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Colimenses por el mundo: Infancia no siempre es destino



Domingo 20 de Febrero de 2022 8:10 am

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SEGÚN Wikipedia, la enciclopedia digital disponible a través de internet, de acceso gratuito, y que cuenta con más de 15 millones de artículos redactados por voluntarios en más de 200 idiomas, la comunidad de Tepames está ubicada al sureste del estado de Colima, y fue llamada así porque abundaba un árbol llamado “Tepame”. Otras versiones señalan que es un vocablo náhuatl que significa “entre paredes”, lo que hace alusión a los cerros que rodean esta comunidad.
Sin embargo, para fines de este reportaje, diré que Tepames es un pueblito muy pequeñito ubicado a unos minutos de la capital de Colima, en el que hace 51 años y después de 10 hermanos, nació José Luis Cabellos Quiroz, doctor en Ciencias por el Centro de Investigaciones en Óptica, de León, Guanajuato, especializado en la investigación sobre el cálculo de propiedades ópticas en semiconductores, becado por el Consejo de Ciencia (Conacyt), bajo la dirección del excelente y reconocido profesor Bernardo Mendoza Santoyo, una autoridad en esta materia; además de que es nivel 3 dentro del Sistema Nacional de Investigadores.
Esto es parte de la historia de cómo un niño, nacido en una comunidad rural, llegó a escalar el más alto grado académico. Fue en Tepames, en una clínica del Sector Salud, donde José Luis nació. Cursó el preescolar y la primaria en la escuela Emiliano Zapata, la secundaria en la Técnica Agropecuaria Número 8, en un tiempo en el que una vez concluida la educación secundaria, el paso natural de casi todos los jóvenes que vivían en zona rural era irse a trabajar “al norte”.
José Luis cambia su destino al tomar la decisión de dar el siguiente paso e inscribirse al CBTIS 19, aquí en nuestra ciudad, para después continuar con sus estudios de Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica, en la Facultad de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Colima campus Coquimatlán, mejor conocida como FIME, para finalmente realizar sus estudios de maestría y doctorado en León, Guanajuato.
Sus conocimientos sobre la materia lo llevaron al prestigiado Departamento de Física de la Universidad de Toronto, en Canadá; posteriormente a Donostia, San Sebastián, España, en donde fue muy bien recibido y pese a la rica tradición culinaria de este lugar, dice que nunca dejó de extrañar las tortillas, los tacos y la salsa Valentina. Por cierto, algo que llamó su atención en su estancia en este lugar, fue cómo sus habitantes aún tienen muy presente el gesto humanitario que tuvo el presidente Lázaro Cárdenas en 1939, al dar refugio en nuestro país a las más de 25 mil personas que salieron de España, huyendo de la persecución que emprendió el franquismo.
En su perfil público José Luis dice: “Mi interés de investigación se centra en el estudio de las propiedades ópticas lineales y no lineales de semiconductores y nanoestructuras, con especial interés en la inyección de espín óptico, la generación de segundos armónicos y la espintrónica”. Al hacer un recuento de su vida e intentar explicar sus logros académicos, recuerda que fueron varios los factores que tuvieron influencia en él.
Sin embargo, hubo dos factores en particular que transformaron su realidad: el taller de su hermano Juventino y los libros, ya que en ese tiempo su hermano tenía un pequeño taller en casa de la abuela en el que arreglaba radios que la gente de la comunidad le llevaba. Es en este lugar en donde sin estar consciente tuvo su primer acercamiento con la ingeniería, ese taller se convirtió en el espacio ideal para hacer volar su imaginación y canalizar la curiosidad que tenía por explorar el mundo de las ciencias y la electrónica, lo que seguramente a la postre tuvo mucho que ver en la elección de su carrera profesional.
Aún recuerda cómo es que llegó al taller, en uno de tantos días de su infancia, y vio un aparato de radio en el piso, por lo que asumió que ya no servía, entonces empezó a desarmarlo pieza por pieza sin saber que en realidad Juventino lo había dejado justo en el sol para provocar que las cucarachas se salieran, porque era común que ahí se refugiaran, ya imaginarán la reacción del hermano cuando vio lo que quedó del aparato.
El otro hecho que influyó en él fue que en ese mismo lugar había tres estantes repletos de libros con toda la bibliografía que habían utilizado sus hermanos y hermanas, un mar de conocimiento a su alcance que seguramente desarrolló su curiosidad a toda su capacidad. José Luis, quien está cado con Arcelia Llerenas Magaña, que también es oriunda de Tepames, no duda en recalcar que todos los logros que ha obtenido en su vida son indiscutiblemente gracias al apoyo de su familia, sus padres en su momento, y desde luego el arropo que le brindaron sus hermanos y hermanas, porque reconoce nunca fue presionado para estudiar o terminar una carrera en particular, así que valora el hecho de haber sido formado en completa libertad, lo que le brindó las herramientas para lograr sus proyectos.
Ángel, Juventino, Enrique, Félix, Lilia, José Inés, Anastasia, Edelmira, Ana María y Jesús son sus hermanos, a los se refiere con cariño y de quienes recuerda entre otras cosas, cómo lo enseñaron a andar en bicicleta en un arroyo seco en donde sin preocupación pedaleaba de “bajada” porque decían: “Al cabo que si se cae, va a caer en la arena”.
Cuando recuerda a su pueblo no puede ocultar la emoción de lo vivido en sus años de infancia y la cantidad de memorias que guarda, como cuando quedó colgado de un ciruelo, o cuando el padre de la iglesia, Ramiro Cisneros, cariñosamente lo llamaba “el terror del barrio”. Recuerda también que disfrutó de las bondades de ser el más chico de todos, ya que lo que iban “dejando” sus hermanos, llámese bicicletas, libros, juguetes, ropa y hasta huaraches, tarde o temprano pasaban a ser de su propiedad.
Pues aquí está el “terror” del barrio Ocampo de Tepames, un colimense de cepa de una comunidad pequeñita, convertido hoy en un muy respetado Doctor en Ciencias, que va poniendo en alto a punta de conocimiento científico el nombre de nuestro terruño. Gracias, José Luis, por tu ejemplo y por compartir tu historia, mi agradecimiento también para Ana, su orgullosa hermana, que fue quien me contactó para poder realizar este reportaje, y aunque físicamente ya no están, estoy muy segura que sus padres J. Félix Cabellos Tejeda y Amada Quiroz Ocón, quienes en vida fueron campesino y ama de casa, están muy muy orgullosos de cada uno de los logros obtenidos.
Si naciste en Colima, vives en el extranjero y deseas compartir tu historia o conoces a alguien que quiera hacerlo, escríbeme, me encantará compartirla. Mi correo: nana_cortes@hotmail.com

ADRIANA CORTÉS ÁLVAREZ



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