Conspiranoicos mutaron con la pandemia y ahora contribuyen a desinformar sobre Ucrania
Lunes 21 de Marzo de 2022 2:14 pm
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Los dos años de pandemia extendieron entre la población
creencias en teorías de la conspiración que mutaron para adaptarse a los
acontecimientos y que, alimentadas por la desconfianza en las instituciones
públicas, contribuyen ahora a propagar desinformación sobre la guerra en
Ucrania.
Así lo advierten expertos consultados por EFE que analizan
cómo en torno a la pandemia de COVID-19 se ha generado una espiral de
conspiración y negacionismo que, en lugar de menguar al conocerse más datos
sobre el coronavirus, ha ido reforzando y mutando sus mensajes para mantener su
influencia en gran número de personas.
Como explica Ana Romero-Vicente, investigadora de la
organización EU Disinfolab, en estos dos años la evolución ha consistido en
“cambiar las narrativas según la mejor conveniencia”, de modo que, cuando el
rechazo a la existencia del virus “ya no funcionaba”, los negacionistas
empleaban otros argumentos, en lugar de admitir que estaban equivocados.
Alejandro Romero, doctor en Sociología y profesor de la
Universidad de Granada, indica asimismo que, para las teorías conspirativas,
“los hechos son secundarios pero no totalmente indiferentes”, de modo que “se
va produciendo una adaptación a ellos”, aunque solo sea para “incorporarlos a
la teoría dándoles una explicación conspirativa”.
Por ejemplo, si la noticia de actualidad era la vacunación
de los niños, enseguida surgían falsas informaciones sobre muertes o daños
cardiacos irreversibles provocados en los menores por las vacunas.
A ello se suma el hecho de que los antiguos argumentos de la
conspiración y desinformación retroalimentan a los nuevos, si bien, mientras
los primeros bulos “podían funcionar muy bien” para algunos, “especialmente en
los momentos iniciales de máxima incertidumbre”, los nuevos “sirven sobre todo
para reafirmar a los ya convencidos”, apunta Romero.
DOS AÑOS DE PANDEMIA QUE HAN DADO ALAS A LOS CONSPIRANOICOS
Lo que antes de la pandemia parecían meras corrientes
minoritarias que negaban el discurso científico (es el caso del movimiento
antivacunas), en estos dos años han visto crecer sus bases con las teorías
sobre el coronavirus, los fármacos creados contra la enfermedad y un supuesto
orden mundial controlado por una supraélite.
“La pandemia ha puesto más en boga las teorías de la
conspiración; hay mucha gente que antes no tenía una posición y que ahora la
han tomado frente al discurso consensuado de la ciencia”, advierte Antonio
Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de
Málaga (sur de España).
Diéguez señala como una de las causas la necesidad de mucha
gente de tener “una visión mágica del mundo”, que entra en confrontación
directa con “el mundo desencantado” que dibuja la ciencia, donde “todo se puede
explicar racionalmente”.
“Prefieren vivir con una concepción del mundo más abierta a
otro tipo de visión que no sea racionalista, por lo que ven en la ciencia un
enemigo”, argumenta.
MÁS DESCONFIANZA EN LAS INSTITUCIONES, MÁS DESINFORMACIÓN
Pese al gran número de evidencias científicas e información
de dominio público que explican por qué estas teorías no tienen fundamento,
existe un porcentaje significativo de gente que sigue estos postulados.
Y precisamente la ciencia puede explicar por qué: “El
cerebro no está hecho para buscar la verdad” sino “para optimizar energía
química”, de modo que uno escoge “aquella información que confirme sus
creencias previas, lo que se conoce como sesgo de información”, subraya Carlos
Elías, catedrático en Periodismo de la Universidad Carlos III de Madrid.
Elías, director de la Cátedra Jean Monnet “UE,
Desinformación y ‘Fake News’”, considera que el deterioro de la confianza en
las instituciones públicas y la escasa formación en ciencia son otros factores
que explican la proliferación y consolidación de teorías conspiranoicas en los
dos últimos años.
EL PELIGRO DE NO CREERSE NADA EN EL CONTEXTO DE LA GUERRA
La vorágine de conspiraciones y mensajes falsos sobre el
coronavirus ha propiciado además las condiciones perfectas para que se expanda
la desinformación sobre otros asuntos.
Así, en el contexto de la invasión rusa de Ucrania, se han
creado “las condiciones favorables para que no nos creamos nada, que es quizá
lo más peligroso”, porque implica no saber diferenciar entre “una democracia
mejorable y una dictadura”, recalca Romero.
Y “ese es el fondo de la mayoría de teorías conspirativas:
la democracia es una farsa que oculta la dictadura de los verdaderos amos del
mundo”, precisa este experto.
La desinformación surgida en pandemia ha empujado a las
instituciones públicas a trabajar en herramientas para frenar su expansión y la
UE, por ejemplo, buscará sancionar a los responsables de desinformar.
De no ser eficaces hay riesgo de un retroceso social. Según
alerta Elías, si “cada uno cree lo que le da la gana”, nadie creerá “la
información verdadera” y al final, las instituciones “pierden prestigio y
poder”.