Visiones de un pueblo cervecero

El arte de novelar
Jueves 20 de Enero de 2022 2:51 pm
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El pueblo se llama Tecate y se
encuentra en Baja California, al lado de La Rumorosa y bajo la protección de El
Cuchumá, la montaña sagrada. Es un paraíso, dicen, y así debe ser porque estar
allí induce a pensar en una biblioteca y en una botella de vino. Tecate es un
pueblo multicolor, rodeado de "piedras blancas como huevos de
dinosaurio", diría García Márquez. Una comunidad mágica donde los
recuerdos flotan y sus habitantes sonríen. Alfonso Caballero narra infinidad de
momentos donde queda claro el origen, carácter, esfuerzos, deseos y sueños de
sus habitantes. Roberto Castillo escribe versos de la "Historia regional
del corazón", poesía llena de pájaros, frutas y notas musicales directas al
plexo solar. Gabriel Adame aporta la obra plástica, una serie de imágenes
provocativas donde las horas pierden su nombre. Hablo de un libro, Lectura para ciegos, editado por los
autores en 2021, dedicado a todos los que deseen aprehender cómo se debe mirar
un pueblo. Un pueblo que no envejece. El pueblo del que todos procedemos.
En palabras de Roberto Castillo,
Tecate es "un pedazo de mundo grabado en las paredes del corazón", y
todos los recuerdos pertenecen a la época "cuando existían más libros que
armas de fuego", y los radios de transistores ponían a "los Beatles,
los Rolling Stones, los Kinks, los Animals, los Doors, Lou Reed, Hendrix y
Janis Joplin", que cambiarían para siempre nuestro mundo, definido también
por los livis, los long play, las playeras hang ten, la glostora, la píldora
anticonceptiva y los tenis Converse, que según nos cuenta Alfonso Caballero son
los favoritos de Kamala Harris, famosa política norteamericana.
Es un libro de pastas duras con
decenas de personajes, la familia de Caballero, sus amigos, sus condiscípulos;
los amigos de Castillo y todas las muchachas contemporáneas cuya belleza
sobresale en varias páginas, ah, y el "famoso Cochi Acevedo, el único
detective del pueblo". Los autores compartieron desde el kinder,
estudiaron en la UNAM, son profesionistas exitosos y continúan siendo amigos
del alma y de las cantinas. Porque los de Tecate beben cerveza y vino, y no se
andan con medias tintas. Una vez presenté en La Panocha, el estudio del querido
artista plástico recién fallecido Álvaro Blancarte, una de mis novelas. Había
quizá 30 asistentes y consumimos dos cartones de tecate y 60 botellas de vino.
Madre mía. Ahí nomás para que se den una idea.
Gabriel Adame es un artista
plástico que trabaja lo que le viene en gana. Por una parte ha expuesto obra
sorprendente por su sencillez, llena de recuerdos y de humor, con un profundo
sentido de comunidad. Por otra, en su serie erótica, se desliza por una
semántica de la forma que observando con paciencia, se descubre un fondo que es
mejor que no les revele. El caso es que trasciende el color y el cuidado con
que consigue matices que se imbrican sugestivamente, como la pieza que ilustra
la portada, Atardecer en rosa, en que
un provocador trazo conduce al misterio, a la propuesta de un artista que
oculta como astuto ajedrecista la clave de todas las pasiones. Un artista nace,
y se hace, y sobre todo Adame que conoce la felicidad de saber que todo lo que
mereces llega. Me encanta este libro, no sólo porque me ha sacudido el alma y
el corazón con su contenido, sino por la poderosa muestra de amistad que
sobresale en cada página. Pienso, si uno no vino al mundo a hacer amigos,
entonces, ¿a qué chin… vino? Disfruten, y ya.