Aviario
Ana Laura Orozco
Miércoles 30 de Marzo de 2022 5:04 pm
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La poesía funciona como un mecanismo
para sanarnos, nombrarnos y reconocernos, en este caso, Aviario de Lizeth Sevilla es también una ventana al cuerpo
femenino, a las vivencias diarias de nuestro género, a lo que duele, perturba y
también enjaula.
En un acto de nombrar a
las mujeres también en las letras, un espacio donde hemos sido invisibilizadas
desde años, Aviario se convierte en
un producto literario separatista, donde tanto las voces como los objetos
poéticos son mujeres luchando por la tierra, el agua, la libertad y la
justicia. De esta forma, este libro deja la antigua tradición poética de
animalizar la figura femenina como una serpiente, una zorra, una coneja, un
loro, entre otros animales cercanos a la bestialidad, para naturalizar los
cuerpos femeninos como colibríes, estorninos, lechuzas, cenzontles, ruiseñores,
ticuses, tecolotes y zopilotes.
Más que un poemario, Aviario se transforma en un espacio seguro, un sitio de lucha y catarsis.
El libro está compuesto
por 18 poemas divididos en tres apartados, el primero se llama “Nombrar las
aves”, donde encontramos 4 poemas que retratan el dolor por la desaparición
forzada, la lucha, la búsqueda y renacer de los muertos entre la conciencia de
los pueblos.
Aunado a esto, me parece
un buen momento de mencionar que la figura masculina solo se hace presente en
un par de poemas, uno de ellos, es “Cuarenta y tres zenzontles”, un texto que
profundiza sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de
Ayotzinapa el 26 de septiembre de 2014. En este poema, es posible reconocer la
lucha de las madres por la búsqueda de sus hijos, así como la exigencia de
justicia y el esclarecimiento de los hechos.
“Ruega por nosotros y por
ellos
y por esta realidad
ruega por nosotros
por esta tierra de
podredumbre
burocracia y silencio
de sangre derramada”
Para este momento Aviario ya es un recordatorio incómodo
de que las aves vuelan sobre un Estado que no las protege, sino que busca las
formas de incinerarlas, desaparecerlas o asesinarlas.
La segunda sección se
llama “Vuelo de fractales”, un apartado más encaminado a la búsqueda de
libertad, a un vuelo colectivo.
“Liberen a las aves,
a las presas políticas
que han revoloteado por
la dignidad
de un pueblo que
olvida"
En los poemas de este
apartado se nombran a las aves que fueron calladas por “opresores”, a las que
no regresaron a casa, a las presas políticas, a las que lloran la ausencia de
sus hijos y a las que sueñan con la libertad.
Mi parte favorita, es la
tercera, "Carta a las Aves", una sección conformada por 10 poemas, en
donde uno de ellos reinventa la creación del mundo, es decir, las mujeres no se
crean de la costilla de nadie y surgen después del nacimiento de la palabra y
antes del origen de la Tierra.
Posteriormente, está la
sección "Aves sufragistas" y después "Un canto ahogado de
Zopilote", estos apartados son breves versos que se encaminan a la crítica
social, a cuestionar la destrucción y modificación del ambiente, así como a
denunciar el monocultivo, la urbanización, la apropiación de tierras, el olvido
y el silencio.
A pesar de que todos los
poemas prescinden de signos de puntuación, los versos tienen los silencios
necesarios para que como lectores entendamos las imágenes poéticas, así como la
palabra violenta, dulce y armónica de la autora.
Como lo mencioné en un
principio, a través de la poesía de Lizeth Sevilla se reconocen y dignifican
las diferentes formas de lucha, se nombran aquellas desapariciones que no pasan
por alto y contribuye a sanar la invisibilización de la mujer en la poesía,
como lo menciona Sihara Nuño, Aviario
es un reclamo para quienes se quedan cruzados de brazos mientras el Estado
continúa impune.