Jared Leto), Aldo (Al Pacino), Rodolfo (Jeremy Irons) y la
relación con Patrizia Reggiani (Lady Gaga).
El guion de Becky Johnston y
Roberto Bentivegna abarca un lapso clave de los Gucci. De ahí que presencias
secundarias tengan peso en el relato, como Pina (Salma Hayek), o que haya
notorios apuntes al estilo y el glamour italianos, como el de Sophia Loren
(Madalina Ghenea).
Al comprender bien los
personajes, sin admirarlos, el filme hace resaltar a Lady Gaga, en papel tanto
seductor como vulgar, yendo de lo conmovedor a lo siniestro.
Al abordar pues la inmensa
trayectoria empresarial, de alguna manera cultural de los Gucci, una especie de
Borgias elegantes, menos infames, tiene sus altibajos.
Aunque su mitología, llena de
ambición, desmesurado éxito y malicia es congruente en esta galería de figuras
trágicas que inspiran piedad por entregarse a pulsiones a veces, de plano, primitivas.
O así vistas por Scott, en esta saga que el fotógrafo Dariusz Wolski interpreta
creando atmósferas de amenaza que penden en la, para muchos, simple casa de
modas víctima de su popularidad.
En esencia, La casa Gucci presenta el conflicto entre justicia y ética. Es
asimismo una fábula moral que reflexiona sobre el significado del lujo.
Es cáustica al captar la codicia
sin escrúpulos, por justo eso: el deseo de poseer todo el dinero del mundo de
la moda.