Serrat: retiro en olor de santidad
Santos libros
Martes 07 de Diciembre de 2021 9:01 pm
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No hay forma de entender la canción
en castellano de la segunda mitad del siglo XX hasta hoy sin el impulso, el
giro y el lustre que le ha dado Joan Manuel Serrat. Y ahora, ni hablar, se retira
aunque no es posible decir que lo hace en la cumbre, porque a lo más alto del
respeto y el aprecio de su público había llegado ya en la primera década de su
dilatada trayectoria. Se va desde un punto más allá de la cumbre, donde
circulan únicamente aquellos que profesionalmente construyeron sus propias
alas.
Es cierto, hay dos Serrat, el primero
desde que da inicio a grabar su trabajo y que llega hasta, según el gusto de
cada quien, hacia el disco ocho o nueve. Con todo ese trabajo le bastaba para
despegar a sitios, si lo ha oído sabrá que no exagero, cuasi mitológicos. Luego
de su disco titulado En tránsito, viene una segunda etapa creativa en la que va
dejando atrás poco a poco todo aquello que había edificado para dejarse llevar
por aires más de divertimento, de saludable juego musical y letrístico que
conforman al segundo Serrat, al actual.
En cuanto se dio a conocer la noticia
de que se retiraba de los escenarios tuvo a bien charlar con el siempre querido
editor de libros y periodista Juan Cruz, para El País. Es una plática amplia pero hay un párrafo en el que asoma
justo la hipótesis planteada, muy entre líneas y desde luego en una lectura
transversal: “La memoria es algo que habita en uno, aquí dentro está. Tuve
suerte, nací en la mejor casa en la que podía haber nacido. Me crié con cariño
y con buenos maestros. Dediqué tiempo a lo que me gustaba hacer, a lo que
quería hacer y a lo que creía que debía hacer. Vivo, hasta la fecha, una época
gloriosa, en la que lo peor pasó en mi infancia y en la adolescencia. Y la
infancia hace buena cualquier cosa. Mis hijos no han ido a la guerra y yo pude
ver morir a mis padres. He tenido un oficio que me ha permitido conocer el
mundo y conocer a gente magnífica y me ha hecho una persona querida por mucha
gente. Dijéramos que hasta la fecha me he sentido un hombre bien querido y bien
vivido".
Respecto de si es el mejor momento,
seguramente lo es para él, en plenitud, con salud, con todo el aprecio y
respeto que su labor le ha granjeado. Decidió no esperar en un rincón ni a la
decadencia física ni a la muerte. Con la gira internacional "El vicio de
cantar 1965-2022" aparecerá un tercer Serrat, el que le pondrá fin a su
propia carrera. Claro, un tipo con sus luces y que ha sido siempre caballeroso
con la prensa, de lo cual puedo dar testimonio, tiene un discurso muy bien
armado para, dispense el lector, no decir lo que no quiere decir.
Sigamos lo dicho a Juan Cruz:
"Mi propósito no es sólo despedirme de todos aquellos que me han tratado
bien a lo largo de los años, sino hacerlo en los sitios donde están. Me
despediré, y ya no volveré a tocar (…) Hay que hacerlo en algún momento (…) Y
me despediré no a la francesa, sino como corresponde".
Se va el mejor intérprete de sí
mismo, el musicalizador de enormes poetas, el cantor que hizo una versión
impagable de "Un mundo raro", de don José Alfredo Jiménez. Y se va el
autor de una canción que tituló "Lucía", con cuyo nombre cierra la
letra y es quizá —cada quién evocará el nombre que guste—, una de las formas
más dolorosas y cálidas de honrar a quien se ha querido cuando se pensó que ya
jamás se iba a querer a nadie: "Si alguna vez amé,/ si algún día, después
de amar,/ amé,/ fue por tu amor…".
Si el lector me lo acepta, creo que
es momento de descorchar un tinto por Serrat, que parte en merecido olor de
santidad.