La planta de aceite usado de Ciudad de México que mueve autobuses públicos
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Lunes 24 de Enero de 2022 6:01 pm
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En el
interior de la Central de Abasto de la Ciudad de México, el mercado más grande
de América Latina, una innovadora planta transforma aceite comestible usado en
biodiésel para el transporte público de la capital y evita así que este
producto continúe contaminando las aguas.
Pocos metros
después de la entrada de la Central, un camino conduce a una pequeña nave que
alberga esta innovadora planta “100 % mexicana”, que recibe a quien la visite
con varias torres de garrafones y botellas que contienen aceite alimentario
usado en su interior.
Uno está
quemado, otro usado de varias veces, y alguno simplemente pasó la fecha
recomendada para el consumo. En la planta, explica a Efe la ingeniera ambiental
Rubí Guzmán, supervisora de operación, una parte del aceite usado llega a
partir de donaciones, pero la mayor parte la compran.
Una vez en la
nave, el líquido dorado se almacena en unos bidones -cuya capacidad máxima es
de aproximadamente 25.000 litros- para de ahí pasar a través de varios filtros
y así retirar los residuos que pueda traer por haber sido utilizado en hogares,
puestos ambulantes, restaurantes o grandes empresas.
A
continuación, ya limpio, se introduce al reactor y se mezcla con un catalizador
que se produce en la misma planta, del que resultan dos productos: glicerina
que luego puede usarse, por ejemplo, en la industria cosmética, y el
bioaditivo.
Este
bioaditivo sirve para combinarse con diésel de origen fósil hasta en un 20 %,
reduciendo así costos para quien llene su depósito pero también contribuyendo a
una economía circular.
MAYOR
LIMPIEZA Y MENOR CONTAMINACIÓN
Pero no solo
esto, sino que este producto funciona como un limpiador del sistema que alberga
el combustible y genera una mejor combustión.
“Al generar
mejor combustión impacta directamente en las emisiones. Ya se ha demostrado -ya
se está usando en varios sistemas de transporte publico- que hay reducción en
emisiones de monóxido de carbono, ya que al ser mejor quemado el combustible se
convierte directamente a dióxido de carbono”, explicó Guzmán.
Hasta el
momento, el bioaditivo producido en esta planta se está usando en 10 unidades
de la línea 2 de metrobús de la Ciudad de México y en varios autobuses de la
Red de Transporte de Pasajeros (RTP) de la capital.
Y los
conductores de dichos vehículos, además de lo anterior, reportaron que gracias
a la lubricidad del biodiésel han sentido las unidades “más suaves”.
“La idea”,
compartió la ingeniera, “es que toda la línea 2 sea la línea del biodiésel”.
EL
OBJETIVO DE CONCIENCIAR
El proyecto,
por el momento, está en su primera etapa, pero las autoridades de la Central de
Abasto detallaron a Efe que, más allá de la importancia de lo simbólico, esta
planta pionera en México tiene capacidad para ir ampliándose.
Sin embargo,
consideraron necesario ir poco a poco y atender a lo primordial para ellos en
este momento: crear conciencia.
En primer
lugar, hacer saber a la población de la ciudad que sí hay lugares alternativos
a las cañerías donde depositar su aceite usado.
Pueden acudir
directamente a las oficinas de la Central de Abasto o dejar sus botellas en
varios mercados de las alcaldías Iztapalapa, Iztacalco, Coyoacán y Miguel
Hidalgo, todas en el sur de la capital.
Con esto, se
incrementaría el tamaño de las donaciones que recibe la planta y así podría reducir
sus gastos en comprar aceite usado.
Sobre esto,
la ingeniera explicó que, según la normativa vigente, quien utiliza aceite para
su negocio debe hacerse responsable de todo su proceso desde la compra hasta
que se desecha, pero la norma no se cumple.
Y con esto
surgen empresas que se dedican a comprar o a recoger aceite de establecimientos
o negocios que necesitan deshacerse de él y se corta así la posible economía
circular.
Pero para
quien quiera cumplir la norma, la planta de la Central emite constancias para
los generadores, a quienes les sirve “para demostrar que están haciendo un
manejo sustentable de sus residuos”, detalló Guzmán.
GRANDES
POSIBILIDADES
La experta
añadió que debería poco a poco convertirse en lo “habitual”, tanto el
reutilizamiento del aceite como la utilización de biodiésel, puesto que en
muchos otros países como Francia o España, dijo, este bioaditivo ya se ha
asentado en el mercado.
Pero en
México, además de los problemas para conseguir materia prima y que los
vehículos no están diseñados para operar al 100 % con biodiésel, también existe
cierta reticencia por parte de la población.
“Hemos visto
que la gente tiene mala idea de biodiésel porque ya se ha hecho anteriormente
pero de manera no certificada, no en plantas industriales, sino que se hacen en
bodegas a pie de carretera donde se vende y la gente se lo ponía a sus
vehículos y como estaba producido sin certificado terminaba dañando los
vehículos”, concretó la ingeniera.
Pero poco a
poco, desde la Central de Abasto tratan de concienciar sobre la posibilidad de
dar una segunda vida a lo que hasta ahora era uno de los residuos más desaprovechados,
el aceite vegetal, gracias al que muchos, aunque no lo sepan, se desplazan cada
día en el transporte público de la Ciudad de México.