Un aporte “Salvador Márquez Gileta: Obra reunida”

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Miércoles 29 de Diciembre de 2021 10:38 pm
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La literatura de tintes disidentes
es mirada de soslayo durante toda su existencia; los rebeldes, los torcidos y
los diferentes produciremos obras y escritos que serán recibidos por aquellos
que pueden escuchar la música. El día de hoy estamos todos aquí porque la
seguimos escuchando.
Me enteré de que Salvador Márquez
Gileta fue tío de una muy buena amiga mía apenas este año; estábamos tomando
café en la barra del trabajo cuando lo mencionó casualmente en una conversación
y yo tuve que preguntarle, dos o tres veces, si es que estábamos hablando del
mismo Salvador. “¿Salvador Márquez Gileta? ¿El Salvador Márquez Gileta de España, la calle?”. Yo lo había conocido
en una clase de literatura regional con la doctora Gloria Vergara y ella lo
había conocido porque Salvador significó el mundo, el amor y la complicidad.
La literatura de Márquez Gileta
representó un parteaguas en nuestra Colima, un antes y un después porque
gracias a la imperdonable valentía de ser fiel a sí mismo, a sus amores y
deseos, con un latido que empezaba en La pasión de la señorita Clara Rivas, Salvador
Márquez nos regalaba con España, la calle
la primera novela gay del estado. Contestatario y bello, como sus letras, Chava
nos mostraba un mapa narrativo que trazó del Colima de mitades del siglo XX. La
Colima de antes, la de verdad, la que fluía como un río una vez que caía la
noche y el domingo por la mañana, iba de regreso a Catedral.
Nos habla de los conflictos
moralistas al mismo tiempo que con ironía y sarcasmo nos muestra el carácter
anecdótico de su obra nos da la ilusión de estar sentados frente a él, en una
tarde tranquila del barrio, cerca de la Iglesia de San José, donde sus sobrinos
Abril andaba en bicicleta y Aldo gastaba monedas en la fuente, esperando deseos
cumplidos de regreso. Salvador Márquez Gileta nos contaría, con burlas al
estereotipo y un excelente uso del sarcasmo, la manera en la que conocía su
obra y a sus personajes. Mientras que tal vez a algunos se les haga una
trivialidad, la mención de pequeños detalles, como la ropa o la manera de
expresarse en su literatura, deja ver la verdadera adoración que les tenía, la
relación tan profunda como si en vez de escribirlos los diera a luz.
Es importante en nuestro tiempo el
reconocer a quien caminó antes que nosotros, porque sé que hay un Colima allá
en el Norte, pero no lo conozco mucho, principalmente porque me tardo mucho
llegando a pie. Y como Chava lo veía con
la Madame Bovary de Flaubert, en
aquel tiempo en el que reemplazó con esta obra las novelas del corazón de su
hermana Ángeles, él logró captar una vida que solía vivir en las sombras, en el
centro, en el sur, en aquellos lugares donde la oscuridad perdonaba y permitía,
historias de la comunidad LGBT en Colima, dándonos una plataforma e historias
de amor escritas que nos permitían soñar con besar unos labios sabor a cereza,
acariciar un cuerpo similar al nuestro, juntar dos negativos y dar un positivo,
justo como todos los demás amores ya tenían. Nos lograste dar un regalo tan
invaluable, en tu correspondencia entre lo cultural y lo sociológico, en tu
autenticidad y el hacer conciencia de lo que era caminar en los zapatos de la
comunidad.
Porque en aquel entonces y ahora
también, ser parte de la comunidad LGBT en Colima era una rebeldía, era un
escándalo y era un pecado, y aún hoy en día, estamos presentes. Hoy quisiera
decirle lo que sigue siendo. Hoy tengo una pequeña carta a Salvador Márquez
Gileta, para la persona literaria a la que conocí por medio de sus obras y a
Chava, a quien conocí a través de su familia.
Carta para Chava:
Estimado Chava, el Colima que
dejaste en el 98 sigue siendo muy igual en muchas cosas; te cuento que las
calles siguen pareciendo lentas los domingos por la mañana, como si alguien
hubiese derramado miel encima de todos nosotros y todo transcurriera entre la
lentitud y lo dorado. El Hotel San Lorenzo todavía está en la entrada de la
calle España, ruidoso en secreto, y cerca también sigue tu casa de la infancia
y la casa donde viviste de grande. Todavía hay muchísimos mariachis esperando
la oportunidad. Solamente quiero decirte que no voy a poder pasar por la España
sin imaginarme a la Chula Linda despidiéndome con la mano desde el zaguán de su
casa.
Todavía la gente abre los ojos
demasiado ante lo que para ellos es diferente, susurra oraciones para erradicar
al diablo de nuestras caderas, todavía hay una alarma ante lo extraño e
inusual, el restaurante Los Naranjos mantiene una solitaria mesa a un lado de
la entrada principal, donde te gustaba comer de vez en cuando, excepto que
ahora cierra los martes. Aún hay crímenes de odio en contra de la comunidad, no
es raro ir caminando por la calle y escuchar los nombres de “maricón”,
“lencha”, “joto” o “jota”, aún hay quien se esconde para besar, para sonreír,
para mirar; pero también quiero contarte todo lo que ha cambiado desde que te
fuiste.
Chava, yo como tú, amo las letras
y también amo a las mujeres, a las personas sin importarme mucho qué tienen
dentro de los pantalones. Ahora tenemos mayor esperanza de vida y matrimonio
igualitario, hay más información sobre la salud sexual, tenemos teoría queer
aunque todavía no es reconocida por la mayoría de los centros de estudio,
incluso existimos quienes año con año salimos a marchar pintándonos a nosotros
y al centro de colores, como la canción de Los Rolling Stones. Todavía existe
esa comunidad contestataria y rebelde a nuestra manera, la simple rebeldía de
existir y amar; ahora nos prometemos a nosotros mismos no regalar nuestra juventud
más que a las personas que amamos, todavía se está intentando dejar un mundo
más amable para todos los que vienen detrás de nosotros, para todos los amores
que nacen incluso antes de la adolescencia. Que dedicaste tu obra a aquellos
que amaban en la sombra y en la noche y ahora puedo caminar de la mano de quien
yo quiera por el sol, por la Madero, un sábado por la mañana, consumiendo
valentía en forma de quien me quiere.
Sin tu literatura me hubiese sido
muy difícil imaginar estas historias en el Colima velado, íntimo y mío, en el
Colima que pensaba que se iba a quedar callado. Y te agradezco por ser un autor
con un talento para la narrativa y el manejo de la nostalgia que nos indica que
no todo es efímero y pasajero; que he de recordar por siempre tu fascinación
por los objetos bellos, el hacer de tu casa un museo de lo particular, vi los
floreros de peltre que compraste en la Lagunilla, los marcos para guardar
pinturas del reconocido pintor Cauduro, el biombo pintado
a mano, lo estético. El hermano que, me dijo Ángeles, en vez de comida compraba
flores y plantas, porque era lo que necesitaba; Chava, a riesgo de sonar
atrevida, creo que lo bello en realidad siempre fuiste tú y tus letras para
nosotros.
Finalmente quiero agradecer la
oportunidad de estar aquí hablando ante ustedes, porque aquel día que tu
hermana Ángeles me invitó a su casa por una taza de té y galletas que vende la
vecina, salí con libros y autor importante en mi vida y mi formación. Muchas
gracias.
*Texto leído durante la presentación del libro Obra reunida, de Salvador
Márquez, el pasado 9 de diciembre en el Poliforum Cultural Mexiac, en la ciudad
de Colima.