La guerra es una cuna
Cristóbal Ruiz Gaytán Trujillo
Miércoles 09 de Marzo de 2022 6:49 pm
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Guerra
presurosa e incansable. Guerra de mil rostros. Guerra en otro idioma. Guerra en
otra tierra.
Interminable fruto del pensamiento por tu
compleja naturaleza; mina de los medios por tu constante flujo; inspiración de
psicópatas que se dicen artistas; enajenación de mentes que se buscan
positivas, ¿cómo no hablar de ti, guerra? Que con cada visita dejas nacer
sabios.
Sabios porque aprendemos de los errores (y en
una guerra se cometen tantos). Con cada tanque perdido, sistemas renovados. Con
cada avión derribado, proyectiles mejorados. Con cada soldado caído… Con cada
soldado caído… Con cada soldado caído… Con cada soldado caído… familia,
recuerdos, miedos, tristezas y llantos, dolor y alegría, sueños y temores. El
sonido de una bomba ensordece más que los amores y la bala sin rostro sega
fulminante la mirada del inocente que se asoma.
Soldado caído… ¿Cuántos te hacen, guerra? ¿Con
cuántos te sacias? ¿Cuántas cifras necesitas para decir “De tanto comer, me
duelen las encías”?
Espero que también produzcas sabios temerosos.
Si ya no hay Dios que nos castigue, que la OTAN nos lo reproche, porque en tu
vientre, guerra, un M4 vale más que mil perdones. Que nuestro temor gobierne,
que te temamos guerra, que nos aterres, que lluevan las sanciones delirantes y
los castigos nucleares, que aprendamos, como nunca antes, el precio de tu
hechura.
Ayer te aplaudíamos, guerra, te venerábamos con
alabanzas. Dios le dice a Moisés “Mata a los madianitas” y Moisés, sin cuestionar,
los mata. El Papa le dice al rey, “Castiga a los herejes” y el rey, sin
cuestionar, castiga. Trump le dice a sus votantes “Tomen el palacio”, y sus
votantes, sin cuestionar, lo toman, todos atando este nudo borgiano que
llamamos vida, todos aprendiendo lo que el anterior no pudo.
Sabios, porque ante la catástrofe buscamos calma y a cada día de guerra le siguen cien de paz. Que sus ideas inunden la literatura. Que su violencia inunde cada metraje. Que la danza reemplace la muerte de inocentes y en esculturas se retrate el rostro que pregonas.
No eres tú, guerra, somos nosotros que te
armamos: los jóvenes que viajan sin promesa de retorno mientras los ancianos
deliberan el costo de sus vidas. La economía que fluye con todo menos los ríos
de la sangre que te bebes. Los discursos de odio, las amenazas beligerantes,
las miradas decididas de líderes que se vuelven almirantes.
Por eso te extraño guerra, por tu arrullo
perpetuo. Por eso te amo guerra, porque te odio tanto.